Capitulo 12

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Arthas estaba parado con su respiración agitada. Sus brillantes ojos azules estaban rodeados de circulos negros por el agotamiento, pero su mirada estaba fija en el sol naciente del horizonte distante. Los poderosos rayos de luz iluminaron lentamente el campo de batalla que le rodeaba dejando al descubierto una cantidad masiva de cadaveres putrefactos, entre ellos, muchos pertenecian a los nobles guerreros de Lordaeron. El principe había retirado su yelmo en algún momento, dejandolo caer al suelo para recibir el calido beso de la luz en su rostro.

Su armadura que siempre había estado pulcra y bien cuidada, estaba manchada con tierra y sangre. Aunque su cuerpo estaba agotado por luchar durante horas completas, su mano se negaba con testarudez a aflojar su agarre sobre el martillo de guerra que por tanto tiempo le había acompañado. Las guerras que habían librado se estaban volviendo cada día más intensas, como si los muertos estuvieran haciendo un último y desesperado intento por recuperar su impulso.

Pero las fuerzas de Lordaeron no eran suficientes para erradicar ese indeseable cancer que llamaban plaga.

Arthas había dirigido y participado en casi todas las batallas importantes, y mejor que nadie sabía que aunque el mismisimo Uther estuviera al mando de esta campaña, no podría controlar completamente a este tipo de enemigo. Ya habían pasado dos meses desde que inició esta campaña, y había logrado como mínimo cumplir con su objetivo principal: Construir una línea defensiva para contener la plaga.

Numerosos pubelos y pequeños acentamientos aislados habían sido salvados de un destino peor que la muerte por su oportuna intervención. Miles de inocentes habían sido evacuados a las grandes ciudades bajo sus ordenes y la protección del ejercito. Pero Arthas tenía claro que ningún pais por poderoso que fuera podría soportar mucho tiempo con su mano de obra reducida a esta escala. Muy pronto la hambruna empezaría a azotar estas tierras y si los granjeros no trabajaban, solo golpearía con más fuerza durante un tiempo.

Debían de acabar con este conflicto con un golpe rápido y decidido, antes de que se transformara en una guerra de desgaste que a la larga sería contraproducente para el reino. Luego podrían centrarse en buscar y acabar con Mal'Ganis.

-Mi principe, la batalla ha acabado, debería descansar. Nosotros nos ocuparemos del resto -una voz gruesa pero gentil se escuchó detrás de Arthas haciendole voltear el rostro en su dirección.

Un grupo de soldados rasos en la distancia estaban limpiando el campo de batalla recogiendo los cadaveres de los caídos en combate, pero la cansada vista de Arthas no se fijó mucho tiempo en ellos y en cambio descansó sobre el dueño de esa voz. Un hombre que era una cabeza más baja que el principe, estaba parado allí ataviado con una pulida armadura plateada que estaba dañada en varios lugares por las duras batallas que se habían librado en estos meses oscuros. Sus ojos que eran de un azul más oscuro que el de su principe, resplandecían con lealtad y respeto mientras que su habitual cabello negro desordenado estaba cubierto por el yelmo. A diferencia de Arthas, este joven guerrero era un espadachín por excelencia, la gran espada que colgaba en su lado derecho lo demostraba. Pero mucho más que eso, era un paladín de la Mano de Plata con el que había entablado amistad en estos días tan dificiles. Un hermano que había echo en el campo de batalla.

-Thorn, amigo mío, ¿Cómo voy a descansar, cuando mi gente espera ansiosa que su principe regrese triunfante de esta guerra? -respondió Arthas medio en broma mientras le regalaba una leve sonrisa a su amigo.

El hombre solo negó con la cabeza mientras miraba el campo de batalla en el que hasta hace unas horas su principe había estado luchando.

Había sido una de las más duras hasta la fecha ya que estaban luchando en una llanura con desventaja numerica. Las fuerzas de la plaga habían atacado bajo el amparo de la noche mientras todos dormían, pero ya habían esperado un movimiento de ese tipo y los exploradores lograron alertar al campamento justo a tiempo. Arthas había sido el primero en levantarse liderando a sus hombres contra los muertos vivientes.

Arthas: Redención Donde viven las historias. Descúbrelo ahora