El ejército de la alianza comandado por los paladines de la Mano de Plata rodeó las fronteras de lo que en el pasado había sido el reino de los Altos Elfos. Una serie de campamentos y pequeñas fortalezas temporales estaban siento erigidas en puntos con importancia estratégica en preparación para la futura guerra que se iba a desarrollar. En tan solo unas semanas la tierra alrededor de de Quel'Thalas se había vuelto negra y reseca con las putridas grietas recorriendo su extensión, solo las más duras plantas podían sobrevivir en este lugar estéril.
Lo que en el pasado habían sido verdes extensiones ahora no eran más que una vista deprimente.
Al contrario de lo que el consejo esperaba, Ban'dinoriel colapsó tan solo dos meses después de la batalla de la fisura. La barrera maligna que tantos dolores de cabeza le había costado a los sabios magos de Dalaran, desapareció de un momento a otro revelando el hostil paramo en que se había transformano Quel'Thalas. La flora y fauna había sido transformado por la magia nigromantica, la simple vista de esos árboles muertos cubiertos por una densa niebla verde era tenebrosa. Pero mas que eso causaba repugnancia las hordas de criaturas que surgieron de las entrañas de esas tierras.
No pasó mucho antes de que las fuerzas de la Alianza empezaran a tener pequeñas escaramuzas con los Kore'Dorei. Batallas en las que principalmente esos astutos elfos de la muerte usaban a los muertos vivientes como carne de cañón para desgastar las fuerzas de la Mano de Plata.
Los enfrentamientos principalmente eran librados en territorio enemigo por lo que las fuerzas de Lordaeron tenían su movimiento limitado.
El comandante de las fuerzas de Lordaeron, Mograine, tenía sospechas de que el enemigo estaba librando una guerra de desgaste con el objetivo de ganar tiempo pero no podía entender el porqué. Internarse en las hostiles tierras de Quel'Thalas era un peligro que no estaba dispuesto a tomar, no por su cuenta. El rey Terenas les había ordenado permanecer en las fronteras del bosque para observar e informar cualquier movimiento del enemigo. Después de todo tenían otro problema con el que tratar.
Los orcos.
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KALIMDORUn enorme lobo negro caminó lentamente por el campo de batalla gruñendo con molestia al sentir el olor a sangre y fuego. Se escuchó un repugante crugido cuando su pata derecha aplastó la cabeza de un cadaver que estaba en el suelo pero ni la bestia ni su jinete se inmutaron. Sobre ella montaba un orco ataviado con una pesada armadura barbarica, la expresión de su rostro era una mezcla de orgullo y pesar. Los cadáveres de los centauros yacían esparcidos por el suelo, algunos con lanzas rotas clavadas en el pecho, otros con hachas cortando a través de sus fornidos cuerpos. Los orcos habían luchado con ferocidad esta batalla, pero también habían sufrido muchas bajas.
Trhall sintió un nudo en la garganta al reconocer algunos de los rostros de sus guerreros, que habían caído en nombre del clan. Serían cremados con los honores que correspondían.
El jefe de guerra se detuvo junto a una gran Roca, donde descansaban algunos de sus guerreros. Estos le saludaron con respeto al verlo y él respondió antes de continuar caminando perdido en sus pensamientos.
Sabía que los centauros no se rendirían fácilmente y menos después de esto. Ellos volverían a atacar, quizás con más fuerza y más números. Sabía que la guerra no había terminado, sino que apenas había comenzado. Pero el no tenía miedo, solo estaba preocupado por el futuro de los suyos y el como debían avanzar a partir de ahora.
Trhall se preguntó cuáles serían sus siguientes pasos. ¿Debería buscar una alianza con los Tauren?¿Debería detenerse aquí y encontrar un lugar donde acentarse?¿Aniquilar a los centauros sería una acción prudente?
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Arthas: Redención
FanfictionCuando una plaga de no-muertos amenazó todo cuanto amaba, Arthas se embarcó en una misión de trágicas consecuencias en busca de una hoja runica lo bastante poderosa como para salvar su patria. Sin embargo, poseer esa espada que tanto ansiaba conllev...