Oculto en la distancia una figura etérea observaba descontenta la situación en Stratholme. Su silueta estaba oculta por un manto de sombras que impedía que los humanos pudieran detectarlo a pesar de que estaba tan cerca. Parado en los muros de la ciudad negó con la cabeza, los esfuerzos de los humanos eran algo que no se había esperado, sus planes habían cambiado. Sin embargo, el resultado seguiría siendo el mismo.
La ciudad caería, y Arthas terminaría uniéndose a la oscuridad. Nada ni nadie podría impedir eso.
Pero a pesar de todo había un humano que le hacía sospechar. De entre todos lo presentes no temía a Uther “El Iluminado” ni a los 5 paladines de la mano de plata, mucho menos a los marinos de Kul'Tiras que habían llegado para ayudar sin previo aviso. Su cautela estaba reservada para esa joven e ingenua maga que había movido los hilos detras de escena, la había juzgado mal, tendría que reevaluar su opinión sobre Jaina Proudmoorne.
-¿¡. . .!?
Sorprendido, el señor del terror se quedó mirando a Jaina. Por un segundo habían cruzado miradas, esos ojos azules se habían detenido por un momento en su figura como si pudieran ver a través de su alma. De no ser porque tenía confianza en sus habilidades, podría haber pensado que ella en serio lo había detectado. Debía de ser solo su impresión.
Sí. Solo fue mi impresión.
Con ese pensamiento en mente y sin desperdiciar más tiempo, el señor del terror desapareció en las sombras de forma tan misteriosa como había aparecido en un principio.
El juego estaba por empezar
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-Espero que esto funcione niña, muchas vidas están en juego —advirtió Uther que montaba sobre su caballo justo al lado de Jaina.
La maga dirigió su mirada hacia Uther y le dió una sonrisa algo forzada. Este era un hechizo que había preparado específicamente para este momento pero no había pensado que tendría que usarlo tan rápido. Ni siquiera lo había probado, no estaba completamente segura de lograrlo.
-¿Dónde está tu fe Uther? —la maga suspiro mientras continuaba caminando por las calles de la ciudad, su objetivo era la plaza central— yo también espero que esto funcione.
Uther se quedó mirándola en silencio por un momento cuando se vió forzado a detener su corcel. Frente a él estaba parado un joven niño de no más de 10 años con su mirada de admiración clavada en el paladín. En su mano derecha portaba una espada de madera con la que había estado jugando hasta que vió al grupo.
Sus ojos abiertos como platos pasaron de Uther a el contingente de soldados élite que le seguían en perfecta formación. Dos largas lineas de alrededor de 20 soldados cada una, marchaban perfectamente formados por el centro de la carretera con las manos puestas sobre el mango de sus espadas; todos ellos portaban también un gran escudo de hierro con el emblema de Lordaeron grabado de color azúl. Sus brillantes armaduras en conjunto con el aura de disciplina y poder que exudaban, normalmente eran suficientes para intimidar a la mayoría de observadores curiosos. De ahí que no hubieran visto a un solo civil en las calles desde que habían implementado el toque de queda.
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Arthas: Redención
FanfictionCuando una plaga de no-muertos amenazó todo cuanto amaba, Arthas se embarcó en una misión de trágicas consecuencias en busca de una hoja runica lo bastante poderosa como para salvar su patria. Sin embargo, poseer esa espada que tanto ansiaba conllev...