En medio del campamento de la nueva alianza, Jaina estaba sentada sobre una caja de suministros perdida en sus pensamientos. La guerra contra la plaga había ido viento en popa, sin ningún imprevisto. Los muertos estaban siendo obligados a retroceder hasta llevarlos al borde de la exterminación total y el Culto de los Malditos era perseguido en una implacable cacería de brujas con la ayuda de la maga.
Todo estaba yendo demasiado bien como para que no sospechara. Para este punto ese astuto zorro del Rey Lich debería de haber echo su movimiento pero hasta ahora los reinos del Este estaban en relativa tranquilidad. Nada inesperado había ocurrido, o al menos, nada fuera de lo que esperaba.
Los Orcos que hace tiempo se habían estado moviendo finalmente atacaron la poco defendida ciudad portuaria de Costa Sur capturando algunos barcos con los que se lanzaron a navegar el Mare Magnum, su intención: llegar a Kalimdor. Como era de esperarse, su Jefe de Guerra era su viejo amigo Thrall, un poderoso chamán que era fundamental en sus planes. Dentro de poco debía de empezar a moverse hacia el oeste, para reencontrarse con esa familiar cara.
Su rostro pensativo se tornó melancólico al recordar la otra persona que debía salvar. La advertencia de Nozdormu pesaba como plomo en su mente pero poco le preocupaba. Esta vez no se quedaría viendo de brazos cruzados como mataban a su padre, tenía el poder para detener esa inútil guerra que solo los debilitaria y ciertamente lo haría.
Si los humanos, orcos y elfos unían sus fuerzas. La legión sería derrotada incluso antes de poner un pie sobre Azeroth.
-Una moneda de oro por tus pensamientos -la voz de Arthas sacó a Jaina de esa preocupante corriente de pensamientos.
El principe estaba ataviado con su brillante armadura y en su mano derecha sostenía su martillo de guerra. Sus viriles facciones parecían relucir ante la luz del día con esa sonrisa juguetona que le derretía la mente. No quería preocupar a Arthas con los planes que tejía con esmero así que trató de cambiar el tema.
-No es nada, solo tenía un mal presentimiento. ¿Cómo va la búsqueda?
Arthas la miró por un momento como si supiera que no le decía todo pero por alguna razón se abstuvo de interrogarla. Cosa que la maga agradeció en silencio.
-Los exploradores han encontrado rastros de las fuerzas restantes de la plaga pero es como si se hubieran esfumado en el viento. No hemos visto ni a una sola de esas cosas en una semana, creo que esta guerra está por llegar a su fin... -la emoción en la voz de Arthas se reflejaba en el brillo de sus ojos.
Jaina sonrió y justo cuando estaba por decir algo, el ruido de las campanas la interrumpió. Un fetido olor a muerte y putrefacción inundó el campamento cuando los vientos soplaron. Los soldados, tanto elfos como humanos empezaron a moverse por todos lados de forma ordenada para ocupar sus puestos. Todos tenían miradas determinadas en sus rostros mientras empuñaban sus armas.
Estaban siendo atacados.
Esa sensación de que algo malo estaba por ocurrir no se desvaneció de la mente de la maga pero solo pudo apartar esos pensamientos y seguir a Arthas. Esta batalla parecía ser una que podría marcar el aparente fin de esta campaña.
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Mientras tanto, el principe Kael'thas finalmente regresó a su tierra natal después de tanto tiempo. Había echo correr las noticias de que regresaba con la victoria en sus manos, habiendo reclamado la vida de Mal'Ganis en Rasganorte, el perpetrador de la cruel plaga que azotaba los Reinos del Este. Las noticias, con ayuda del rey Exánime, se habían expandido como un incendio forestal en la hierba seca y el pueblo le esperaba en el puerto para recibirlo con todas las glorias posibles. Para su gente, él regresaba como un heroe de su campaña. Ni siquiera dudaron por un momento de su palabra.
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Arthas: Redención
FanfictieCuando una plaga de no-muertos amenazó todo cuanto amaba, Arthas se embarcó en una misión de trágicas consecuencias en busca de una hoja runica lo bastante poderosa como para salvar su patria. Sin embargo, poseer esa espada que tanto ansiaba conllev...