Capítulo 29 | Un lunes de locos

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"𝑨𝒏𝒅 𝒏𝒐𝒘 𝒕𝒉𝒂𝒕 𝑰'𝒎 𝒈𝒓𝒐𝒘𝒏

𝑰'𝒎 𝒔𝒄𝒂𝒓𝒆𝒅 𝒐𝒇 𝒈𝒉𝒐𝒔𝒕𝒔"

𝐓𝐚𝐲𝐥𝐨𝐫 𝐒𝐰𝐢𝐟𝐭


El lunes, la oficina era un desastre.

De hecho, no había empezado tan mal. Si Tiffany consideraba los primeros hechos del día cuando despertó jamás se habría imaginado cómo se desencadenarían todos los sucesos en el transcurso de este.

Lo primero que vio al abrir los ojos fue el torso desnudo de Tyler y la venció la impulsividad. Se meció sobre él provocándolo hasta que él despertó completamente empalmado, la tomó de la cintura y la penetró sin dudarlo. Cuando de ella se trataba, él parecía poseído por un espíritu animal y a Tiffany eso... la excitaba demasiado. Pero ahora, gracias a aquel asalto matutino, pero muy placentero del cual ella había formado parte, llegaba tarde al trabajo.

Ni siquiera pensó en hacer una parada rápida por Dreams Coffee, sabía que era algo inútil porque llegaría aún más tarde. Así que era lunes, ella no tenía su latte de caramelo ni su bollo de frambuesa, y la oficina la recibió de forma muy caótica. Siempre solía ponerse así cuando estaban cerca de sacar el nuevo número de la revista, incluso ella debía estar igual de alterada que el resto de sus compañeros, pero sabía que aún le quedaban cuatro semanas por delante para la publicación, así que pensó en relajarse y seguir fantaseando con Tyler y sus sabanas de seda italiana que la envolvían a la perfección.

La desanimó un poco llegar a la sala común que usaban en la oficina para desayunar; era un pequeño cuarto que contaba con lo suficiente para ser una cocina: un horno, heladera, cafetera, una mesa con cuatro sillas y algunos estantes con tazas. Como solía comprar su desayuno, lo único que hacía Tiffany allí era preparar su almuerzo, pero por lo general lo engullía en su oficina.

Hoy se dirigió al pequeño cuarto con la intención de rescatar cualquier cosa dulce que se encontrara sobre la mesa. Había descubierto con el correr de los días que Raj era tan adicto como ella a lo dulce, así que tenía la esperanza de encontrar algunas de sus sobras.

La esperanza abandonó su cuerpo como el aire que sale de un globo pinchado: desinflándolo. Porque en la mesa de madera había una bandeja con donas, en ese momento se recordó que era lunes de donas, el tercer lunes de cada mes sus jefes hacían un enorme encargo de donas en una cafetería que hacía las mejores de la ciudad y ella siempre llegaba temprano para conseguir las que ella pudiera comer, y evitar las feas y aburridas.

Es decir, como las que había sobre la mesa y la miraban fijo.

Bueno, las donas no eran más que harina, levadura, agua y otros ingredientes que Tiffany no tenía idea y no le interesaban, pero ella podría asegurar que el glaseado blanco sobre la única dona la miraba con condescendencia.

Bufó antes de abandonar la cocina en dirección a su oficina. El caos seguía a su alrededor y en cuanto llegó a su silla giratoria se desplomó sobre ésta. Observando todo el lugar de forma rápida y concentrándose en un punto fijo, dejando su mirada perdida por más de cinco minutos.

Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no se percató de la presencia hasta mucho después. Raj la había saludado y al ver que no tuvo respuesta se adentró en su oficina, llegó hasta la silla frente a su escritorio y permaneció viéndola un poco confundido.

Hasta que carraspeó, Tiffany volvió a la realidad y gritó del susto.

—¿¡Qué demonios!? ¿Quieres darme un infarto, Raj? ¿¡Cuando entraste? —estaba demasiado alterada—. ¡Deberías anunciarte cuando entras a un lugar!

Tus mentiras y mis verdades ✔ [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora