Capítulo 33 | Pan de escape: evadir la realidad

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"𝑬𝒗𝒆𝒏 𝒊𝒏 𝒎𝒚 𝒘𝒐𝒓𝒔𝒕 𝒕𝒊𝒎𝒆𝒔, 𝒚𝒐𝒖 𝒄𝒐𝒖𝒍𝒅 𝒔𝒆𝒆 𝒕𝒉𝒆 𝒃𝒆𝒔𝒕 𝒐𝒇 𝒎𝒆"

𝐓𝐚𝐲𝐥𝐨𝐫 𝐒𝐰𝐢𝐟𝐭


Tiffany detestaba volar; la ponía demasiado nerviosa. Si había comprado un boleto de avión de último minuto y se había subido a uno sin pensarlo demasiado era porque de verdad necesitaba escapar.

Aunque en las horas siguientes se había arrepentido, justo cuando la azafata indicó que iban a despegar y le pedía que se colocara el cinturón de seguridad, en ese preciso momento sintió tanto pánico que consideró bajarse de allí y no tomar aquella decisión tan precipitada.

Si hubiera hablado con Kelly en lugar de ignorarla, ella de seguro la habría hecho entrar en razón. Y de no haberlo conseguido estaba bastante segura de que la habría amarrado de pies y manos en su apartamento hasta que se olvidara de aquella estúpida idea.

Era una idea estúpida, por supuesto, pero cuando Tiffany entra en pánico suele tomar decisiones estúpidas. Lo que debería haber hecho era quedarse en Nueva York, ir a trabajar, afrontar a su mejor amiga y pensar en todo lo que le había estado pasando, pensar en Tyler, aunque eso la hiciera llorar otra vez, pensar en las cosas que le dijo, en la última conversación que compartieron y, por supuesto, pensar de una buena vez en todos los fantasmas que no la dejaban en paz.

Pero en su lugar había comprado un boleto de avión a Virginia, porque no había nada mejor que ignorar la realidad en la casa de su abuela, dejando que ésta la llenara de mimos y de comida casera y deliciosa.

No fue así.

Margaret no la recibió con los brazos abiertos, por supuesto. Estaba al tanto de lo que ocurría en Nueva York, al menos algunas cosas, pero no por ella sino por su hermano y Kelly, que al ver que Tiffany seguía ignorando a ambos decidieron hablarle a su abuela. Claro que ella no esperaba que su nieta apareciera en su jardín delantero con una maleta lo suficientemente grande y llena como para pasar una semana allí; el plan de su abuela era más bien a la inversa: sorprenderla en su piso de Nueva York, donde Tiffany no pudiera evadirla y escapar.

Pero Tiffany se había adelantado. Había avisado en su trabajo que debía ausentarse por una semana porque debía cuidar de su abuela que estaba delicada de salud y le habían dado permiso sin cuestionarla. Así que se subió a un avión y desde hacía casi una semana se encontraba en Virginia.

Gracias a que debía escribir un artículo para su trabajo no tenía tiempo para que Margaret la obligara a hablar de lo que ocurrió y se cubrió con eso.

Pero sus esfuerzos eran inútiles, es decir, estaba frente a su ordenador y la hoja en blanco le devolvía la mirada con el cursor titilando. A la espera de que escribiera un artículo de cinco mil palabras: nada. No había escrito nada a excepción del título y ni siquiera eso la convencía.

Apartó la vista de la pantalla para dirigirla a su costado derecho, donde una pila de papales, revistas y libros descansaba sobre el escritorio. Había conseguido material suficiente para investigar y así poder escribir, pero estaba bloqueada. Su tema de investigación lo tenía claro pero no tenía imaginación suficiente para desarrollarlo, ninguna pregunta de problema que fuera un disparador novedoso y con el paso de los días se dio cuenta que ni siquiera el tema la convencía.

¿Los derechos comerciales de la moda? No sería el primer artículo que alguien escribiría sobre eso, así que ¿Por qué sería importante que otra simple redactora escribiera sobre algo que no era novedoso?, pensó con frustración.

Tus mentiras y mis verdades ✔ [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora