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No había podido dormir, aun sentía el cuerpo de Gael sobre ella, aun lo escuchaba, su aroma aun y con la ducha que se dio seguía impregnado en su piel, cada poro lo ansiaba, le pedía más, era tan jodidamente perfecto. Prendió su laptop y se puso a escribir ese contrato en el especifico cada cláusula que a ambos protegía, no habría preguntas personales, no habría citas, todo se reducía a sexo y solo eso, ambos estarían de acuerdo en horarios y días todo se tenía que pedir con anticipación ya que ninguno era dueño del tiempo del otro; Anala sabía que era una locura y aunque su vida de basaba en eso en locuras y en arriesgarse, jamás se quedaba con ganas de algo sabía que no había nada que perder cuando ella ya había perdido mucho y lo más valioso su tiempo, así que ahora tomaba todo de la vida, total ella resurgiría como lo hizo cuando se enteró que esperaba al pequeño Aiden.

Se levantó temprano como todos los días, prendió las luces del gimnasio que tenía en su departamento se dispuso a exigirle a su cuerpo que la olvidara pero como lo lograría, después de haber aceptado involucrarse en un juego que no sabía cómo resultaría, era tan controlador que perder su mente de esa manera le generaba inseguridad; no quería cagarla de nuevo.

Llego al conglomerado poco antes de su entrada, así que logro evitar a Gael, llevaba consigo el contrato lo observaba detenidamente y hasta ese momento que estuvo ahí se le hizo una completa estupidez, ese fin de semana tenía su viaje a Canadá pensaba si era buena idea mejor no entregárselo y dejar las cosas así. El sonido del teléfono de su oficina la hizo sobre saltar

- Si diga...

- Anala el señor Covarrubias desea verte en su oficina –dijo su asistente del otro lado

- A mi...-dijo con voz nerviosa.-en un momento estoy ahí

Andrea anuncio que Anala ya estaba afuera de su oficina él la hizo pasar en ese momento, algo en él se sentía como un animal en cautiverio que deseaba ser libre

- Buenos días, me llamo –dijo ella con un tono dulce y nervioso noto el, se le dibujo en el rostro una media sonrisa, en ese tiempo jamás se mostró así por lo que se sintió orgulloso de saber lo que él le provocaba

- Así es adelante señorita Anala, tome asiento –ella obedeció y lo miro fijamente. –Creí que traería aquel contrato del que ayer me hablo mientras salía de la ducha –dijo sin pena alguna, mirándola fijamente con sus manos entrelazadas observando cada parte de ella

- Yo...yo lo deje en mi oficina –le dijo mientras cruzaba las piernas haciendo que se subiera un poco más la falda que llevaba

- Quiere que vayamos por el o acaso se arrepintió señorita Anala –de pronto sintió como se iba poniendo duro de la entre pierna y es que como no hacerlo si toda ella era sensual

- Yo lo traigo no se preocupe –se levantó del asiento y dio media vuelta para dirigirse a la salida, Gael la apreso la tomo por los antebrazos y la miro fijamente, bajo su mirada hasta sus labios rosados, la pego a él para que sintiera lo que provocaba en él, claro que lo hacía a propósito, la beso; ella lo tomo por su saco y lo acerco más a él, se sentía tan bien sentir sus labios cálidos, poco a poco todo se fue intensificando, ambos querían tomarse ahí mismo pero él sabía que eso no podía pasar, no en ese momento la separo de él y la volví a mirar fijamente, ella trataba de recuperar el aliento, su pecho subía y bajaba rápidamente

- No tardes hermosa – anuncio con esa voz grave y pastosa, deposito un pequeño beso y le dio la espalda. Anala salió de aquella oficina para ir por el contrato.

Unos minutos después que para él fueron eternos regreso ella a su oficina, ambos ya recuperados, Anala le tendió el contrato en un sobre; este lo saco y comenzó a leerlo; verlo analizar de ese modo el documento lo hacía lucir tan varonil, tan sexy pensó mientras se mordía el labio.

- Veo que pensaste en todo Anala, me impresiona a decir verdad, tengo una pregunta que aquí no mencionas en donde esperas que nos citemos para darle rienda suelta a nuestras más bajas pasiones – Anala rio y negó ya que el tono que Gael uso era de lo más fresco algo que definitivamente no era algo que hiciera

- Bueno yo, dentro del sobre hay uno más pequeño que no vio – él lo saco y dentro venia una llave y una dirección escrita

- Que es esto Anala

- Yo tengo un pequeño apartamento que no ocupo el lugar tal vez sea un lugar del que no estés acostumbrado pero por el momento no le doy ningún uso

- Que no esté acostumbrado? A que te refieres Anala, tan pretencioso soy

- Bueno seguramente para ti no sea un lugar elegante y ubicado en una zona exclusiva –el arrastro la llave por su escritorio hacia su dirección

- Si es tu apartamento no se me hace correcto que le des un uso como esto aun y cuando este desocupado, al final es tu espacio personal y no pretendo que involucres tus cosas entre los dos

- Pero yo... -él se acercó a ella y le tendió una tarjeta electrónica. – Y esto...

- Con esa tarjeta Anala podrás accesar a un pent-house en un edificio que acabo de adquirir, estará lista en 3 días, este fin de semana tengo un viaje por negocios así que regresando el lugar estará listo y si gustas podemos vernos ahí

- Yo no tengo problemas con mi apartamento, tampoco lo uso, se acaba de desocupar ya que lo arrendaba no es lugar personal para mí -él se acunclillo a ella y la miro, tomándole ambas manos

- Anala. Si vamos a jugar déjame a mi hacerlo así, no es correcto para mí solo es eso, no es que no crea que el lugar no sea algo a lo que acostumbro como dices tú, de hecho Anala no sé si sepas pero ese apartamento está en una de las zonas más cotizadas por la gente de dinero y no quiero ondar en quien eres pero por Dios Anala ese apartamento te juro vale lo mismo que el mío –se levantó y camino a su asiento, firmo el contrato y se lo tendió a ella junto con un bolígrafo ella hizo lo propio y le dio una de las copias para que lo conservara. Ella se levantó y salió de la oficina

Gael observaba la tarjeta donde venía anotada la dirección del apartamento de Anala, estaba estupefacto no entendía como Anala tenía un apartamento en el edificio donde él vivía

- Quién diablos eres Anala Álvarez –dijo en voz alta mientras jugaba entre sus dedos con esa tarjeta.

Una sola llamada y sabía que podía saber quién era Anala, que escondía, como vivía y con quien; algo no estaba bien en ella y comenzaba a tener esa necesidad de saberlo todo de ella, no quería cometer un error nuevamente y se cuestionaba si lo que acababa de hacer era un error. 

Vacío (Actualización los Viernes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora