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Gael paso a una florería pidió un ramo de rosas y pétalos rojos, compro una velas, vino tinto, llevaba una charola de quesos; condujo hasta el apartamento los pétalos los fue colocando desde el pasillo hasta la entrada y por todo el apartamento hasta la cama, en el cuarto de servicio lleno el jacuzzi y puso ahí unos cuantos pétalos, coloco velas en el pasillo y sobre la mesa pequeña y sobre ella dejo la charola de quesos juntos con las copas para el vino, que ya había puesto a enfriar; se cambió de traje por uno en color negro después de mucho tiempo se sentía nervioso; Anala le devolvió algo que el creyó enterrar y jamás dejar salir.

Eran las ocho de la noche ella aparco junto al vehículo de Gael, subió por el ascensor al llegar se topó con un pasillo lleno de pétalos lo cual la hizo dudar y si Gael lo único que quería era burlarse de ella, camino hasta la puerta dudosa tomo la manija y abrió lentamente, un lugar apenas si iluminado por velas, mas pétalos sobre el piso música clásica de fondo; Gael le daba la espalda, la noto por el reflejo de la ventana y giro para encararla

- Es usted muy puntual Señorita Álvarez –llevaba un ramo de rosas se las entrego y deposito un pequeño beso ella sonrió ya que jamás había recibido flores

- Gracias, jamás me habían regalado flores, huelen muy bien –absorbió el aroma de aquellas rosas

- No olvides aquella rosa que te di

- Bueno me refería a un ramo –dijo con las mejillas sonrojadas

- Bien, me alegra ser el primero y si tú me lo permites jamás te harán falta, ven toma asiento –la llevo de la mano hasta aquella sala ambos tomaron asiento y ella noto que había un sobre sobre la mesa y lo tomo

- Y esto que es

- Anala, antes de que veas esto quiero escucharte a esto fue lo que venimos no es cierto

- Bueno yo, si por eso estamos aquí, la cita del otro día... solo quiero que me prometas que vas a escuchar antes de decirme algo, después lo que tu decidas lo aceptare de acuerdo –el la miro fijamente, sus ojos eran tan brillantes, tan llenos de vida, se preguntaba ella como lo miraba, que es lo que ella veía de él que no salía corriendo

- De acuerdo, no diré nada hasta que termines tu explicación, después pasamos a esto –señalo el sobre, -y espero también escuches mis razones –ella solo asintió y comenzó a relatarle

- Bueno el hombre con el que me viste se llama Lucien lo conocí en clases de canto que tomo desde hace ocho meses, al poco tiempo el me invito a salir pero me negué y así me la lleve en algunas ocasiones insistía, otras me deja en paz; hace unos días fue muy insistente por lo que me vi obligada prácticamente a aceptarlo, Lucien no me agrada como hombre, como maestro de canto es uno de los mejores debo admitir, durante la cita me la pasé muy mal ya que no tenemos nada en común más que el canto así que fingí tener una emergencia y salí, me alcanzo y al despedirse prácticamente me robo un beso –ella agacho la mirada pero sabía que debía ser honesta

- Ok te beso dices

- Si pero yo no le correspondí

- Entonces no te gusto –ella lo miro fijamente y negó –abre el sobre Anala, ella lo hizo y comenzó a leer lo que había prácticamente estaba todo lo que ella le conto a excepción del beso

- Por... porque Gael –él se levantó por un momento le dio la espalda, giro para encararla con una mano tocaba sus labios

- Bien Anala, yo te dije que investigar por mis propios medios no era ético para mí, mi personal de seguridad se encarga de eso con mis empleados y socios, ayer me sentía muy furioso y le pedí a Roberto investigarlo solo a él, de ti jamás me atrevería –Anala tragaba saliva de escucharlo. –Quiero pedirte una disculpa por la noche de ayer, ahora bien dime lo que sea y deja de mirarme así

- Sabes cuando él me dio ese beso solo deseaba una cosa

- Que cosa Anala

- Que fueran tus besos –dijo con un tono de voz apenas audible, se levantó de la pequeña sala donde se encontraba se acercó a él y lo beso, en la tomo por la cintura ella como era su costumbre lo tenía por la corbata, se separó de él y lo tomo de la mano para dirigirlo a la habitación, ambos entraron y ella admiro como esta estaba adornada con velas y pétalos, lo miro a los ojos queriendo encontrar una respuesta

- Te dije que lo sentía mucho y es verdad, déjame compensarte hermosura, por haber sido un completo hijo de puta contigo –la tomo por la barbilla delicadamente y la besos, esta vez era un beso suave, pausado, quería saborearla, quería olerla, quería sentirla, soltó su cabello y este callo como si fuese una cascada; ella sonrió y le quito el saco y la corbata, definitivamente no sería solo sexo, el bajo el cierre de su vestido ceñido a su cuerpo, ella se quitó las zapatillas viéndose más pequeña, fue desabotonando su camisa y vio su torneado abdomen y sus trabajados brazos, lo contemplaba y eso a él le gustaba

- Como puedes ser tan perfecto Gael Covarrubias, podrías tener a cualquier mujer

- Lo que deseo esta frente a mí –sus palabras lograron erizarle la piel. –Termino por quitarle el vestido, esa mujer lo acabaría en cualquier segundo con esa lencería que llevaba puesta, tan elegante, tan sexy y pronto su ser lo sentía duro, la pego a su cuerpo porque quería que ella sintiera como lo ponía, ella quito el cinturón y desabotono su pantalón de vestir se miraban fijamente, él se quitó el pantalón y lo aventó en alguna parte de la habitación, la tomo por la cintura y la beso ella le correspondía, sus manos pasaban por toda su ancha espalda, le gustaba sentir su piel sobre su tacto, la separo un poco para llevarla al jacuzzi él le quito la poca ropa que estorbaba, hizo lo propio y ambos se metieron entre besos y caricias se les iba el tiempo, ella olía tan bien, era tan embriagante la tomo por la cintura e hizo que se montara en él, se introdujo en ella lentamente se miraron fijamente y ella hizo un gesto de placer, comenzó a moverse lentamente sobre él, lo estaban disfrutando, ninguno de los había tenido algo como lo que en ese momento estaban experimentando juntos, jadeos iban y venían, ella lo nombraba, lo besaba, gemía sobre sus labios, le gustaba sentirlo, le gustaba tenerlo dentro de ella.

Cuando ella termino la saco del jacuzzi y la llevo a la cama, la deposito lentamente, se detuvo un momento a admirarla, tenía cabellos adheridos en su frente suavemente los hizo a un lado mientras ella mordisqueaba su labio inferior y sobre ella lentamente se volvió adentrar se sentía tan bien estar ahí, lo hacía lentamente quería tenerla para el toda la noche de ser necesario, la deseaba, la necesitaba ella lo tomo por el cabello y le pedía más de él, tocaba cada parte de ella, ambos estaban por terminar y ahí se fundieron sus miradas, solo ellos, solo esos sentimientos que estaban floreciendo, el ya no solo quería sexo, quería eso mas mucho más.

Se recostó junto a ella, ella le dio la espalda y la observo, tenía lunares por toda su espalda y comenzó a unirlos con una línea que iba dibujando, ella sonrió debido a las cosquillas que le generaba

- Ey que está haciendo Señor Covarrubias

-Solo estoy uniendo los lunares de tu espalda

- Me causas cosquillas

- Como puedes ser tan sensual y ni siquiera darte cuenta

- No soy sensual –giro para encararlo

- Claro que lo eres, la verdad es que entiendo perfectamente a ese tal Lucien yo también te habría invitado a salir

- Que mentiroso –le dio un pequeño golpe en su pecho

- No me cree Señorita Álvarez

- No, tuve que mover yo mis cartas

- Bueno tu no me diste tiempo y te fuiste directo a esto

- Pues no te veo muy obligado

- Quien estaría obligado teniéndote a ti hermosura, tu podrías pedirme ser tu esclavo sexual y yo aceptaría –ella rio ante sus palabras

- Serias mi esclavo –se montó sobre él, haciéndolo tener una erección nuevamente

- A caso no sientes que lo seria –se sonrojo al notarlo así de duro

El tiempo paso y ellos se entregaron completamente sin darse cuenta que ya no podrían alejarse el uno del otro, sin medir las consecuencias que ese arrebato podría traerles.











Vacío (Actualización los Viernes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora