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Gael recibió un mensaje de Florencia, le pedía verse en un restaurante. El mismo donde él le pidió matrimonio. Asco fue lo que sintió al leer aquel mensaje, sabía que no podía negarse. No después del otro mensaje donde lo amenazo con Anala. Le molestaba tener que dejarla nuevamente solo por esa mujer.

Condujo hasta aquel restaurante, se juró jamás volver ahí, pero estaba ahí parado evocando aquel día donde Elia le imploraba que no lo hiciera, que Florencia solo quería su dinero. Pero Florencia lo apoyo, estuvo junto a él, se lo debía y en el fondo sabía que era agradecimiento. No amor. Cerro los ojos, respiro profundo y entro al lugar, una señorita lo acompaño a la mesa donde esa mujer ya se encontraba esperándolo. 
- Cariño mío has llegado –dijo aquella mujer por la cual solo sentía rencor, asco. Lo beso en la mejilla y él solo cerro los ojos para evitar alguna escena.
- No es que tuviera mucha opción –tomo su asiento frente a ella
 - Siempre la hay, pero eres un hombre muy inteligente, este lugar sigue tan hermoso como aquel día –recorría con la mirada el restaurante, que era muy elegante
 - Que es lo que quieres Florencia. Que haces aquí, porque regresaste  
- Cariño, la que cuestiona soy yo –la miro con asco-. Mejor responde quien es la mujer con la que sales
 - Yo no salgo con nadie Florencia
 - Entonces quien es Anala Álvarez, hasta donde tengo entendido tienes una aventura con ella
 - Eso no te incumbe –desabrocho su saco y aflojo ligeramente la corbata que llevaba
 - Gael. Estas aquí porque así lo quise, que te hace creer que eres un hombre libre. Tu eres mío te guste o no  
- Florencia, lárgate de una vez –clavo su mirada en ella, esa mirada que hace años le otorgo cuando descubrió lo que en ese entonces su esposa hacía, un escalofrío la recorrió
 - No Gael, las reglas las pongo yo; si no quieres que algo pueda pasarle te vas a deshacer de ella. Se todo de ella, cosas que estoy segura tú no
 - Tan segura estas que no la conozco
 - Muy segura... Gael hay cosas de ella que desconoces y sabes porque lo sé. Si la conocieras no estarías con ella
 - Mientes. –estaba furioso, quería matarla. Ella no lograría que él dudara de Anala  
- Hay Gael, eres tan ingenuo. No sé qué te dio esa mocosa. Por su bien aléjala de ti –se levantó,l o miro fijamente- .No estoy jugando tienes hasta mañana para mandarla al demonio Gael o sufrirá las consecuencias de tus malas decisiones.

Se marchó del lugar, como podía alejarla sin lastimarla. Florencia nuevamente le estaba jodiendo la vida, pero a ella tenía que dejarla fuera de toda la mierda que estaba a punto de consumirlo. Pero como.

Los nervios la estaban consumiendo, vio su vestido colgado y un hueco en el estómago la embargo de pronto saber ahí a Gael, escuchándola cantar hizo que las piernas le temblaran. Aun se cuestionaba si era buena idea decirle acerca de Aiden, pese a la sensación sabía que debía hacerlo. Lleno sus pulmones de aire tomo aquel vestido y bajo a la planta baja, alisto como cada día el desayuno de su pequeño; lo llevo a la guardería y condujo hasta la oficina. Trabajaría solo medio día ya que su jefe también asistiría al evento.

Cada hora se le hacía eterna, tomo una copa de wiski, quería sentir como le quemaba, pero no había nada que lo hiciera es mujer ya lo había hecho y regreso a rematar. Su cabeza daba mil vueltas, quería encontrar la manera de no herirla. No a ella. Se perdía en la vista de su oficina; Andrea lo busco un par de veces pero él estaba perdido en su mente y se sentía afligida le tenía cariño y sabía que esto era más grande que sus sentimientos por aquella joven que llegó para reconstruirlo.

Se cambió el vestido por aquel rojo que había elegido para el evento, un vestido largo, con abertura en la pierna; ajustado de la parte de arriba, unas zapatillas abiertas, un par de aretes y collar discretos, su cabello chino lo recogió por completo, el maquillaje esta vez lo cargo un poco más debido a las luces que estarían sobre su rostro. Salió de la oficina y Raúl sonrió al verla así de hermosa, esa muchacha se había ganado su corazón, protección y apoyo. Era una hija para él y su esposa esa mujer a quien amaba fue quien lo convenció de que la aceptara y no se equivocó cuando se enteró de su historia. Ambos estarían apoyándola, sobre todo por la causa del evento no lo dudaron cuando los invito.

La acompaño a su vehículo y la vio marcharse al evento, el iría por su cuenta y la encontraría en el auditorio. Los nervios dentro de ella crecían, respirar le estaba costando respirar, ella era quien abriría el evento. Lucien ya se encontraba ahí ultimando pequeños detalles, la miró y es que siempre se veía hermosa pero con ese vestido rojo que se adhería a ella como si de su propia piel se tratase, claro que lo hizo desearla más.  
- Te ves hermosa  
- Gra... gracias –le respondió un tanto apenada  
- Tu novio es muy afortunado, por cierto vendrá a verte –dijo metiéndose las manos a los bolsillos del pantalón  
- Yo. Si lo invite 
- Que mala suerte. Por mi claro está –ella negó y al ver a una de sus compañeras se alejó de él para saludarla. Sabía que Lucien no entendía que ella no sentía lo mismo y debía alejarse antes de generarle un problema mayor.

El telón se abrió, ella de pie en el centro del escenario, Lucien en el piano comenzó la melodía No About Angels su voz angelical comenzó a sonar. Gael en primera fila observándola con ese vestido rojo que la hacía lucir elegante, como esa mujer que solo él conocía en la intimidad. La letra sin duda le hizo sentir un hueco en el corazón, sentía que ella se la estaba cantando solo a él; la miro fijamente quería ver algo en ella que lo hiciera alejarse, pero solo vio amor, genuino amor. Agacho la mirada y cerró sus ojos y sin querer una lágrima salió, lo único que ella quería era amarlo, recordó como la conoció, la primera vez que la tuvo a centímetro de él, queriendo huir de ella, queriendo sentir sus labios sobre los de él, dolió. Dolió saber que Florencia una vez más le arrebataba su felicidad, su paz. Volvió su mirada a ella, cantaba hermoso y eso lo hizo sentir en casa, en familia, como una caricia. Su actuación terminó con una ovación de pie, noto a Raúl a unos cuantos asientos de él y le sonrió aquel hombre la miro como si de un padre se tratase y mientras más se involucraba con aquella joven se daba cuenta del porque la gente la quería, simplemente ella se ganaba sus corazones. Incluso el de él y una punzada nuevamente se adueñó de su ser. Ella agradeció al grupo Arciniega por una donación a la casa hogar y una más del conglomerado Covarrubias, Gael se dedicó por mucho tiempo apoyar buenas causas lo contrario a Florencia que los uso para desviar recursos y por lo cual a Gael le cuesta su libertad y el legado de su familia. Bajo del escenario y Gael la recibió con una rosa 
- No es tan hermosa como tú –la miro de reojo 
- Que cosas dice Señor Covarrubias –él le regalo una sonrisa que a ella le hizo sentir algo extraño podía tocar el dolor de Gael.

Ambos tomaron asiento y disfrutaron del resto del evento; al terminar Raúl y su esposa se acercaron para felicitarla. No conocían el talento que Anala tenía para el canto lo cual sorprendió a sus tres invitados
 - Hija que bien cantas – su jefe la abrazo y esta lo recibió acompañado de una sonrisa  
- Creo que no salió mal
 - Tu no cantas mal hija, todo lo contrario –respondió la esposa de su jefe 
- Tienes toda la razón mujer  
- Para nada, lo dicen para no hacerme sentir mal
 - Que cosas dice señorita Álvarez usted canto maravilloso, a todos nos sorprendió escuchar su delicada voz –dijo aquel hombre de ojos grises que la volvía loca
 - Por cierto creo yo que debió decir que fue usted quien hizo esa donación
–Gael la miró sorprendido por lo que había dicho el jefe de está  
- ¿Cómo? No fue su grupo quien hizo la donación –cuestiono Gael  
- Bueno. No tanto así, si hicimos una donación. Pero Anala fue quien dono la cantidad más fuerte 
- Y porque no lo dijiste Anala  
- Hijo, creo que ella tiene motivos muy fuertes para no darse a conocer por algo así –dijo la esposa de su socio  
- Bueno mi imprudencia fue ya muy grande. Perdóname hija no debí
 - No se preocupe yo entiendo porque lo comentó
– Anala le regalo una mirada consoladora y el matrimonio los dejo solos. Gael la miraba, tratando de entender las palabras de Raúl Arciniega y recordando las de Florencia en aquel restaurante.

Esa arpía tenía la razón no la conocía lo suficiente y eso le molesto, solo porque aquella bruja se lo dijo.  
- Vamos Gael no dirás nada  
- Anala. ¿Podemos ir al apartamento y hablar?  
- Claro, te sigo
 - No. Vamos en mi vehículo
 - Claro, Roberto se encarga cierto –Gael asintió, la tomo por la cintura y la dirigió a la salida.

Le abrió la puerta, ella ingreso. Él rodeo su vehículo para hacer lo mismo; condujo y sin evitarlo ambos se sumergieron en sus propios pensamientos ella mirando por la ventana la ciudad, el mirándola de vez en vez. Algo extraño se apodero del lugar. Aparco en el estacionamiento del edificio, salió para abrirle la puerta a su acompañante. Saco de su saco su tarjeta, tomaron el ascensor en silencio, ella veía su ancha espalda y algo dentro de ella dolió, llegaron al piso él le cedió el paso deteniendo la puerta del ascensor, camino detrás de ella, al llegar a la puerta ambos se miraron como si quisieran detener el tiempo, ese instante para así no terminar algo que nunca paso y no pasaría jamás. Talvez.

Vacío (Actualización los Viernes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora