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Escucho el ascensor nuevamente abrirse, Gael camino hasta su escritorio la tomo por los antebrazos y pego sus labios a los de ella, se congelo al verlo ahí tomándola sin importarle un carajo si alguien los mirara  
- Que estás haciendo Gael 
- No puedo, por más que te quiero alejar no puedo. Algo aquí quema –puso la mano de ella sobre su pecho. –Anala sé que te pido algo imposible pero dame tiempo, dame tiempo para liberarme de mi pasado 
- No te entiendo
 - No hace falta, nos podemos ver más tarde en el apartamento
 - Gael, yo...
 - Hagamos una cosa, ten –le tendió la tarjeta del apartamento –estaré a las ocho esperándote, si llegas sé que tengo una oportunidad
 - Y si no llegó que pasará
 - Entenderé que no quieres nada conmigo y aunque duela sabré alejarme –lo miro y vio algo diferente en él, angustia, miedo, dolor.
Anala tomo la tarjeta
 - De acuerdo Gael -se marchó rogando al cielo que Anala llegará a la hora acordada, aunque si eso pasaba tendría que mantenerla muy lejos de Florencia, tal vez su hermana podría recibirla en su hogar.

Elia se sentía intranquila, con Florencia de nuevo ahí cerca de sus vidas abriría nuevamente ese capítulo que tanto le costó
 - Hola cariño mío, como te sientes –la cuestiono afligido  
- Con miedo –dijo mientras veía por la ventana de aquel lugar que hizo suyo
 - Hey, yo siempre estaré a tu lado si no quieres estar presente en el juicio...
 - Sabes, lo pensé y por un momento no quise hacerlo, pero Gael... el me necesita no sería justo 
- Que lo dejes solo. Lo sé amor y si quieres hacerlo yo te acompañaré, solo debemos esperar
 - Bueno eso ayudará a que me mentalicé para cuando tengamos que viajar
 - Así es mi vida hermosa –le dio un beso en su hermosa y rubia cabellera aspirando su dulce aroma –por lo pronto es primordial que no demos señales no estamos seguros de que esta tramando

Las siete en punto Anala veía el reloj, pensaba si ver a Gael o no, su razón le decía que no, su corazón lo imploraba. El tiempo era lento, tortuoso. Su mente seguía vagando. Siete y media, salió de la oficina; estaba dentro de su vehículo tomo la tarjeta del apartamento y condujo hasta allá, no sabía si era un error, si todo esto saldría peor, lo único que sabía es que deseaba arriesgarse.

Gael estaba nervioso no sabía nada de ella, esperaría un poco más, tenía un mano un vaso con wiski. Escucho la puerta abrirse y se levantó de golpe, era ella llevaba un vestido rojo corto, muy corto; paso saliva con dificultad, su larga cabellera suelta ese sutil maquillaje que siempre llevaba, unas zapatillas altas. Camino lentamente  
- Viniste – logro decir al tiempo que aflojaba la corbata color vino que llevaba

 - Sí, yo perdón por la demora

 - No te disculpes hermosura, quieres algo de tomar  
- Solo agua, gracias –le tendió el vaso con el líquido, ya estaba sentada en el sofá 
- Anala, estás aquí porque me quieres dar tiempo  
- Gael, estoy aquí solo si tú estás dispuesto a luchar por esto
 - Es lo que más quiero, solo dame tiempo. Por ahora no puedo darte una explicación solo quiero decirte que sea lo que sea que se pueda decir de mí prométeme que no lo creerás o al menos me dejaras explicarte
 - No entiendo de que hablas, solo espero de verdad no salir lastimada como me habías advertido -recordó aquellas palabras que le dijo en cuanto la conoció Gael se acercó a ella, tomo sus manos y se las llevó a los labios para depositar un pequeño beso, la miro fijamente sus pupilas estaban dilatas, lamio su boca, la tomo por la barbilla y la acercó a él
 - Lo último que deseo es hacerte daño pequeña  
- Quiero que me hagas el amor Gael –dijo en un susurro  
- Lo que tú desees siempre se hará mi dulce Ana

La beso, la beso como nunca; ambos se fueron fundiendo lentamente sin prisa, ambos recostados en el sofá, Gael tocaba su cuerpo con suavidad, sin aprensión, con deleite. Ella iba tocando su ancha espalda, tomo su camisa y la fue desabotonando lentamente, Gael la miro y sonrió al ver esas delicadas manos sobre el desabotonando nerviosamente su camisa, se acercó y beso su cuello, ella se removió metió una mano entre sus piernas y la sintió mojada, muy mojada
 - Señorita Álvarez que está sucediendo aquí 
- Pues usted logra ponerme así señor Covarrubias  
- Que deleite saber que soy yo –introdujo uno de sus dedos en ella, haciéndola estremecer, logrando que saliera un sonido cargado de placer, comenzó a moverse lentamente ella logro quitarle la camisa y beso su cuello aferrándose a él, Gael saco aquel dedo y se lo llevo a la boca para probar su sabor, tomo por ambas manos a Anala y la llevo a la habitación, quito lentamente su vestido dejando al descubierto aquella lencería que acostumbraba a usar y que lo prendía sobre manera, el desabrocho el cinturón para después hacer lo mismo con su pantalón, ella lo miraba, lo deseaba.
La recostó en una orilla de la cama tomo sus pantaletas y las bajo lentamente. Se arrodillo ante ella y la saboreo lentamente ella gimió al sentir su boca sobre su centro, se sentía tan bien, era la primera vez que se sentía tan deseada, Gael movía su boca con experiencia saboreaba cada partícula de ella tocaba su abdomen ella solo se dejaba llevar, no podía más estaba a punto de llegar a ese climax que solo él sabía provocarle, lo tomo por la cabellera y lo dirigió a esa parte sensible de su ser. La dejo venirse se levantó quito su elástico y lamio una de sus manos para mojar la parte dura de su ser, la veía tan gloriosa, con ganas de sentirlo dentro de ella, quería complacerla. La acomodo y lentamente se fue introduciendo en ella, veía su rostro lleno de placer lo que lo éxito más. Era tan cálida, húmeda, comenzó a moverse lentamente no llevaba prisa, recargo su peso sobre ella y ella lo tomó enredo sus piernas en su cadera, se besaban, se fundían en uno solo. No creyó sentir todo aquello y ella, ella era la dueña de su ser, de su cuerpo, de su mente.

Ella se giró para quedar arriba de él, se movía lentamente el poso una de sus manos en su trasero, la otra en uno de esos montículos tan perfectos. Toda ella perfecta, la miraba deleitado. Ella se agarró el cabello para hacerlo a un lado, ambos llenos de sudor, acompasados, lo veía disfrutar, escuchaba sus jadeos y eso solo lograba prenderla más, saberlo así, de ella. Ambos estaban a punto de llegar él la apreso y la pego más a su cuerpo. Se dejaron llevar por la marea de sensaciones, sin dudas eso fue la mejor noche para ambos. Se recostaron laxos uno junto al otro, tratando de recuperar el aliento. Quedaron frente a frente el apartando un mechón suavemente de su rostro
 - Acabaste conmigo hermosura
 - Tú fuiste la que acabo conmigo  
- Sabes, en toda mi vida jamás había experimentado algo así
 - No mientas Gael, eso es imposible
 - No miento, el hecho de ser mayor que tú no significa que haya tenido muy buen sexo –la tomo por la mano mientras jugaba con ella  
- Pues podría decir lo mismo, yo nunca me sentí tan amada, tan segura
 - Pues el imbécil o imbéciles que no supieron tratarte como mereces se los agradezco porque ahora puedo tenerte para mí solo.

Tomaron una ducha que se convirtió en caricias, admiración, besos, les gustaba lo que veían, lo que tocaban, Anala estaba embelesada por el imponente cuerpo de Gael. El la veía como la mujer más perfecta
-  Sé que cada que tengo oportunidad te lo digo pero por Dios Ana tienes un cuerpo tan perfecto –dijo mientras pasaba su dedo índice sobre su abdomen  - Que cosas dice Señor Covarrubias –lo miro fijamente con las mejilla encendidas

Salieron de la ducha le tendió una bata y salieron para cenar, estaban en el sofá, riendo, platicando de cosas absurdas, otras más serías. Era increíble verlo así de suelto y fresco; Anala era responsable de contagiarle esa vitalidad. El momento se rompió cuando sonó su teléfono un mensaje apareció en la pantalla

<<Se lo que estás haciendo con esa mujer, por el bien de ella aléjala de tu vida. Tú eres solo mío>> 

- Que sucede. ¿Todo bien? –lo cuestiono la mujer de sus sueños
 - Nada hermosura, solo es de trabajo
Ese mensaje lo desbalanceo por completo, sabía que debía protegerla pero no sabía que debía ser tan pronto.Llegó a su apartamento y le envió ese mensaje a su abogado, debía servir de algo ese maldito mensaje. Roberto estaba al tanto de la situación por lo que pusieron inmediatamente seguridad para Anala la tendrían vigilada para evitar que Florencia llegará a ella. 

Vacío (Actualización los Viernes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora