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Comenzaba a llover y aquel mensaje la desconcertó, no entendía a Gael. Unas veces la hacía sentir amada; y otras si no la mayoría de las veces la dañaba. Condujo hasta la empresa de Gael aparco afuera del edificio y entro corriendo por la lluvia. Tomo el ascensor bajo en aquel piso donde se encontraba su oficina, caminaba de prisa. La puerta estaba entre abierta y al empujarla vio a una mujer sobre el escritorio besando a Gael o eso vio ya que la mujer lo cubría 

- ¡Gael! –dijo impresionada, aquella mujer giro sonriente 

- Anala. Que estás haciendo aquí –la miro con agua cayendo de los mechones que cubrían parte de su rostro

- Cómo que que mierdas hago aquí, tú me enviaste un mensaje pidiendo que viniera a verte 

- ¡Qué carajos! –clavo su mirada en Florencia- déjame explicarte Anala 

- Creo que no hay nada que aclarar Gael 

- Alejala ahora mismo de ti o ella pagará las consecuencias –le susurro aquella mujer 

- Anala... te recuerdo que la que empezó con esté juego fuiste tú y te lo advertí saldrías lastimada 

- Eres un completo imbécil –se acercó hasta él y lo golpeo en la cara.

Salió de ahí hecha trizas, humillada. Tomo el ascensor vio a Gael parado afuera de su oficina con una mano sobre el golpe que le dio, las puertas del ascensor se cerraron y ella se dejó caer y comenzó a llorar.

La lluvia le caía en todo el rostro, estaba empapada Roberto la vio ya que iba llegando por su jefe. Aparco detrás de su vehículo y fue con ella la cubrió con una sombrilla y le tendió un abrigo de Gael. La rodeo con el brazo libre y ella solo lloro más sobre su pecho, era como una pequeña que había perdido lo que más amaba. Una vez que se calmó un poco le contó lo sucedido, el hombre estaba impresionado, pero no podía contarle sobre Florencia. Ese asunto debía decírselo su jefe.

Ella saco de su bolso la tarjeta del apartamento y se la tendió al jefe de seguridad, él la miró y lo único que vio en ella fue una enorme tristeza, ahí se acababa lo que sea que hubiesen tenido aquella joven y su jefe. La acompaño a su vehículo y la vio marchar.

Al llegar al apartamento su escolta le tendió la tarjeta del pent-house que usaba Anala, este solo suspiro y se despidió de su escolta. Toda la situación era una completa pesadilla, deseaba tener a Florencia frente a él y acabar con ella, esa arpía planeo todo para que Anala los viera. Quería matarla pero si se dejaba llevar por sus impulsos acabaría en la cárcel por asesinato, se metió a su piscina y nado un buen rato, los brazos le quemaban pero él quería más, salió agotado y al dar un par de pasos todo se hizo negro, logro sostenerse y se sentó hasta que la sensación pasará. Preparo algo de cenar y abrió una botella de vino está vez ni siquiera se inmuto en tomar una copa, bebió de la botella sentado en las escaleras que daban a la planta alta. Estaba harto necesitaba hundir a Florencia lo más pronto posible o su vida sería un completo martirio y todo aquello solo era la punta del iceberg de lo que Florencia era capaz de hacerle a su vida.

Eran las siete de la mañana cuando alguien llamaba a su puerta, él estaba  recostado en la sala sosteniendo aun la botella de vino que ya estaba vacía para ese entonces. Abrió y para su sorpresa era su hermana y su cuñado, ambos pasaron y vieron el desastre que era Gael diez años habían caído en el en tan poco tiempo, Elia no podía dar crédito a lo que sus ojos estaban viendo. El solo se abalanzo sobre ella para abrazarla, por primera vez lo sintió inseguro, buscando protección. Gael siempre se mostró como un hombre firme, decidido, con una seguridad inquebrantable y ahí estaba ese Gael que jamás vio. Le dolía era su hermano y a pesar de sus errores estaría ahí para él. Aunque le aterraba la idea de enfrentar a Florencia por su hermano lo haría para la tranquilidad de ambos, duraron un rato así abrazados en la entrada del apartamento de Gael.

Vacío (Actualización los Viernes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora