Capítulo 18

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Liv

Poco después de que acabe el concierto, nos dividimos en los coches para ir de camino a la casa del lago de los Fairchild. Está a las afueras del estado y es donde los chicos pasaron las fiestas el año pasado y pasaran estas junto a toda sus familias.

—Ava y yo vamos juntos —declaró James —. Por si alguien más se quiere unir.

—No hace falta decir que Liv y yo también —dice Jake.

—Al menos podrías tener el detalle de preguntar —me cruzo de brazos.

—Entonces, tenemos la opción de estar encerrados durante dos horas en un coche con pareja 1 —señala Connor a Ava y James— o con pareja 2 —nos señala.

—No somos pareja —aseguramos.

—Vamos que nos da un bajón de azúcar lo mires por donde lo mires —afirma Alex a lo que Connor y Jj asienten.

Vaya amargados.

Al final, van Jj y Connor con nosotros y Alex con James y Ava. Nos dirigimos hacia el Jeep negro de Jake.

—Prometed que no seréis muy cursis —asoma la cabeza Jj cuando llevamos poco tiempo de viaje.

—Lo prometemos —juro riéndome.

—Menos mal —suspira Connor—. Espero que no seáis de esas parejas empalagosas.

Así, dejo de reírme.

—No somos pareja —decimos Jake y yo a la vez. Otra vez.

—Lo que vosotros digáis —rueda los ojos.

***

Ha empezado a nevar muy fuerte cuando íbamos por la mitad del trayecto. Tan fuerte que han cortado la carretera y nos toca pasar la noche en un motel.

Los chicos ya han avisado a sus padres de que llegaremos mañana temprano. Ninguno de ellos se ha visto muy triste por ello. Seguramente aprovechen la noche para beber y cotillear todos juntos. O alguna de esas cosas que hacen los padres.

En el motel, solo había 4 habitaciones disponibles. Por lo que nos organizamos de la siguiente manera: Ava y James, Connor solo -porque dice que en su cuerpo de rockstar no está el compartir habitación-, los hermanos juntos y eso nos deja a Jake y a mí.

Jj y yo habíamos insistido en ir las dos juntas, pero ellos decían que tenía que ser así. ¿El motivo? Lo sabrán ustedes porque yo no.

Una vez en la habitación -de la que no se puede esperar mucho al ser de un motel en medio de la nada-, dejamos nuestras maletas a un lado. Abro la mía y cojo mi pijama -un pantalón de algodón de cuadros rojos y negros y una camiseta de tirantes negra- para darme una ducha.

Quince minutos más tarde, salgo y Jake ya tiene puesto su pijama. ¿Lo gracioso? Lo gracioso es que es el mismo pantalón. Con la diferencia de que él no lleva camisa.

¡Y la madre que trajo esos abdominales! Paquete bien formado de ir al gimnasio 5 veces a la semana, lo que también le da un pecho y unos brazos que serían la envidia de cualquier hombre. Además, no tiene mucho pelo en esas zonas, un poco de vello si, pero no mucho para que digas "yeti". Justo mi tipo.

La imagen mental *inserten cara babeando*.

Me aclaro la garganta y él sonríe orgulloso. Sabe el efecto que tiene.

Capullo —susurro y se ríe más fuerte.

—Creo que debería aprender español para así entender todo lo que me dices —se ríe, yo ruedo los ojos. Nos metemos en la cama, cada uno en una punta. Ha sido un día largo y deberíamos descansar. Sin embargo, algo me lo impide.

He venido todo el viaje quejándome del sueño, pero ahora solo quiero hablar con él.

—Jake

—¿Qué?

—¿Estás dormido? —pregunto.

—Sí.

—¿Entonces por qué contestas? —me pongo de lado para mirarlo.

Dios, tiene la espalda más fuerte que he visto en mi vida.

—Porque hablo en sueños —me imita y ahora estamos otra vez viéndonos cara a cara—, ¿contenta?

Nos quedamos un rato así, mirándonos. Coloca un mechón de pelo detrás de mi oreja, pero no aparta la mano después.

BESARSE YA .

—Jake —me mira—, hazlo —no lo duda. Me atrae hacia él y nos besamos como si fuera la primera vez. Ejerce la presión suficiente para que me vea obligada a abrir la boca, permitiendo que su lengua entre en mi boca. Yo, paso mis manos por su nuca.

Nos gira para quedar encima de mí. Me mira y al ver mi seguridad, empieza a dejar besos a lo largo de mi cuello.

Muerde el punto de mi pulso arrancándome un gemido. Pasa su lengua para aliviar el dolor. Sus manos están mientras debajo de mi camiseta, empieza acariciando mi abdomen y poco a poco, va subiendo más hasta llegar a la curva de mis senos.

Su mirada vuelve a conectarse con la mía. Estoy segura de que sus jueguecitos han dilatado mis pupilas y pese a la oscuridad, lo nota. Si me lo preguntáis, no sabría decir lo que está haciendo. Solo sé que con dos dedos de cada mano está retorciendo, pellizcando y masajeando mis doloridos pezones que no paran de pedir su atención.

Benditos guitarristas.

Vuelve a la tarea de dejar besos por mi cuello sin olvidarse de sus manos. Cansada de que lo tenga que hacer a través de una tela, me quito la camiseta. Sus ojos color tormenta van directos a mis aceptables senos -o eso creo-. Se relame los labios y lentamente, pasa su lengua por uno de mis pezones mientras que su mano se encarga del otro. Su lengua, es como sus manos, imposible de explicar lo que me hace y de expresar con palabras.

Benditos cantantes.

Lo único en lo que puedo pensar, es en como se sentiría esta sensación más abajo.

Diablos señorita.

Como si me leyera la mente, baja poco a poco

Un añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora