Capítulo 44

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Liv

10 de junio 2023

—Ya te digo yo que no cierra —le digo a Lucía por teléfono mientras me siento encima de mi maleta para intentar cerrarla.

Mi último día aquí y con ello el momento de despedirme de todas aquellas personas que considero familia. Parece que fue ayer cuando llegué del aeropuerto.

—Si cerró para ir, cierra para volver —se limita a decir—. Pídele ayuda a Sarah o John a ver si ellos pueden.

—Puedo sola —intento seguir cerrándola pero paro al casi romper la cremallera de la fuerza que he usado. ¡Para que luego Jake me diga debilucha!

—No me seas cabezota, Olivia.

—Está bien —digo derrotada—. Más tarde se la pido. ¿Cómo está María?

Ella es la verdadera razón por la que la he llamado. Lo siento Lucía. Mi mejor amiga lleva siglos sin llamarme y doy gracias porque conteste mis mensajes. A ella es imposible preguntarle cómo está ya que evitará el tema, así que no me queda otra que acudir a su madre la cual, suspira.

—¿Sinceramente? Ya no sé qué hacer, vive encerrada en su habitación y sé que llora todas las noches y algunas tardes al volver del colegio aunque intente ocultarlo. Si por lo menos supiera qué le pasa.

Lucía es de esas madres que la apoyaría y movería cielo y tierra por verla feliz y por justicia. Por ello, no entiendo porque María prefiere no contárselo.

>>Por lo menos también te tendrá a ti ahora. Mi único deseo es que mi niña consiga volver a ser la de antes. Echo de menos a la María que no dejaba de hablar, era segura de sí misma, socializaba lo justo y necesario... —se le escapa un sollozo en medio de su discurso.

>>Está irreconocible. Me ha dicho que me quede yo su ordenador porque no le va hacer falta. ¡Su ordenador! Mi niña nunca antes habría dicho eso —llora.

—Venga Lucía, no llores —intento consolarla. Odio consolar a los demás. Es muy difícil, nunca sé qué decir.

>>Es una situación difícil, pero tenemos que ser fuertes por ella. ¿No es eso lo que decíais vosotras cuando yo estaba mal? —asiente. Ahora soy yo la que trata de no llorar.

***

Tras un rato más de llamada con Lucía y haberme calmado un poco, bajo las escaleras en busca de alguien que me ayude con la maleta. ¿Salón y cocina? Vacíos. ¿Dónde estarán?

Se oye ruido proveniente del jardín por lo que me dirijo hacia allí. En el jardín, me encuentro a Connor dándole indicaciones a Jake y a Alex quienes están subidos a una silla intentando colgar una pancarta.

—Más a la derecha —les dice—. ¡No tanto! Más a la izquierda. Un poco más arriba... ¡Ya está!

—¡Pero si así lo hemos puesto al principio! —se queja Alex.

—Lo sé. Me hacía ilusión mandaros por una vez.

—Eres hombre muerto —dice mi novio y ambos se bajan de la silla. Se acercan a donde está Connor quien empieza a correr por sus caras de asesinos.

Por otro lado, James está centrado en su móvil. Seguramente hablando con alguna otra modelo. Ya pasó la etapa depresiva y ahora lo que hace es beber, salir de fiesta, amanecer cada día con alguien nuevo y vuelta a empezar.

El representante de los chicos -alias Elf por su nombre Loren Green- también está aquí junto con algunos de sus guardaespaldas más cercanos. Los reconozco como Happy, Sneezy y Grumpy, varias veces nos han acompañado a Jake y a mí en nuestras citas. Obviamente en otras mesas, sería un poco raro que fuera en la misma.

¿Quién puso los apodos? Connor. Nada más ver Blancanieves con sus sobrinos, dijo que los enanitos eran iguales a los guardaespaldas. Lo que los hacía a ellos Blancanieves versión mejorada. Sus palabras no las mías

A ellos parece no importarles, bueno a Elf ...digo Loren, sí, pero les da igual. Los chicos no pueden estar más contentos con la discográfica y su representante. Se llevan genial, lo que es bueno si van a pasar cuatro meses juntos en la gira por todo el mundo.

Ellos, como decía, están ayudando a poner mesas y sillas con ayuda de John, mi tío, Steve -el marido de Susan- y los padres de James. Thomas está corriendo por todo el jardín con su pelota y su hermano duerme en el regazo de su madre sentada en una silla. La abuela, Sarah y Mary parecen ser las encargadas de poner la comida en las mesas.

—¿Necesitáis ayuda? —decido hacerme notar.

Todos se giran hacia mí.

—¡Sacadla! —chilla Sarah.

—Jake, llévate a tu novia a dar un paseo —sugiere Connor.

—Ni en broma —salta mi tío—. Mi sobrina no va a tener novio todavía.

Todas las miradas pasan de estar en mí a estar en él.

—¿Lo dices en serio papá? —pregunta Susan.

—Muy en serio —dice el firme sin dar margen a reproches. Se nota que es abogado, hasta se me acaba de pasar por la cabeza hacerle caso—. Mi hermano no lo permitiría así que yo tampoco.

—¡Sí que me dejaría! —salto yo, él enarca una ceja sin creerme. Me siento presionada a decir la verdad—. ¡Vale, no me dejaría! Pero ese no es el tema ahora.

Malditos abogados.

—Luego discutiremos sobre esto —apacigua la abuela—. Ahora se vendrá conmigo a dar una vuelta.

No vamos muy lejos, salimos por la otra puerta y nos sentamos en un banco al otro lado de la calle.

—Siéntate conmigo, que me duele la rodilla —me dice.

Me siento y nos quedamos un rato mirando cada una a un sitio.

—No eres una chica tonta —rompe el silencio—. Sabes que es una fiesta de despedida.

—Lo sé desde hace una semana pero no quería arruinar la sorpresa —confirmo y ella se ríe.

—Me recuerdas tanto a él —se sincera—. No solo físicamente, eres igual de pilla que él con tu edad. Y dulce, siempre buscando lo mejor en todo y en todos.

Sonrío, pero noto como en mis ojos se acumulan lágrimas que consigo retener.

—Te vamos a extrañar mucho.

—Y yo a vosotros —apoyo mi cabeza en su hombro—. Os llamaré todas las semanas y vendré a veros en vacaciones. Además de que vosotros podéis ir. Tampoco estará tan mal.

—Sigue diciéndotelo a ver si consigues creerlo.

—Te quiero mucho abuela —la abrazo.

—Y yo a ti mi niña —deja un beso en mi sien.

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⏰ Última actualización: Mar 14 ⏰

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