Imagina que te encuentras en un limbo emocional, lleno de dudas, lágrimas y vacío sin respuestas y recibes un llamado desde otro continente para anunciar la muerte trágica de un ser querido...
Imagina que la pérdida de tus padres, no solo traería so...
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GINEVRA AVOLA
—No puedes irte sin antes sanar, —Enzo parecía realmente preocupado
—Disculpa —entra una enfermera a la habitación y ni me molesto en voltear, Enzo y Giovanni se han encargado de todo desde que llegaron, antes de ellos fue Fabio, mi supuesto guardaespaldas—, el novio de la señorita olvidó firmar estos documentos, ya en un par de minutos pueden retirarse
—¿Ella dijo novio? —hablé luego de haber aplicado la ley de hielo durante no sé cuánto tiempo—, dijo fidanzato... yo... eso dijo, la escuché...
—No tengo la menor idea —me respondió para dirigirse a la enfermera que aún estaba en la sala— ¿Novio? Disculpa, no entiendo, ¿Cuál novio?
—El señor Ruggiero, él nos informó que era novio de la señorita... cuando llegue por favor, solo necesitamos la firma, hasta luego
—Enzo... —fue una amenaza
—Gine... —suspiro y entendí que también estaba cansado de la situación—, no sé que carajos inventó, Giovanni. Tampoco quiero preguntarle, le pedí que se mantuviera al margen... yo... no sé, te pido que no me hagas enfrentarme a él...
—Lo siento —susurré— ¿puedo pedirte un favor?
—Sí, dime...
—Deja que me vaya ahorita, déjame desaparecer —era una suplica para no tener que enfrentarme más a situaciones incomodas—, todo esto fue un mal juego de la vida, del destino... no sé... yo me quiero ir, del hospital, de Italia, de su vida... —cruce mis ojos llenos de lágrimas acumuladas con los de Enzo—, déjame ir ahorita, le dirás que estoy haciéndome unos análisis, tu inventa algo... te lo ruego, Enzo
—Yo... no... no podría
—Entonces sal —miré que no se movió— ¡vete! ¡vete de aquí! ¡déjenme sola! —mis gritos eran histéricos llenos de emociones reprimidas—, coño de la madre ¿no entiendes? ¡fuori di qui! —por primera vez usaba el italiano
—¿Qué esta pasando? —Giovanni entro a la habitación agitado, su pecho subía y bajaba con fuerza y sus ojos iban entre Enzo y yo
—¡Fuori! —grité, lancé las almohadas y la manta— ¡No los quiero aquí!
—Ma che cazzo, Enzo —Giovanni estaba consternado
—Non lo so —respondió el castaño mientras se ponía de pie para caminar hacía la puerta
—¡Sí lo sabes! —grité en respuesta a lo que había dicho Enzo
—Ella me pidió que la ayudara a escapar de aquí y me negué... ella... —suspiró—, ella no quería verte Giovanni. La enfermera ha dicho que eres su novio... yo me retiro, me llamas si necesitas algo