Imagina que te encuentras en un limbo emocional, lleno de dudas, lágrimas y vacío sin respuestas y recibes un llamado desde otro continente para anunciar la muerte trágica de un ser querido...
Imagina que la pérdida de tus padres, no solo traería so...
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GIUDITTA RUGGIERO
—¿De verdad? —pregunté esperando que me dijera que todo era mentira— ¿De verdad te quieres casar conmigo? ¿Fuera de todo lo del consejo?
—Sí —respondió sin dudar—, por supuesto que sí... Por qué no querría casarme con la mujer más maravillosa, noble, atenta y dulce que conozco... Bueno, además de Gin...
—No soy nada de lo que dices —murmuré
—Principessa... desde que trabajo con tu hermano, solo he visto la dedicación que le pones cada día en conseguir una nueva forma de ayudar. Y no hablo de una simple ayuda, hablo de tus proyectos donde permites a chicas como tú, tener acceso a una educación. Tus fines de semana en casas hogares y como cada año planeas las navidades con tres meses de anticipación, solo para encargarte de que todo salga perfecto
—Eso no es la gran cosa...
—Lo es —se acercó— porque tú eres increíblemente perfecta con todo y tu obsesión por los libros —sonrió
—Yo... no...
—A ver... sigo de rodillas... —sonrió con esa sonrisa casi imperceptible que tanto me derretía y que había aprendido a detectar con los años— ¿Qué dices? ¿Inundarías mi vida con toda tu felicidad?
—Sí... quiero casarme contigo —me detuve al ver el anillo— ese... ¡Dios! ese anillo...
—Sí... es el anillo que tu padre le obsequió a tu madre el día en que naciste
—No puede ser... esos anillos —lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas
—Están bajo llave... sí... —su voz estaba llena de tanta paz—, esta es la manera en como tu hermano decidió aceptar nuestra unión....
No pude contener el llanto, eran muchas emociones juntas. Mis padres, mi hermano, Fabio, nuestro compromiso... Durante mucho tiempo no creí que fuese alguien especial, me había guardado todos los sentimientos, por lo que casi en piloto automático comencé a vivir para los demás. Y de cierta manera había encontrado una fachada perfecta entre mis libros y mis grupos de ayuda. Mi dolor solo me llevó a almacenar temores, inconformidades y una falsa perspectiva de quien era, pues llegué a sentir que no merecía la vida que tenía, que no merecía siquiera existir.
—Te amo... —susurró sacándome de mi estupor
Allí fuera de mi trance estaba abrazada a Fabio
—Te amo, por quien eres, por ser tu misma, por retarme en lugar de temer o huir
—Te amo —solté antes de siquiera procesarlo
—¿Lo dices en serio? —ahora el sorprendido era él
—Sí... —respondí avergonzada
—Ven, dame la mano para oficializar esto —Dios... de nuevo esa sonrisa