Imagina que te encuentras en un limbo emocional, lleno de dudas, lágrimas y vacío sin respuestas y recibes un llamado desde otro continente para anunciar la muerte trágica de un ser querido...
Imagina que la pérdida de tus padres, no solo traería so...
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GINEVRA AVOLA
Sentí como una lágrima rodó por mi mejilla. No era su culpa, no habíamos tenido una conversación previa.
—Pequeña... mirame —insistió
—No te detengas —susurré llena de miedo al ver su rostro de preocupación —Será a tu ritmo —limpió la lágrima con su dedo pulgar— cuando desees parar, paramos, bene?
—Bene
Fue el momento más mágico que pude haber imaginado, una vez adentro esperé el tiempo necesario para que mi cuerpo se acostumbrara al suyo, llenó de besos mi piel, mientras entraba y salía de mi, con una conexión tan fuerte que incluso nuestras almas hicieron click. Giovanni se encargó de hacer cada segundo especial, de cuidarme y de poner mi bienestar antes de su deseo, respetó mis tiempos y se tomó el suyo para disfrutarlo.
—No... no pares —gemí— dame más...
—Tus deseos son órdenes —respondió mientras aumentaba el ritmo y la intensidad
—Gio... ya... voy
—Eso es... —sus ojos brillaban de lujuria
Acabamos y con la respiración aún agitada me acurruque a su lado, mis ojos pesaban pero después de conversar un poco sobre nuestros planes decidimos que nuestra luna de miel debería ser en Rusia como nos lo había propuesto Mikhail. No pasó mucho tiempo luego de eso, estaba realmente agotada y me quedé dormida entre los brazos de mi esposo, no sé por cuánto tiempo. Para mi suerte, mi sueño pocas veces era profundo, por lo que el ruido de unas voces me sacó de mi sueño.
—¿Le informaste a Fabio? —dijo Giovanni
—Sí jefe, ya el apoyo está en camino —respondió uno de sus hombres
—Carga todas las armas, asegúrate de que el imbécil está con vida, iré por mi esposa
La puerta principal se cerró y escuché los pasos acercarse a la habitación, por lo que me incorporé en la cama mientras me cubría con las sábanas.
—Amore, lo siento, ¿te desperté? —dijo acercándose y dejando un beso en mi frente
—No amore, —mentí mientras me acomodaba en la cama— ¿pasó algo?
—No debes preocuparte por nada, tu solo descansa —se acercó a darme un beso en la frente
—Capo —escuchamos desde afuera
—¿Qué ocurre? —miré a mi esposo mientras este me cubría con la manta y se acercaba a la puerta
—Perdimos conexión con el equipo sur, no tenemos respuesta de su perímetro desde aproximadamente dos horas, enviamos a dos de nuestros hombres, pero tampoco tenemos respuesta de ellos
—Agrupense, usen los intercomunicadores satelitales y den un patrullaje —ordenó
—Tampoco funcionan los equipos satélitales, hemos estado yendo y viniendo desde cada punto