Imagina que te encuentras en un limbo emocional, lleno de dudas, lágrimas y vacío sin respuestas y recibes un llamado desde otro continente para anunciar la muerte trágica de un ser querido...
Imagina que la pérdida de tus padres, no solo traería so...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
GINEVRA AVOLA
Fabio no me mintió, llegamos al aeropuerto y un jet nos esperaba en la pista. Por como todos se dirigieron a él sus palabras interrumpieron en mis pensamientos, mi trabajo no es ser guardaespaldas. Había ¿terror? ¿miedo? ¿respeto? No sabría definir la tensión que inundaba el ambiente cuando había personas alrededor de Fabio. Nadie lo miraba directamente a los ojos, mantenían una distancia de al menos metro y medio, se apartaban del camino, era como una especie de dios... Tanto en sentido figurativo, como físicamente.
¡Santo padre!
¿Dónde hacen casting estos hombres?
¿Y quien es el jurado? Porque todos son unas obras de arte
—Signor... —el que asumí que era el piloto del jet por su vestimenta, movió su mirada entre la de Fabio y la mía, deteniéndose un segundo para darme un chequeo de arriba a abajo— Di frisco, —continuó cuando los hombros de mí no guardaespaldas se tensaron— L'aereo è pronto, partiremo quando ce lo dirai
«Señor... Di Frisco, el avión está listo, saldremos cuando lo indique»
—Pfff —resoplé— odio no entender bien... —murmuré para mi
—¿Ocurre algo? —preguntó Fabio mientras asumo que notaba el rubor de mi molestia al no poder comunicarme, ni entender muy bien el idioma
—Nada... —solté sin importancia
—Vamos a subir entonces...
No sé cuantas horas fueron de vuelo, me encontraba totalmente sumergida en mis pensamientos.... Últimamente la ansiedad se había apoderado de mí y el que Fabio fuese un tipo tan callado, solo abría paso a mi mente a bombardearme de información, cuestionamientos, preguntas sin respuestas y un sinfín de problemas que no venían al caso, pero que de una u otra forma no podía simplemente saltar.
—Deja de pensar tanto —parpadee un par de veces antes de girarme en dirección al rubio
—Claro, gracias por decírmelo, seguro ahora dejaré de hacerlo —la azafata que se acercaba a nosotros abrió los ojos con sorpresa, quedándose congelada, como si acabase de ver a un fantasma
—Desde acá casi escucho tus pensamientos, estas hecha un desastre —escuchamos como la bandeja de la chica, no mayor que yo, caía al piso casi junto a su mandíbula
—Oye, ¿estas bien? —me dirigí a ella quien rápidamente salió de su estupor. Sin decir ni una sola palabra se agachó y tomo las cosas que había dejado caer, con sus manos temblorosas