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Esto no podía estar pasandole.

La voz de Dulce siguió sonando en sus oídos mientras agarraba bruscamente el traje en la cama y salía de allí.
Sus piernas se movían rápidamente a la habitación de Guillermo, mientras su pulso latía en su cuello con una furia incontrolable.

Golpeó la puerta del dormitorio del albino con dureza. No se merecía ningún golpe cortés, no cuando le había lanzado a algo como esto sin previo aviso.
No iba a dejar pasar esto sin una explicación válida. Y definitivamente no había manera de que se casara con Guillermo Doblas.

Escucho una suave orden de entrar, e ingreso en la habitación, arrepintiendose al instante. Guillermo estaba tendido en la cama medio desnudo, solo cubierto con un edredón.
Tenía dos mujeres completamente desnudas a cada lado de la enorme cama. A su derecha había una morena con pelo rizado y rebelde. La mujer a su izquierda era una rubia de ojos azules. Ambas excepcionalmente hermosas, con cuerpos curvilíneos. Podrían haber sido modelos o actrices de Hollywood, de cualquier manera, a Samuel no le importaba.

En numerosas ocasiones, había visto a mujeres venir y salir de la propiedad como querían y había sido un espectador curioso preguntándose si eran negocios comerciales de Guillermo o quizás algunas amigas, nunca había imaginado que fuera algo de esta naturaleza. No es que fuera de su incumbencia ser entrometido en lo que respecta a Guillermo, pero estaba bastante claro que esto no era algo de una sola vez, era parte de una rutina.

-Buenos días, Sam cariño. Qué agradable sorpresa. Quieres unirte a la fiesta? Tenemos espacio para uno más-le invitó el albino con un acento insolente, mientras tenia el descaro de sonreírle.

Samuel ignoro sus bromas.

-Siento entrometerme. Tal vez vuelva en otro momento cuando estés completamente vestido y sin compañía-contesto el azabache y Guillermo se rió entre dientes.

-No seas tan formal ahora Sam querido, no cuando estamos a punto de ser familia.

La ira burbujeo dentro de Samuel como una erupción volcánica al escuchar eso.

-Puedo hablar contigo un momento?-pidió y las chicas tomaron esto como una señal para comenzar a recoger la ropa desechada del suelo. No parecía importarles su desnudez en presencia del azabache, como si caminar desnudas frente a extraños fuera tan común como servirles café a invitados.
Cuando estuvieron completamente vestidas, cada una de ellas besó a Guillermo en los labios y él, les susurró algo al oído que las hizo reír, obviamente algo obsceno.

-Nos vemos pronto mis amores. Sírvanse desayuno abajo-arrastró las palabras y recibió besos voladores.

-Lo haremos!-dijeron las chicas al unísono.

Samuel puso los ojos en blanco. Las chicas sonrieron y le saludaron antes de salir de la habitación, cerrando la puerta detrás de ellas.
Guillermo todavía estaba tendido en la cama, entre las sábanas de seda blancas de aspecto caro. Parecía un señor aristocrático libertino al que le gustaba meterse entre licores y mujeres.
Llamó a una sirvienta, que entró corriendo a la habitación a los pocos minutos de haber sido llamada y llevaba un desayuno digno de un rey. Afortunadamente, Guillermo mantuvo las sábanas de seda envueltas alrededor de su cintura mientras se ponía de pie para ir al baño. Entonces se dio la vuelta para mirar a Samuel.

-Saldré en unos minutos y mientras tanto puedes comer algo de esto. Dulce siempre envía desayuno para una docena-comentó dejando caer las sábanas de seda antes de entrar a su baño dándole al azabache una vista completa de su buen trasero.

Samuel apartó la mirada al instante. Tenía razones para creer que Guillermo hizo eso a propósito.

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The Boy & The Bear ❈RubegettaAU❈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora