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Guillermo sonrió con satisfacción ante la respuesta de Samuel. Luego se inclinó y le susurró al oído.

-Entonces rogarás por la muerte.

Le obligaron a sentarse en la silla y arrojaron los papeles sobre la mesa.

-Ultima oportunidad. Firma-le ordenó el albino al azabache.

-No lo haré-le dijo decidido Samuel-No importa con qué me amenaces. No lo firmaré, aunque me mates.

-Muy bien, has tomado tu decisión-se deleitó Guillermo mientras una sonrisa se extendía por sus labios.

Levantó la mano hacia la criada que estaba a su derecha.

-La herramienta por favor, Akira-le pidió

Por el rabillo del ojo, Samuel pudo notar un carrito, con herramientas de tortura colocadas sobre él. Y como si Akira fuese una asistente de cirujano en una operación importante, le entregó un alicate a Guillermo.

Samuel se puso rígido.

"No dejes que vean tu miedo, Samuel, se alimentarán de el. Quieren que te humilles y ruegues por misericordia. No les des esa satisfacción". Se dijo.

El azabache mantuvo la cara seria e insensible a lo que estaba a punto de sucederle. Había pasado por cosas peores, también superaría esto.
Horrorizado por lo que estaba a punto de suceder, vio a Guillermo clavar el alicate en la uña de su dedo índice.

-Seguro no quieres filmar esos papeles?-le preguntó dulcemente Guillermo.

-La respuesta sigue siendo no-reafirmó Samuel, haciendo todo lo posible para no mostrar el miedo que se arrastraba profundamente dentro de sí.

Estaba haciendo esto por Ruben, por la libertad que quería para los dos. Como alguien que inicialmente fue designado para cuidarlo y protegerlo, haría su trabajo hasta dar su último aliento.

Un segundo después, un lamento horrorizado llenó el silencio y un dolor potente atravesó al azabache. Su dedo estaba empapado de sangre, goteando y sin una uña. La sangre terminó manchando la hermosa alfombra debajo de sus pies.

Era irónico. Una mansión hermosa como esta, no contenía nada más que años de dolor, sufrimientos, mentiras y engaños. No había amor entre esas paredes, solo hambre de poder y el título que lo acompañaba.
Y de alguna manera, Samuel terminó siendo parte de toda esa locura.

Guillermo metió el alicate en el pulgar del azabache.

-No me lo pongas más difícil, Sam-canturreo el albino.

El azabache se las arreglo para mantener la cara seria a pesar de que sus entrañas estaban sintiendo el fuego del infierno.

-Hazlo-desafío a Guillermo-Haz tu mayor esfuerzo, bastardo enfermo, pero no voy a firmar los malditos papeles.

Guillermo le dio la misma sonrisa encantadora, del primer día en que lo conoció.

-Con mucho gusto, mi amor.

Samuel grito lo suficientemente fuerte, como para escucharse por toda la mansión. La uña de su pulgar también se había ido.

-La sangre está manchando la alfombra, Willy-señaló Cristina, inspeccionando la costosa alfombra turca-Creo que ya deberíamos detenernos. El no lo hará, incluso si le arrancas todas las uñas y no vale la pena arruinar una alfombra que vale tres millones de dólares, vintage y hecha a mano.

Guillermo pensó que Cristina tenía razón. Después de todo, la alfombra se estaba arruinando. Así que gracias al costoso tejido, la tortura se detuvo.

The Boy & The Bear ❈RubegettaAU❈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora