CAPÍTULO 1

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La música pulsaba incesantemente en los oídos doloridos de Freen mientras era constantemente empujada en la abarrotada pista de baile. Noey y Baitoey bailaban muy pegadas a sus parejas mientras ella las observaba con envidia, tratando desesperadamente de no pensar en su ahora ex-novia Kim mientras, también, evitaba que algún extraño borracho se le acercara demasiado. Nam y Heng habían desaparecido unos veinte minutos antes para hacer fila y comprar algunas bebidas y por la longitud de la fila todavía les llevaría un rato más esperar.

Freen ni siquiera estaba segura del porqué salió de fiesta con sus amigos esa noche. Poniendo de lado el hecho de que se sentía completamente sola en un lugar lleno de extraños, aparentemente está era la forma en que sus amigos intentaban que se olvidara de Kim.

Estaban fallando miserablemente.

La fuerte música no ayudaba; los antros y clubes nunca fueron su escena y parecía ser que nunca lo serían.

—¿A dónde vas? —Baitoey gritó sobre la música. Freen estaba sorprendida que la pudo escuchar en primer lugar.

—Baño —gritó de regreso antes de darse la vuelta y dirigirse fuera de la pista de baile sin darle tiempo a Baitoey de cuestionarla más.

Freen se abrió paso al primer piso, al otro extremo del club; estaba significativamente más tranquilo y, en lugar de una fila para conseguir bebidas, había un bar despejado con asientos. Tomando el primer banquillo disponible, se acomodó y escuchó la música que sonaba suavemente en el fondo. El fuerte bajo del segundo piso se podía escuchar, pero era muy tenue. Freen descubrió que se sentía más relajada, pero sin la música ensordeciendo lentamente sus oídos, sus pensamientos regresaron rápidamente a su ex.

Habían estado juntas por casi cuatro años; fueron novias desde preparatoria e incluso planearon irse a la misma universidad juntas pero cerca del final de su último año, Kim se estaba volviendo más abusiva y violenta y no solo emocionalmente.

Freen había escuchado de todo. Sus amigos habían pasado varias horas a la semana intentando convencerla de dejarla, pero Kim siempre se enteraba y manipulaba a la pelinegra para quedarse con ella.

Unos días antes, de la nada, Kim regresó a casa del trabajo y le demandó que se mudara con ella a California. Cuando se negó, Kim se enfureció y la golpeó causando que un enorme moretón se formara alrededor de su ojo. Usualmente, Kim no era tan ruda; había algunos pequeños hematomas y empujones cada cierto tiempo pero nada tan drástico como esto. Eso le dio finalmente a Freen el incentivo para irse pero ahora estaba sola, en un club rodeada de personas borrachas y sudadas.

—¿Qué te ofrezco? —el alto bartender le preguntó, sacándola de sus más profundos pensamientos.

—Scotch Whiskey —le respondió al joven hombre, el cual levantó las cejas a su elección de alcohol. Freen, sin embargo, decidió ignorar la curiosidad del bartender y en su lugar, se concentró en jugar con los pedacitos de servilleta que el anterior cliente había, indudablemente, arrancado en su embriaguez.

Agradeció con un ligero movimiento de su cabeza cuando la bebida fue colocada enfrente de ella antes de que el hombre se alejara para servir a otro cliente.

—No es muy amigable con los clientes, ¿cierto? —una voz causó que Freen saliera de sus pensamientos y apartara la mirada del hielo en su bebida que comenzaba a derretirse.

Junto a ella estaba una hermosa y joven mujer; a pesar que estaba oscuro, Freen podía apreciar los extravagantes rasgos mixtos de la desconocida. Su cabello era castaño claro y sus ojos un cálido color café. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que Freen habló con una mujer que no fueran sus amigas o Kim por lo cual estaba sin palabras.

Una Noche Para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora