CAPÍTULO 23

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Becky se quedó allí con la boca abierta, su mente corriendo a mil por hora pero su cuerpo sin reaccionar, sus labios no se atrevían a hablar, pero estaba lista para cerrarles la puerta en la cara. Lo único que la detenía de hacerlo era Freen; quería actuar lo más civilizada posible con su novia presente, no obstante, le resultaba difícil cuando miraba a los ojos de sus padres y solo sentía una repulsión que la consumía.

¿Por qué Duncan los había dejado entrar? ¿Mason no mencionó el proceso de seguridad o simplemente estaba siendo negligente? Definitivamente tendría una conversación con él cuando tuviera la oportunidad.

—¿P-podemos entrar? —preguntó Rawee con valentía, y Freen miró a Becky quien se movió incómoda ligeramente; a pesar de ello, la rubia dejó caer los hombros y sus ojos se suavizaron.

Becky se alejó de la puerta y regresó a la sala de estar, se sentó y observó cómo Freen cerraba la puerta detrás de sus padres. Torpemente, se adentraron en la casa, analizando cada detalle que podían ver sin ser atrapados.

Freen se sentó a su lado mientras sus padres se dirigían lentamente al sofá opuesto a ambas, y antes de que pudiera hablar, ella estaba lista.

—¿Qué hacen aquí? —su tono era frío, más frío de lo que Freen jamás lo había escuchado, y era lo suficientemente aterrador como para enviar escalofríos por su espalda y, aparentemente, a través de los padres de la castaña.

Ellos la miraron con arrepentimiento, sus manos entrelazadas en busca de un consuelo que no parecía llegar; en su lugar, intercambiaron miradas antes de que su madre decidiera hablar.

—Nosotros... queríamos verte —murmuró tímidamente, con ojos suaves y sinceros y los labios temblando ligeramente por el miedo.

—Tuvieron cuatro años para eso —Becky tenía los brazos cruzados y estaba preparada para defenderse.

Sus ojos miraron momentáneamente a Freen; medio esperaba que su novia hubiera organizado esto, pero cuando vio la mirada sorprendida en el rostro de Freen, quedó claro que no era el caso.

La habitación estaba tan silenciosa que el tictac del reloj en la pared era el único sonido que llenaba el vacío en el aire. Freen habría encontrado la situación incómoda si no estuviera tan nerviosa.

—Lo sentimos, cariño... —el padre de Becky comenzó a hablar, pero fue interrumpido de inmediato por la mano de la actriz levantándose para silenciarlo.

—No tienes derecho a llamarme así, ninguno de ustedes —podía sentir lágrimas formándose en las comisuras de sus ojos, pero no se atrevió a mostrarlas; simplemente alcanzó el brazo de Freen con la esperanza de que el contacto le diera la confianza necesaria para echar a sus padres como ellos la echaron a ella.

—Rebecca —su madre intentó, su voz aún suave—, lo sentimos. Estamos aquí para disculparnos, queremos que seas parte de nuestras vidas. Sabemos que no merecemos tu perdón, pero te amamos.

Observó cuidadosamente la mano de Becky, mirando con curiosidad la desesperación que Becky parecía haber desarrollado en su relación con Freen.

—Tuvieron una forma muy interesante de demostrarlo, madre.

Freen se sentó en silencio, observando cuidadosamente a los padres de Becky, y ellos al notar esto, se encontraron con un par de ojos color miel juzgándolos, lo cual obviamente esperaban, pero aún así era difícil.

—¿Podríamos, quizás, hablar en privado, Rebecca? —El padre de Becky miraba a Freen, sus ojos moviéndose de arriba abajo sobre la pelinegra de manera igual de juiciosa que los de ella, lo cual hizo que Freen mirara a Becky en protesta.

Una Noche Para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora