CAPÍTULO 14

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Freen había perdido todo sentido del tiempo, a menudo ni siquiera sabía qué día era. No era porque estuviera borracha, sino porque se sentía emocionalmente perdida.

Sin Becky, era difícil distinguir la diferencia entre realidad y fantasía porque, en realidad, Becky era una combinación de ambas.

Se guiaba simplemente por el último recuerdo que tenía de algo relacionado con Becky. Habían pasado cuatro meses y cinco días desde que se había ido; hacía cinco días desde que Derek había aparecido en su puerta con el acuerdo de confidencialidad, cinco días desde que lo había leído, cinco días desde su última interacción con alguien cercano a Becky.

Así era como funcionaba ahora.

Había logrado mantener las apariencias en público; nadie parecía saber que estaba luchando con la pérdida de Becky. Incluso después de cuatro meses, aún recibía miradas ocasionales en el trabajo cuando entraba o salía de una habitación, la gente no parecía superarlo. Quizás aún no lo creían. Tal vez era la ruptura repentina; de repente estaban juntas y luego, de repente, no lo estaban.

—¿Qué planes tienes para este fin de semana? —preguntó Nam mientras salían juntas del ascensor, dirigiéndose a sus respectivos autos.

—Supongo que haré limpieza de primavera —murmuró Freen con una voz sin vida y apagada.

—Es invierno —Nam levantó una ceja, sabiendo que Freen estaba mintiendo.

—Es una expresión.

—Noey vendrá de visita —intentó nuevamente, probablemente un poco de interacción social era lo que Freen necesitaba.

—Eso será bueno, ¿y Baitoey?

—No, ella está atrapada en Filadelfia.

Llegaron a sus autos, los cuales estaban estacionados juntos. Apoyándose contra el frío metal, Freen observó cómo Nam le daba vueltas al asunto.

—Quiere que vayamos a cenar esta noche.

—Allí estaré —Freen respondió sin dudarlo. No tenía sentido alejarse de sus amigas, y se estaba volviendo cada vez más difícil ser tan feliz cuando en realidad no sentía mucho. En cambio, decidió que si no podía salir por sí misma, podía salir por sus amigas—, ¿pasas por mí?

—¡Sí! —La cara de Nam se iluminó al instante—. ¿A las siete?

—Suena bien, nos vemos entonces.

Para cuando Freen llegó a casa en el tráfico de la hora pico, solo le quedaba poco más de una hora para arreglarse y, de repente, toda la ropa que quería usar parecía inapropiada; después de todo, durante la última semana, lo único que había usado era la chamarra de Becky. Aún olía a ella, pero Freen sabía que era hora de lavarla, de dejarla ir, pero no podía.

Era como si lavarla la hiciera desaparecer por completo.

Sin embargo, cuando tomó la prenda que le recordaba tanto a Becky y se acercó a su lavadora, no le pareció tan difícil meterla y cerrar la tapa. Encender la máquina para lavarla, sin embargo, fue otra historia.

Apartándose sin encender la máquina, decidió hacerlo más tarde y, en su lugar, se fue a cambiar y preparar para la cena.

Pronto, el sonido del claxon de Nam vino desde la calle y Freen cerró su apartamento con llave y bajó corriendo las escaleras.

La cena estuvo bien, considerando que todavía había miradas ocasionales de personas desconocidas, pero de alguna manera se estaba acostumbrando a ello.

Noey se sorprendió al ver a Freen salir, pero decidió no insistir en el tema ya que probablemente solo la haría sentir mal. Compartieron algunas risas y bebieron unas copas de vino, y parecía que había pasado una eternidad desde que Freen había reído y sonreído porque realmente quería hacerlo.

Una Noche Para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora