CAPÍTULO 30

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Era mediodía y Becky aún no había dormido. Después de una larga llamada telefónica con Nun y Kiet para organizar cuándo vendrían a Los Ángeles, fue a ver a Mason. Él también estaba exhausto, pero los cirujanos habían retirado con éxito la bala de su hombro y podría regresar a casa en unas pocas horas.

No tenía muchas ganas de hablar, nadie en realidad.

Derek les había informado que los medios estaban en todas partes hablando de lo que había sucedido, en su mayoría porque no sabía qué más decir; todo con él siempre estaba relacionado con el trabajo, no podía evitarlo.

—Freen fue trasladada a una habitación privada —anunció Charlotte después de mirar su localizador. La rubia había estado entrando y saliendo de la habitación de Mason durante toda la mañana para atender sus asuntos de trabajo.

Becky la miró con desgano antes de ponerse de pie.

—¿Ya se ha despertado? —preguntó.

—Carol dijo que estaba medio consciente, pero de todos modos puedes visitarla. Su doctor estará allí esperando. Me gustaría acompañarte, pero tengo que ver a un paciente —Charlotte la abrazó antes de despedirse de todos los demás y marcharse.

—Rebecca —llamó Mason suavemente y ella se volvió hacia él—. Quiero que Duncan vaya contigo.

Becky miró a Duncan, que había estado callado desde esa mañana. Parecía incómodo al alejarse del lado de Mason, pero se puso de pie cuando recibió sus órdenes.

—De acuerdo, pero cuando te vayas a casa, quiero que Duncan vaya contigo. Derek volverá pronto y puede quedarse conmigo hasta que Duncan regrese —dijo más para el joven guardaespaldas que para Mason, pero ambos hombres asintieron comprensivamente.

—Charlotte dijo que está en la sala F, habitación cuatro —dijo Duncan mientras salían de la habitación. Estaba mirando su teléfono, así que Becky asumió que Charlotte le había enviado un mensaje en algún momento—. Derek dijo que nos encontraríamos allí un poco más tarde.

—Está bien —respondió Becky en voz baja y agachó la cabeza para evitar miradas en el hospital, que ahora estaba relativamente lleno.

Cuando finalmente llegaron a la sala F, se sorprendió un poco al notar que era casi completamente diferente al resto del hospital; tranquila, casi demasiado tranquila, muy inquietante y poco acogedora, ya que Becky se había acostumbrado al ruido, incluso si había aprendido a bloquearlo.

—Es extraño, ¿verdad? —murmuró Dunca mientras caminaban, siendo sus pasos lo único que llenaba sus oídos.

—Inquietantemente lo es —respondió cuando finalmente encontraron la estación de enfermería de esa sala.

Todos los que estaban sentados frente a su computadora levantaron la mirada en el momento en que Becky se detuvo, con rostros sorprendidos antes de recordar que estaba allí para ver a Freen.

Becky sabía que nunca se acostumbraría a las reacciones del personal del hospital, obviamente sabían quién era Freen y, a su vez, quién estaba saliendo con ella, así que aunque no fuera una sorpresa ver a Becky donde estaba Freen, de alguna manera todavía resultaba sorprendente.

—Hola —comenzó lo más educadamente posible—, solo quería saber dónde está la habitación cuatro.

—Sí, por supuesto, señorita —respondió una mujer mayor. Se había levantado de su escritorio y fue la primera en reconocer verbalmente a Becky—. No tardará un momento —continuó mientras tomaba el teléfono y marcaba un número rápidamente.

—Doctor Greens, la señorita Armstrong está aquí —esperó a que la persona al otro lado respondiera—. Excelente, gracias —colgó y se acercó a Becky—. El cirujano tuvo que ver rápidamente a otro paciente, pero está en camino en este momento. Ahora, la habitación de la señorita Chankimha está justo al final del pasillo a la derecha, el número de la habitación está en la parte superior de cada puerta, por si acaso se pierde.

Una Noche Para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora