CAPÍTULO 25

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Dos meses después...

Becky había perdido la paciencia con el investigador privado que Mason había contratado. El tiempo había pasado, la nieve ya se había ido y la temperatura había aumentado, y aún así no había resultados.

El misterioso investigador privado, que aparentemente tenía muchos años de experiencia, había llegado a una sola conclusión; Kim había desaparecido, y eso no era suficiente. La última información decente que había encontrado sobre ella indicaba que estaba en una estación de autobuses en Nueva York.

—Bec, cariño, estás caminando de un lado a otro y me está mareando —Freen se rió desde la cama. Becky no se había dado cuenta de que la mayor había despertado, pero por su comentario dedujo que debía haber estado observándola pensar durante bastante tiempo.

—No pudo haber desaparecido así como así —dijo mientras se detenía al final de la cama.

—No pienses en ella, ven aquí —Freen extendió la mano, pero Becky no podía apartar sus pensamientos inquietos de su mente, ni siquiera cuando la sábana que Freen había estado usando para cubrir su parte media desnuda se deslizó un poco con sus movimientos.

Becky se sentó, sintiéndose frustrada y confundida, incapaz de unir ninguna de las patéticas pistas que había obtenido el investigador privado.

—¿Qué te ayudará a olvidarte de esto? —Freen preguntó en tono de derrota mientras dejaba caer su mano en la cama.

Becky había estado más preocupada por el ataque de Kim a Freen que por su propio cáncer, a pesar de que ya estaba casi curada y estaba al borde de la remisión. Freen pensaba que merecía una prioridad más alta que Kim.

—Quiero que la metan tras las rejas por haberte lastimado —gruñó Becky, sin mirar a Freen, pero eso no impidió que la mayor notara su enojo.

—La policía sabe lo que pasó, también la están buscando, cariño. La encontrarán —Freen se recostó contra el cabecero de la cama, deseando poder volver a la noche anterior, a toda la diversión que había tenido con su castaña favorita.

Ahora, sin embargo, parecía que todo se había desplazado al fondo de la mente de Becky, como si no fuera importante, y eso no hacía sentir muy bien a Freen.

—¿Estás enojada porque no parecía muy emocionada por... la pregunta que me hiciste anoche? —preguntó tímidamente, y aunque sus ojos estaban fijos en sus dedos jugueteando, pudo sentir la cama moverse cuando Becky se giró para mirarla.

—Dios, no, Freen; no soy tan infantil —respondió Becky rápidamente mientras se movía hacia arriba en la cama para tomar las manos de la mayor—. Solo me gustaría que te importara el hecho de que te lastimó, que te maltrató. Si no puedes preocuparte por eso, al menos ten en cuenta que si llegara a tener otra relación, podría maltratar a esa persona.

Mientras Freen procesaba las palabras de Becky, sintió que la castaña le apretaba los dedos con la esperanza de que eso las ayudara a superar la situación.

—Me importas, Freen, pero ¿qué hubiera pasado si Duncan no hubiera interrumpido? Y sé que la apartaste, lo sé, pero ya estabas herida, podría haberte perdido y pensar en eso me hace sentir un nudo en el estómago.

Habían tenido esta conversación muchas veces antes, durante las últimas semanas de citas médicas y la búsqueda de trabajo de Freen sin éxito, lo único de lo que hablaban era de Kim.

Freen estaba harta del tema; quería dejar atrás a Kim, pero Becky no estaba dispuesta a hacerlo, y considerando que compartían el rasgo de la terquedad la mayor parte del tiempo, terminaban en una discusión, seguida de disculpas y, a veces, sexo apasionado.

Una Noche Para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora