CAPÍTULO 4

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Después de permanecer diez minutos en la misma posición, casi completamente desnuda en el baño, Freen comenzó a temblar mientras Rebecca la sostenía, y por más que intentara reprimir sus temblores, la castaña se dio cuenta rápidamente.

—Necesitas vestirte.

—No necesito vestirme —Freen dijo con una confianza que no sabía que tenía. Sus labios se desplazaron desde la base del hombro de la actriz hasta su cuello y comenzaron a depositar pequeños y ardientes besos contra la suave piel de la castaña.

Rebecca movió su cuello para permitirle a Freen más acceso antes de dejar que sus propias manos se deslizaran por la cintura cintura de la mayor. Ambas podían sentir cómo el ambiente cambiaba cuando las manos de Freen se dirigieron hacia la parte baja de la espalda de la menor, jugando con el borde de la holgada playera de Rebecca. Sentía las yemas de sus dedos moverse incontrolablemente debajo de la tela. La piel de Rebecca era cálida y suave como la seda, tentando a Freen a tocar más mientras sentía cómo sus labios se deslizaban hacia los de la actriz.

—Woah, tranquila —susurró Rebecca; no pudo evitar que se mezclara un gemido en su voz mientras las manos de Freen seguían aferradas a su cuerpo—. Se supone que no debería estarte besando.

—¿Qué? ¿Por qué no? —Freen se sintió ligeramente frustrada por ser detenida nuevamente, pero estaba bastante confundida por la declaración de Rebecca.

—Vístete. El que estés envuelta solamente en una toalla es muy distractor. Te veo abajo —Rebecca se dio la vuelta y salió del baño, tratando de aparentar que no le molestaba demasiado tener que detenerse, pero secretamente se estaba volviendo loca.

Su cuerpo quería más, quería que Freen la tocara, que la sostuviera, pero tenía que ser responsable. Peinó su cabello y ajustó su playera mientras bajaba las escaleras antes de tomar el enorme sobre que Mason había estado casi arrojándole antes.

Los minutos pasaban y aun no sabía cómo iba a abordar la conversación que tenía pendiente con Freen; creía que ya estaba acostumbrada a este punto, pero lo único a lo que parecía estar acostumbrada era a la reacción de la gente cuando les pedía que firmaran, lo ofendidos que estaban como si les pidiera que firmaran su alma.

—¿Son nuevas? —Rebecca se volteó para ver a Freen bajando las escaleras. La ropa que llevaba resaltaba cada parte de su cuerpo y le sería difícil mentirle a alguien tan hermosa como Freen.

—Quizás —rió suavemente.

—Son de diseñador —al voz de Freen estaba cargada de sorpresa mientras se acercaba a la actriz.

—¿Lo son? Mason las consiguió. Tiene buen gusto, ¿no crees? —no era realmente una pregunta sino más bien una evasión al comentario de Freen.

—Te devolveré el dinero.

—Eso no va a ser necesario, Freen —el rostro de Rebecca se mantuvo bastante neutral hasta que Freen levantó una ceja en desaprobación. Tratando de evitar los ojos color chocolate de la otra chica, Rebecca se movió por la habitación y observó su entorno; aunque llevaba viviendo ahí un par de semanas, todavía no se había acostumbrado. Se sentía incómoda, como si estuviera en casa de una nueva amiga y estuviera durmiendo allí por primera vez.

Todo en la vida de Rebecca parecía sentirse nuevo desde el momento que se mudó a Allentown; las personas eran diferentes, el clima definitivamente era diferente.

Se sentía incómoda en este nuevo entorno, pero con Freen se sentía más tranquila y era agradable estar lejos de todo el drama.

—Lo firmaré —Freen rompió el silencio y miró hacia las manos de Rebecca que jugaba distraídamente con el sobre.

Una Noche Para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora