CAPÍTULO 6

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Las piernas de Becky se movían vigorosamente mientras corría junto a la orilla del lago. Era temprano por la mañana y se podía escuchar el suave canto de los pájaros llenando la atmósfera silenciosa. Apenas estaba amaneciendo y el brillante orbe amarillo que había estado ausente durante días finalmente se abría paso entre las nubes.

Era apenas el inicio del día, pero el sol era cálido indicando que la lluvia no iba a ser parte del pronóstico del día. De hecho, no había ni una sola nube en el horizonte lo cual decepcionó a Becky porque eso significaba que no había forma de que Freen no fuera a su partido de fútbol.

Mientras corría por el antiguo camino que conducía a las diferentes áreas del lago, bajaba la cabeza cada vez que alguien pasaba junto a ella, aunque su sudadera gris oscuro cubría la mayor parte de su rostro de todos modos.

Durante las últimas semanas viviendo en Allentown, Becky se había adaptado a la tranquilidad del lago. Por lo general no había nadie por los alrededores y, si lo había, estaban tan absortos en sus propias actividades que nadie parecía darse cuenta de quién era ella y eso le gustaba.

Después de correr por casi una hora, había recorrido su ruta y se dirigía a casa. El lago no era muy grande, pero era lo suficientemente grande como para atraer atención durante el verano.

Se dirigió al camino principal y vio a Mason cerca de su coche, observándola y verificando el entorno a su alrededor con cuidado, brindándole seguridad adicional en caso de que fuese necesario. Ella asintió hacia él y lo vio entrar al vehículo para después escuchar cómo arrancaba el motor.

En su camino hacia el sendero de gravilla, no muy lejos del estacionamiento del lago, Becky sintió su corazón dar un vuelco al pensar en volver a Freen. La mayor estaba profundamente dormida cuando salió de la enorme casa por lo que asumió que no despertaría en un rato.

Becky se sacudió de sus pensamientos plagados con la imagen de una desnuda Freen cuando Mason pasó a su lado en el Porsche. Ella sonrió ante su interés por el vehículo antes de entrar por las puertas de su propiedad. Dejando el coche estacionado frente a la casa, Mason salió con esfuerzo del lujoso coche debido a su musculoso cuerpo.

—Presumido —Becky se rió suavemente mientras Mason sonreía.

—¿Con qué frecuencia tengo la oportunidad de conducir un Porsche, Señorita Armstrong?

—No muy a menudo, ¿pero qué tiene de malo el AUDI? —Becky jadeaba ligeramente, no por falta de condición física sino por el agotamiento. Correr era algo que hacía todas las mañanas para mantenerse en forma.

—Supongo que es un símbolo de estatus —respondió Mason mientras la seguía por las escaleras y sacaba las llaves de la casa de su bolsillo, entregándoselas a Becky cuando ella esperaba en la puerta.

—Oh sí, ¡mírame! Soy rica y pretenciosa —la actriz se burló mientras ambos entraban.

—Entonces, ¿por qué compró el carro si no le gusta? —el guardaespaldas preguntó con curiosidad.

—Oh, me gusta y me queda bien, siendo del tipo rico y pretencioso —Becky se rió mientras se quitaba sus tenis de correr y los lanzaba a un lado.

Mason se unió a su risa antes de esperar más instrucciones.

—Estoy preocupada por el partido de hoy. Creo que está en peligro al estar en público de esa manera —Becky se colocó en frente de Mason y observó su reacción, esperando una respuesta pero él parecía no saber qué decir.

—¿Por qué la está dejando ir? —preguntó mientras se frotaba la barbilla,

—Dato interesante, ella es más terca que yo.

Una Noche Para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora