CAPÍTULO 22

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Becky se quedó dormida poco después de cuestionar la vestimenta de Freen y permaneció en su sueño durante casi siete horas.

Freen no se había alejado de su lado en ningún momento; había estado sentada en silencio en la silla de visitante, observando a la castaña de manera protectora y sin hacer mucho más. No fue hasta alrededor de las seis de la mañana que sus ojos comenzaron a cerrarse debido al agotamiento. Freen había llegado de regreso a Filadelfia alrededor de las tres de la mañana y el desfase horario la estaba afectando, ya que no le había dado tiempo para adaptarse y, en cambio, se centró en estar con Becky.

Su mano se había acomodado junto a la de Becky, quien descansaba profundamente; parecía que nada la despertaría, ni siquiera cuando Jacob había abierto la puerta para comprobar que todo estaba bien. No era una persona muy silenciosa, pero Freen tenía la sensación de que no se daba cuenta de ese hecho.

Era poco después de la siete de la mañana cuando los ojos de Freen finalmente perdieron la batalla para mantenerse abiertos. Había acercado aún más la silla a la cama, por lo que apoyar la cabeza en las cálidas sábanas solo hacía que sus cansados ojos se cerraran más rápido; esperaba que al descansar la cabeza junto a la mano de Becky, le proporcionara la comodidad que tan desesperadamente necesitaba.

Sentía que no había pasado nada de tiempo cuando una mano fría comenzó a acariciar suavemente su cabeza. Freen suspiró, inclinó la cabeza y abrió los ojos para encontrar los débiles orbes de Becky mirándola.

—Lo siento... te desperté —se disculpó, su voz sonaba con más dolor que siete horas atrás.

—No te preocupes —Freen bostezó antes de sentarse de nuevo y estirar los brazos detrás de la cabeza.

—¿Dormiste... lo... suficiente? —preguntó la castaña con una ceja levantada.

—¿Cuánto más vas a hablar hasta que recuerdes que tienes órdenes médicas? —Freen refutó.

—¿Cuánto vas... a evitar... mis preguntas... hasta... que me... respondas? —Becky podía sonar enferma, pero el dominio en su tono todavía era evidente.

—Touché —Freen se rió mientras miraba su reloj para ver la hora—. Dormí alrededor de una hora.

Becky parecía satisfecha con su honestidad, aunque no estaba contenta con el resultado; sin embargo, no expresó su opinión, ya que su garganta estaba demasiado dolorida para discutir con un aguerrida novia.

Freen la observó protectoramente durante un tiempo y no le importó; simplemente estaba disfrutando de su compañía. Quería hablar con su novia, no había nada que quisiera más que escuchar todo sobre el viaje de Freen a París. Con el tiempo, Becky se dio cuenta de que los labios de Freen se torcían en una sonrisa, lo que le causó curiosidad.

—¿Qué? —preguntó forzando las palabras debido al dolor en su cuerpo.

—Estaba pensando en París, en la cara de mis padres cuando entraron al penthouse. Realmente no tenías que hacerlo, ¿sabes?

Becky permaneció en silencio, pero le dio a Freen un gestó alentador, indicando que siguiera hablando.

—Les encantó, a mí igual. Dios mío, la vista —Freen parecía perdida en sus pensamientos mientras hablaba, y Becky lo encontró esclarecedor. Sin embargo, el comportamiento de la pelinegra cambió rápidamente cuando volvió la mirada hacia Becky, quien la había estado escuchando en silencio—. ¿Por qué no me dijiste que ibas a tener cirugía?

No sabía por qué estaba preguntando, si ya sabía la respuesta. Sabía que Becky no le había contado debido a sus vacaciones, pero todavía le dolía descubrirlo de la manera en que lo hizo.

Una Noche Para RecordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora