Capítulo 17

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                                     Derek

Aquella mañana tras dejar a Madisson en el instituto me dirigí a la universidad. Aparqué el coche en el aparcamiento de estudiantes y me dirigí directamente al edificio tres: a la clase de matemáticas.

Me senté en mi sitio habitual y al rato sentí la mano de alguien en mi hombro. Me giré y me topé con la gigantesca sonrisa de una compañera de clase; Rachell.

— Hola Daniel —me saludó.

— Hola Rachell —le devolví una forzada sonrisa. ¿Por qué me estaba hablando esta?

— ¿Qué tal el fin de semana?

— Ha estado bien —dije deseando que se marchara.

— Me alegro, oye, ¿qué te parecería si mañana a la tarde fuésemos a tomar algo? —se mordió el labio.

— ¿A tomar algo? ¿Como una cita? —inquirí.

— Exacto, como una cita.

¿Una cita con Rachell? Si claro... me estaba rebanando los sesos para pensar cómo convencer a Madisson de que saliese conmigo e iba a salir con.... ¡Eso es!

— Me encantaría —le dije sonriendo ampliamente—
¿Qué te parece si quedamos en el café Garden a eso de las cinco?

— Perfecto —exclamó emocionada— Aunque tal vez tarde un poco, se me ha averiado el coche y ahora tengo que ir en autobús a todos los sitios.

— Bueno, ¿no vives muy lejos de mi casa, verdad?

— Pues, a unas cuantas calles de distancia, la verdad
—rio.

— Pero, ¿cómo para venir andando hasta mi casa y que luego yo te lleve en coche?

— Supongo que sí, podría hacer eso.

— Entonces pásate por mi casa, e iremos juntos.

— !Genial!

Las clases de la mañana fueron bastante aburridas, no me entusiasmaban demasiado las estadísticas pero si quería aprender a analizar las rutas de los peces tenía que aguantarme.

Los lunes tenía una hora y media de descanso hasta la última clase, y aquel era mi momento favorito porque coincidía en la cafetería con mi mejor amigo; Owen

Lo divisé mirando una vitrina en la que se apreciaban un montón de tipos de bocatas.

— ¿Por qué siempre miras todos y cada uno de ellos si todos los lunes comes lo mismo? - le pregunté.

— ¿Por qué tienes que cuestionar todo lo que hago?
¿Nunca has pensado que hay una razón lógica y racional para que haga esto?

— ¿La hay?

— No, pero podría haberlo —la camarera se nos acercó con una sonrisa— ¿Me pones un bocadillo de albóndigas?

— Claro, ¿y tu? —me pregunto.

— Lo de siempre, uno de lomo con patatas —le conteste.

Pagamos nuestra comida y nos sentamos en una de las mesas.

— Tal vez deberíamos de traer la comida de casa, nos gastamos un dineral comprándola —me dijo.

— Ninguno de los dos sabe ni freir un trozo de carne sin armarla —dije sacando de mi mochila mi botella de agua.

— Tu al menos tienes a Madi, yo solo tengo un bastardo de diez años que se alimenta a base de oreos.

— Cada vez que le digo a Madisson que me prepare algo me manda a freir espárragos, lo cual no tiene ni pies ni cabeza porque si supiese hacerlo no le pediría que cocinase.

Enamorada de mi hermanastro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora