Capítulo 25

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Madisson

A la mañana siguiente, me desperté y me encontré atrapada entre los brazos de Derek. Después de que nuestros padres se fueran a su cama, Derek entró de puntillas en mi habitación y nos quedamos dormidos sobre mi cama.

Me di la vuelta y me quedé contemplando su hermoso rostro dormido.

— Buenos días —le susurré y le di un corto beso en los labios.

— Buenos días —dijo sonriendo sin abrir los ojos—
¿Cómo has dormido?

— Genial, hacía tiempo que no dormía tan bien. ¿Y tu?

— Mejor que nunca —abrió los ojos y besó mi frente.

— Derek, hay una cosa de la que no hablamos ayer.

— ¿De qué se trata?

— Rachel —contesté.

— ¿Qué pasa con ella?

— ¿Cómo que qué pasa? No me hacía gracia que antes estuvieses con ella y mucho menos ahora que eres mi novio.

— Cariño —me agarró de la cintura e hizo que me sentara a horcajadas sobre él— En cunato vea a
Rachel la dejaré. Te lo prometo.

— Más te vale. Es una perra.

— ¡Hey! Las niñas buenas no dicen esas cosas —dijo riendo.

— ¿Quién ha dicho que sea una niña buena? —dije arqueando una ceja.

— Ponte alas y pasarás por un angelito caído del cielo.

— ¿Un angelito haría esto? —lo agarró del cuello y lo besé intensamente dejándolo sin aire. Se me quedó mirando y soltó una risotada.

— Un angelito intentando parecer un diablito, que monada —sonrió con ternura— ¿Y tú que vas a hacer?

— ¿A qué te refieres? —pregunté confusa.

— ¿tu novio, no pensarás seguir con Bell, ¿verdad?

— No, claro que no.

— Bien, pues déjalo hoy cuando lo veas. Le dices que ya no quieres estar con él y punto.

— No es tan fácil... —me mordí el labio— No es como lo tuyo con Rachel, Bell siempre ha sido mi mejor amigo, no quiero hacerle daño. Te prometo que cortaré con él, pero con calma.

— Madi, no hay forma de cortar con alguien sin que alguien salga herido a no ser que sea de mutuo acuerdo. Lo mejor que puedes hacer es serle sincera, cuanto más tardes en contárselo, más le dolerá.

— Supongo que tienes razón... —agaché la cabeza— Está bien, hoy cuando lo vea romperé con él —le di un beso en la mejilla— Oye, ¿qué hora es?

— Em... —alargó su brazo y cogió el despertador de la mesilla— iJoder, las ocho!

— ¡¿Qué?! —me levanté rapidamente de la cama—
¡Vamos, muévete, llegamos tarde! — abrí el armario y escogí un conjunto en cuestión de segundos.

— Tranquila —dijo riendo— Era broma, son las siete y cuarto.

— ¿Perdón? —pregunté hecha una furia. Eché la ropa al suelo y me abalancé sobre él— ¡Casi me ha dado un ataque! —agarré una almohada y comencé a pegarlo en la cabeza.

— Para, para —me arrebató la almohada y me agarró las muñecas. Tiró de ellas y me dejó debajo de su cuerpo— Solo era una broma.

— Pues no tenía gracia —conseguí soltarme y me levanté de la cama.

— Vamos, lo siento, no te enfades —dijo pero podía notar en su tono de voz que se estaba riendo.

— Hay que ver... menudo novio tengo... —rodé los ojos.

— ¿Te he dicho que me encanta que me llames novio? —me sonrió y se acercó para darme un tierno beso.

Derek se fue a la ducha y mientras yo bajé a preparar el desayuno. Me senté en la encimera de la cocina y me quedé pensando; analizando la situación. Me sentía la persona más feliz del mundo. Estaba saliendo con una persona maravillosa y no podía estar más agradecida.

De pronto se me ocurrió una idea, una idea que iba en contra de mis principios feministas pero que aun así pensaba llevarla a cabo.

Cuando acabé de preparar la sorpresa, subí a la habitación de Derek, tras comprobar que seguía en el baño, y metí el paquete en su mochila.

Sentí que la puerta del baño se abría así que salí disparada de su habitación y corrí a la cocina.

Derek bajo en seguida y ambos comenzamos a desayunar juntos. Cuando acabamos de prepararnos, nos montamos en su coche y me llevó a mi instituto.

Me despedí de él con un corto beso en los labios, no sin antes haberme asegurado, claro está, de que nadie nos estuviese viendo. Salí del coche y entré en el instituto.

Bien, ahora a romper el corazón de Bell.

Enamorada de mi hermanastro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora