Capítulo 43

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Madisson

— Veo que ya vas cogiéndole el tranquillo.

— Gracias por mentir, pero sé que estoy dando pena —me sonrió de lado— Tu eres buenísima.

— Por algo llevo montando desde los siete años —respondí acariciando las crines de Junkal— ¿Estás
cómodo con esos vaqueros?

— No demasiado, la verdad.

— ¿Y por qué te los has puesto para montar a caballo?

— Creía que los vaqueros y las camisas de cuadros eran la vestimenta reglamentaria para montar a caballo.

— Sí, pero vaqueros sueltos, no ajustados —reí un poco alto y Junkal relinchó sacudiendo la cabeza— ¡Hey! Tranquilo pequeño.

— Tu estás increíble con esos pantalones.

— ¿De verdad? ¿Te gustan? —miré los pantalones caquis que llevaba puestos— A mi nunca me ha gustado la ropa de montar, no me parece favorecedor.

— Estás mal de la cabeza si crees que esos pantalones no te favorecen. Tal vez deberías de ponértelos esta noche en lugar del vestido que cogí.

— ¿Has preparado algo especial para esta noche?

— Algo he planeado.

— ¿Será tan increíble como este paseo?

— Estoy montando a caballo en Hyde Park por ti; yo. Yo que tengo pánico a los caballos. Lo siento mucho pero creo que no hay nada más increíble que esto.

— Me parece que tienes razón —alargué mi mano para que me la estrechara.

— Te daría la mano pero presiento que si me suelto me iré directo al suelo, así que confórmate con un beso me lanzó un beso al aire e hice un gesto de cogerlo.

— Te quiero Derek.

-Y yo a ti, Madi.

(***)

— Entonces, ¿he acertado con la sorpresa? —preguntó mientras dejaba en el asiento trasero la mochila con nuestras ropas.

— ¿Bromeas? Ha sido la cosa más increíble que ha hecho alguien por mi. Volver a montar ha sido genial —me abroché el cinturón de seguridad y me relajé en el asiento.

— Echas mucho de menos a tu caballo, ¿verdad? —se sentó en el asiento de piloto.

— ¿A Cobalt? Por supuesto. Es mi mejor amiga. Es una mierda que llevemos tanto tiempo sin vernos
cara a cara.

— Tal vez puedas verla este verano. Mi padre me dijo que tiene ganas de volver a Texas en vacaciones.

(***)

— ¿Preparada para la última noche en este alucinante fin de semana —sacó su cartera y de esta la tarjeta con la que se abría nuestra habitación.

— Sí, me tienes intrigada.

Abrió la puerta y entramos. La verdad es que me esperaba haber encontrado algo, no sé, flores, velas... cualquier cosa. Aunque lo cierto era que habíamos pasado todo el día fuera así que era que imposible que hubiese tenido tiempo para preparar la habitación de cualquier manera.

Me senté en la cama y me quité los zapatos. Estaba segura de que después de haber pasado tanto tiempo sin montar, a la mañana siguiente estaría muerta de dolor, pero me daba igual, el dolor habría merecido la pena.

— Vamos a hacer una cosa —dijo poniéndose en cuclillas frente a mí— Vas a ir al baño y vas a llenar la bañera hasta arriba, y te vas a dar uno de esos baños de espuma que te encantan pero que nunca te das porque dices que es despilfarrar agua, pero lo vas a hacer. Te vas a meter y te vas a relajar y mientras yo pediré algo para cenar y ambientaré un poco la habitación, ¿te parece bien?

— Creo que no tengo opción a negarme —reí— Lo cierto es que lo de la bañera suena bastante bien.

— Pues ya estás tardando en meterte y disfrutar —me dio un pico— Cuando acabe te avisaré para que puedas salir, ¿vale?

— Vale.

Enamorada de mi hermanastro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora