Capítulo 37

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                                 Madisson 

Compramos las entradas y nos fuimos a comprar las palomitas y las bebidas. Derek iba a comprar las palomitas para los dos, así que me fui con Bell, el cual ya se había comprado su bebida y sus nachos con queso a mirar los carteles de los próximos estrenos que había en las paredes.

— Mira —dijo señalando un enorme cartel de Sinsajo Parte II.

— Dios mío, es increíble. Vendremos a verla,
¿verdad?

— Por supuesto, al menos yo no me la pienso perder. Pero esta vez no quiero que vengan Karla y Owen.

— ¿Por qué?

— Porque son unos hungers, estoy harto de que cada vez que vemos una película digan "no lo entiendo... entonces, ¿por qué Peta ha intentado matar a Katniss?.. ¿Como que el distrito 12 ya no existe?..". Que se lean la trilogía de una vez por todas. De verdad, me desesperan —comencé a reirme a carcajada limpia— ¿Qué pasa?

— Nada, es que me encanta cuando sacas tu lado friki. Cuando sacas el tributo que llevas dentro.

— Sabes que me tomo muy en serio mis libros.

— ¿Y por qué no te opones a que Alex venga con nosotros? Ella tampoco ha leído los libros.

— Ya, pero estaba leyendo la trilogía de Divergente y le destripé el último libro diciéndole sin querer quién se moría al final. No puedo oponerme a que venga a ver Sinsajo después de lo que pasó.

— ¿De qué están hablando? —preguntó Derek apareciendo en medio de la escena.

— De Los Juegos del Hambre —le contesté señalando el cartel con la cabeza.

— Espero que la última película sea fiel al libro y no una chapuza como la primera. Mira que no cortarle la pierna a Peeta —sonreí sin poder evitarlo—. ¿Qué pasa?

— Nada —negué con la cabeza.

Este es mi novio. Un friki de Los Juegos del Hambre al igual que yo.

(***)

Casi eran las ocho y media cuando volvimos a casa.
Nos despedimos de nuestros amigos y entramos a dentro. Nuestros padres estaban en la cocina tomándose un té con galletas.

— Hola —nos saludó mi madre—. ¿Tienen hambre?
Hay pollo con macarrones en la nevera.

— Yo no tengo hambre —cogí mi taza preferida y me serví el poco té que quedaba en la tetera.

— Pues yo sí que tengo —respondió Derek sacando la fuente de cristal de la nevera.

— ¿Que tal estaba la película? —preguntó Max mientras me alcanzaba un par de galletas.

— Genial —respondió Derek.

— Genial para ustedes. Para mí ha sido horrible.

— ¿Qué habéis visto? —preguntó mi madre.

— Insidious 3 —respondimos los dos a la vez.

— iOh! Vi el trailer en la tele hace unos días. Me encantaría verlo —le dijo mi madre a su marido.

— ¿Es que soy la única a la que no le gustan las películas de terror?

— Me parece que sí —me respondió Derek dejando su plato en la mesa y sentándose a mi lado.

— Eres una rara —me dijo mi madre— Eres capaz de ir a un rodeo de toros pero te asustan las películas de terror.

— ¿Has participado en un rodeo de toros? —preguntó Derek con los ojos como platos.

— Solo abría y cerraba la puerta de la jaula del toro
—dije restándole importancia.

— Lo suficiente para provocar una taquicardia a tu
pobre madre.

— Eres de las personas más sensatas que conozco,
¿dónde tienes guardado ese lado loco y salvaje? —preguntó Derek con una mirada de emoción.

— En el cajón de una granja de Houston.

— Deberíamos de volver a Texas algún día —dijo Max dedicándome una sonrisa.

Enamorada de mi hermanastro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora