12: Brisa fresca.

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12: Brisa fresca.

Despedir a mi hijo se sintió antinatural. Mírame, ya hasta le decía mi hijo. Pero habíamos dado pasos gigantes en ese fin de semana. Lo mejor fue el abrazo tímido e incómodo que él me dio antes de abordar el vuelo. De esos en los que das dos y tres pasos, ambos mueven los brazos sin ninguna sincronía, y no sabes si dar una palmada rápida en la espalda o no hacer nada. Al final sólo fue un abrazo torpe de máximo tres segundos, y estoy siendo generoso. Pero me calentó el alma como no tienes idea.

La última vez que un gesto me tomó por sorpresa y casi me hace subir a un avión y desafiar al mundo, fue cuando Megan escribió después de muchos meses de silencio.

Abrí los chats sólo para recordar. Para no caer en el desánimo de que seguía esperando que tomara la iniciativa.

Abejita: 🐝

Yo: hola, preciosa.

No esperé que me escribiera de una vez. Incluso pensé que estaría dormida. O algo peor, como estar en una cita o follando con otro. Incluso creí que había vuelto con…

Usó nuestra jodida clave, ¿qué iba a pensar?

Abejita: creí que no responderías.

Y yo tampoco que ella lo haría.

Abejita: estabas atendiendo a otra cerda?

Yo: no. Esta vez era una yegua.

Ni siquiera recordaba qué había pasado con esa yegua, pero sí que me llevó casi toda la tarde. Estaba molido, muy cansado, pero quería sentirla cerca, incluso si sólo era a través de los estúpidos chats.

Yo: ha pasado un tiempo, preciosa.

Yo: cómo vas?

Para mí era importante saber si había avanzado. Si continuaba con su novio. Si no era una de sus apariciones para volver a desaparecer cuando hubiera cumplido mi parte en su vida.

Abejita: genial.

Abejita: lo siento. No estaba lista.

Abejita: asistí a terapia.

Suspiré con una sonrisa, aliviado. Feliz por ella. De que se estuviera tomando enserio su salud mental.

Yo: me alegro mucho, preciosa.

Yo: la vida de campo es cotidiana. Nada nuevo por acá.

Bueno, lo mismo de siempre: gemelas dispuestas a sacarme la piedra. Chicos que discutían por todo. Y Devon que no aparecía.

Abejita: ¿ya tienes una novia amante del estiércol de vaca?

Pensé en las folladas que había tenido en esos días. En que me esforcé por conocer a una mujer que me diera un respiro. Alguien que me pusiera la piel de gallina como Megan y que hiciera latir mi corazón. Pero fue una causa perdida.

No creí que fuese casualidad que después de buscar por una mujer para algo serio, Megan viniera a tocar a mi puerta.

Yo: nada estable.

Yo: me conoces.

Yo: qué hay de ti?

¿Qué haría si me decía que estaba con otro? ¿Volvería a ser la tercera rueda? ¿El que resolvía sus ganas?, supe en ese momento que no. Que no estaba dispuesto a ser el repuesto otra vez. Era todo o nada.

En un latido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora