|Tarde entre amigas|

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Charlie y Vaggie caminaban entre las tiendas de New Orleans. La luz brillante del sol apenas lograba opacar el ambiente de calma que Charlie intentaba transmitirle a su amiga. Sabía que Vaggie estaba pasando por un momento difícil después de su ruptura con Angel, y aunque normalmente se mostraba fuerte, aquella situación la había dejado abatida.

—Me alegra que hayas decidido venir conmigo —dijo Charlie con una sonrisa suave mientras ambas recorrían los pasillos—. Un cambio de aires siempre ayuda un poco, ¿no?

Vaggie, con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, asintió distraída, su mente claramente en otro lugar.

—Sí... supongo que sí —respondió, suspirando mientras observaba los maniquíes en las vitrinas—. Solo... no puedo sacarme de la cabeza lo que pasó. Angel y Husk... No me lo esperaba, ¿sabes? —Vaggie bajó la mirada, evitando que sus emociones afloraran demasiado.

Charlie la observó con una mezcla de compasión y preocupación. Sabía lo importante que era Angel para Vaggie, y que la ruptura la había golpeado más fuerte de lo que quería admitir. Sin embargo, Charlie también sabía que, a veces, era necesario un poco de distracción y diversión para empezar a sanar.

—Lo siento tanto, Vaggie —dijo Charlie, tocándole suavemente el brazo—. Sé que ahora duele mucho, pero... estoy segura de que encontrarás la manera de seguir adelante. Además, no tienes que hacerlo sola.

Vaggie sonrió levemente ante el toque de Charlie y su tono reconfortante, aunque aún había un rastro de tristeza en sus ojos.

—Gracias, Charlie. De verdad. No sé qué haría sin ti —murmuró, mirando a su amiga de reojo.

Charlie, buscando animar el ambiente, señaló una tienda de ropa elegante al final del pasillo. Las luces cálidas de los probadores invitaban a entrar.

—¡Mira! ¿Por qué no entramos a ver? Quizá algo de ropa nueva te haga sentir mejor. Dicen que renovar el armario también puede renovar el alma, ¿no?

Vaggie soltó una pequeña risa y asintió, aunque de forma un tanto resignada.

—Está bien, pero no prometo nada. No soy muy fanática de comprar por comprar, pero por ti, lo intentaré.

Ambas entraron a la tienda y comenzaron a recorrer los pasillos llenos de prendas. Charlie, con su característica energía optimista, comenzó a señalar diferentes atuendos, levantando blusas, vestidos y chaquetas, mientras lanzaba pequeños comentarios con la esperanza de arrancarle más sonrisas a Vaggie.

—¿Qué te parece este? —preguntó Charlie, sosteniendo un vestido de terciopelo color esmeralda—. Te haría ver increíble, Vaggie. ¡Serías la envidia de cualquiera!

Vaggie observó el vestido con una ceja levantada.

—¿En serio? —dijo con una media sonrisa—. No es mi estilo, pero... bueno, supongo que podría intentarlo.

Charlie insistió, empujándola suavemente hacia los probadores.

—Vamos, pruébatelo. Te aseguro que te verás fantástica.

Vaggie suspiró, pero al final tomó el vestido y se dirigió hacia los vestidores. Charlie, mientras tanto, continuaba rebuscando entre los estantes, buscando algo que también pudiera probarse ella misma. Encontró una chaqueta de cuero negra que le recordó a Vaggie y la tomó, divertida con la idea de probar algo diferente.

Unos minutos después, Vaggie salió del probador, con el vestido esmeralda puesto, ajustándose con incomodidad, pero definitivamente luciendo impresionante. Charlie la miró de arriba a abajo, sonriendo con satisfacción.

Mi falso prometido -Charlastor-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora