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La radio chisporroteaba con la estática antes de que la inconfundible voz de Alastor llenara el aire, como una sombra de lo que alguna vez fue un optimista. Su tono, aunque pulcro y elegante, tenía una oscura ironía mientras reportaba las noticias diarias de New Orleans:

—¡Buenas tardes, ciudadanos de New Orleans! Hoy en las calles más bajas de nuestra querida ciudad, el crimen sigue siendo una plaga constante. Dos asesinatos más en el Barrio Francés, uno en la esquina de Bourbon y Royal, y el otro... ah, en un oscuro callejón donde, por supuesto, nadie vio nada. Los robos en el mercado local han incrementado, las autoridades continúan "investigando". Y no podemos olvidar la gran caída de los valores de 1929... ah, qué tiempos turbulentos vivimos. El mercado sigue en declive, arrastrando con él las esperanzas y sueños de aquellos que apostaron por un mañana mejor. ¡Pero no teman! Estoy seguro de que todo se resolverá... eventualmente.

La voz de Alastor se desvaneció, dejando tras de sí una sensación incómoda, como si una amenaza invisible se cerniera sobre la ciudad.

—A continuación la canción: "Can't Help Falling in Love With You" para... relajarlos un poco.



Charlie salía exhausta de la pequeña escuela donde había conseguido trabajo como profesora. El agotamiento se reflejaba en su rostro, pero necesitaba ese empleo para poder pagar su cosas. A pesar de la naturaleza temporal de su matrimonio falso con Alastor, Charlie se tomaba muy en serio todos los detalles.

Al salir por la puerta principal de la escuela, vio a Vaggie esperándola a lo lejos, con una sonrisa en los labios. La presencia de su amiga la sorprendió, especialmente después de lo turbulento que había sido su reciente divorcio con Angel.

—¡Vaggie! —dijo Charlie con una mezcla de alegría y sorpresa—. No esperaba verte aquí. ¿Estás bien?

Vaggie, aún con la misma sonrisa en el rostro, simplemente asintió.

—Sí, claro. Quería verte... te extrañé hoy —respondió, su tono ligeramente extraño, como si estuviera hablando en piloto automático.

Charlie frunció el ceño. Había algo en Vaggie que no encajaba. Su amiga normalmente era más directa, pero ahora parecía... ausente. 

A medida que caminaban juntas, el comportamiento de Vaggie se volvía más raro. Parecía mirar al vacío, y en ocasiones, su sonrisa desaparecía, siendo reemplazada por una expresión vacía.

—Vaggie, ¿segura que estás bien? Te noto... distante —insistió Charlie, deteniéndose por un momento.

Antes de que Vaggie pudiera responder, una voz suave interrumpió el incómodo momento.

—Charlie, querida, qué coincidencia encontrarte aquí.

Charlie se giró para ver a Alma, la madre de Alastor, acercándose. La sorpresa la invadió, ya que Alastor siempre le había mencionado que su madre rara vez salía de casa, excepto en casos de emergencia.

—¡Señora Alma! —exclamó Charlie, algo nerviosa—. Qué gusto verla... ¿está todo bien?

Alma, con su acostumbrada dulzura, sonrió mientras acomodaba un mechón de cabello tras su oreja.

—Oh, todo está bien, mi niña. Solo sentí la necesidad de salir a caminar y... bueno, decidí acompañarte a casa. Es peligroso caminar sola a estas horas, después de todo...

El comentario de Alma hizo que Charlie se sintiera ligeramente incómoda, pero asintió, aceptando la compañía de la mujer. 

—¡No! —exclamó Vaggie—.

Mi falso prometido -Charlastor-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora