Capítulo 2

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Hoja Escarchada 

Un lametón en su cabeza interrumpió su sueño. Un gato marrón claro se encontraba frente a la joven curandera. Se veía cansado, pero al mismo tiempo parecía estar contento. Hoja Escarchada se levantó de su suave lecho de musgo y se limpió el pelaje antes de seguir al viejo gato hacia el pequeño claro lleno de lechos de musgo y hierbas.

Aunque no habían gatos aparte de ellos y se veía repleto de todo tipo de hojas y flores, el gato marrón se sentó en la salida de la cueva y se quedó mirándola antes de hablar.

– Necesitamos un poco más de salvia.– Maulló, señalando con su cola delgada pero peluda una grieta en una roca donde almacenaban la salvia.

– Está bien, Hoja de Manzana, iré a buscar más.– Contestó Hoja Escarchada, ronroneando al otro curandero.

La curandera salió de la cueva, encontrándose frente a Estrella de Lodo, con el que casi chocó. El atigrado marrón la saludó con un corto maullido. Lo examinó rápidamente con la mirada, pero no se veia herido. O estaba enfermo o necesitaba a Hoja de Manzana.

Hoja Escarchada salió del campamento sin fijarse en sus compañeros de clan. Respiró profundo al salir y ver el cielo, sintiendo la brisa en su delgado pelaje. No pudo quedarse allí mucho tiempo, ya que necesitaba traer la salvia que les faltaba. Avanzó sin prisa, pero tampoco muy lento, por las montañas, olisqueando el aire de vez en cuanto hasta dar con la planta que necesitaba.

Cuando la encontró, dió un maullido de triunfo y se agachó para recoger unas pocas hojas.

– Hay que sacar las hojas con cuidado, o se podrían dañar.– Pensó la gata, recordando los consejos que Hoja de Manzana le daba cuando aún era una aprendiz de curandera.

El camino de regreso le pareció más corto que el de ida. No tenía mucha prisa por regresar, ya que era temprano y no había ningún gato enfermo o herido. Su única preocupación eran los veteranos, los cachorros y Hoja de Manzana.

Su mentor estaba cada día más viejo, pero le aterraba la idea de que el gato tuviera que retirarse a la guarida de los veteranos un día de estos. Aún no se sentía lista para atender a sus compañeros de clan sin el apoyo y los consejos amables del viejo curandero.

Al llegar a la guarida, su mentor se encontraba solo, ordenando nuevamente las hierbas. Hoja Escarchada le entregó con cuidado las hojas de salvia, que el gato recibió con alegría y las guardó mientras ronroneaba. Luego de ordenarlas, se acostó en su lecho de musgo, que estaba en un agujero bastante pequeño.

– Estrella de Lodo nos ha recordado que mañana habrá media luna. – Comentó el curandero, cerrando los ojos.

– ¿Iremos al Árbol Estelar o a la Laguna Lunar? – Preguntó la gata cálico, sentándose en su lecho, que estaba al lado.

– Al Árbol Estelar.– Murmuró Hoja de Manzana, antes de empezar a toser.

– Parece que estás enfermando.– Maulló la gata.

Su mentor negó suavemente con la cabeza, sacudiendo la punta de la cola. No volvió a toser, pero parecía a punto de hacerlo. Hoja Escarchada se levantó con el estómago rugiendo, lista para buscar algo de carne fresca.

– ¿Te traigo algo de carne fresca? – Consultó al curandero.

El gato asintió, por lo que la joven salió de la guarida, lamiendo sus bigotes ante el sabroso aroma de presas recién cazadas por parte de la patrulla nocturna. Miró la gran cantidad de presas que habían capturado los guerreros, eligiendo una liebre para Hoja de Manzana y una rata grande para ella.

Los Gatos Guerreros #1 - La Tensión de los Clanes: Zarpas SalvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora