Capítulo 3

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Zarpa de Luz

Ya estaba atardeciendo en el campamento del Clan del Cielo, pero él aún estaba acostado en su pequeño lecho de musgo, sin ánimo ni necesidad de levantarse. Zarpa de Nube y Zarpa de Pino no habían llegado de su segunda sesión de entrenamiento, pero realmente no le importó.

Los ojos amarillos del aprendiz se empezaron a fijar en las cosas a su alrededor, pero no había nada interesante que pudiera mantenerlo ocupado.

– ¿Zarpa de Luz? – Preguntó una voz al exterior de la guarida.

– Hola, Garra de Abeja.– Maulló el joven a su mentora, que acababa de asomar la cabeza.

– Salto Marrón nos ha recordado que saldremos a la patrulla nocturna en un rato.– Avisó la gata de pelaje amarillo y blanco.

– Está bien.– Murmuró, moviendo la cola.– Lo recordaré.–

La guerrera debió haber entendido por su tono de voz que no quería hablar con ella, porque no dijo más y desapareció de su vista. Zarpa de Luz suspiró con molestia antes de siquiera levantarse, no quería hablar con ninguno de los guerreros, porque probablemente le recordarían que falló su prueba para convertirse en guerrero.

Mientras lamía sus patas distraidamente, recordó la muerte del antiguo curandero del clan y mentor de Pluma de Paloma.

– Comillo de Álamo era un buen curandero.– Pensó, estirándose y saliendo de la guarida de los aprendices.

El claro se encontraba bastante vacío, a pesar de que la patrulla del mediodía ya había regresado con unas pocas presas. El olor de la carne fresca era agradable, pero en un rato tendría que salir a patrullar junto a los otros guerreros. No había mucho viento a esa hora, por lo que solo se oían los maullidos de los guerreros y las risas de Pequeño Arbusto y su madre.

Habían enterrado a Colmillo de Álamo al amanecer, así que Pluma de Paloma debía estar descansando en su guarida. Decidió que, como aún no iba a salir la patrulla, iría a visitarla.

Entró a una gran cueva oculta entre dos rocas. El olor a plantas era fuerte y muy molesto, ya que habían olores dulces y otros muy fuertes y asquerosos. La guarida tenía varios lechos de musgo que olía a humedad y se veía recién cambiado, pero Pluma de Paloma no estaba en ninguno de ellos.

– Hola Zarpa de Luz, ¿Te pasó algo? – Interrogó un pequeño gato al que el aprendiz reconoció como Zarpa de Serbal.

– Hola Zarpa de Serbal.– Saludó, arrugando la nariz ante el olor aún más fuerte a plantas que tenía el gatito.

– Pluma de Paloma lleva acostada todo el día. Hasta Orejas Partidas se mueve más que ella.– Comentó el aprendiz de curandero, guiándolo a un pequeño agujero donde estaba la curandera.

La esbelta gata gris y blanca estaba acostada, con la cabeza mirando hacia la pared de tierra. No parecía tener ningún ánimo de continuar con sus labores de curandera.

– Hola, hermana.– Maulló Zarpa de Luz.

– Hola Zarpa de Luz.– Murmuró la felina, volteando la cabeza sin mucha energía. – Veo que ya conociste a Zarpa de Serbal. Comenzó su entrenamiento al amanecer.–

– Pero tú aún eres joven. Debes ser la curandera más joven de todos los tiempos.– Ronroneó el gato blanco para animar a su hermana.

– Ni siquiera somos de la misma camada Zarpa de Luz, tú eres mucho más joven.– Dijo Pluma de Paloma.

En eso tenia razón, ella era mayor que él por algunas lunas, pero no quería decir que fuera anciana. Incluso si fueran de la misma edad, probablemente Pluma de Paloma habría completado su entrenamiento antes.

Los Gatos Guerreros #1 - La Tensión de los Clanes: Zarpas SalvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora