Capítulo 6

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La patrulla de Garra de Abeja ya había regresado, la gata amarilla estaba sentada conversando con Fauces Blancas, que era el mentor de Zarpa de Nube. Zarpa de Luz no podía escuchar lo que decían desde su guarida, pero se imaginó que tendría que entrenar junto al gatito blanco esta vez. Se levantó de su lecho de musgo, estirándose de mala gana ante la idea de entrenar junto a un gatito mucho más joven e inquieto.

Garra de Abeja finalmente se le acercó con una sonrisa, la gata amarilla tenía el pelaje desordenado, pero aunque debía estar algo cansada también, sus ojos ámbar brillaban con más fuerza que nunca. Fauces Blancas estaba despertando a Zarpa de Nube, que no debía tener ganas de levantarse, pero un susurro de su mentor le hizo ronronear de alegría.

– Entrenarás junto a Zarpa de Nube hoy.– Maulló por fin la guerrera, señalando al gatito blanco y a su mentor con la punta de la cola.– Es una buena oportunidad para que practiques las técnicas de caza.–

Zarpa de Luz asintió con los dientes apretados. Sabía que el aprendiz de Fauces Blancas le mencionaría lo de su evaluación fallida al menos una vez, mientras gritaba lo suficientemente fuerte como para alejar a todas las presas del territorio. Como si no fuera suficiente, Fauces Blancas estaría observando, así que probablemente no podría regañar a Zarpa de Nube.

– Vamos entonces.– Dijo Fauces Blancas, guiándolos hacia afuera con calma.

Los cuatro gatos llegaron a un terreno despejado cerca de la orilla del lago. No había mucho ruido allí, de hecho, sólo se oían los ronroneos de Zarpa de Nube y el ruido del lago. Fauces Blancas empezó a explicarles la importancia del acecho, al mismo tiempo que Garra de Abeja mostraba como cazar un pájaro.

– Oye, Zarpa de Luz ¿Es cierto que tú ya sabes esto? – Interrumpió el gato de ojos azules.

– Si.– Gruñó.– Solo he fallado mi evaluación, no es como si los erizos volaran.–

El aprendiz se quedó en silencio, tratando de acechar una gran hoja verde como si de un ave se tratase. Zarpa de Luz se adentró en el bosque, escuchando con atención a su próxima presa.

Se acercó a un gorrión que estaba en el suelo, sacando las garras y preparado para saltar. Estiró sus patas traseras, tratando de saltar lo más cerca posible de la plumosa criatura. No tuvo problema en atraparla, matándola inmediatamente y agradeciendo al Clan Estelar.

Acababa de enterrar al ave cuando se le acercó corriendo y maullando como si no hubiera aprendido nada.

– Fauces Blancas me ha mandando contigo. Quiere que me muestres como cazas un ave.– Explicó sin bajar el volumen de su voz.

– Sólo te mostraré si puedes quedarte quieto y en silencio mientras hago la demostración. Si no haces silencio no atraparé nada.–

El gatito blanco asintió, caminando muy apretado junto a él, casi como si fueran un solo gato. Las patitas de Zarpa de Nube eran pequeñas, así que le dificultaba seguir sus largos pasos del tamaño de un guerrero. Aún así, prefería tenerlo pegado a su lado que suelto y chillando como ratón.

– Ahora quédate quieto. Intentaré cazar ese petirrojo.– Susurró Zarpa de Luz.

Se acercó al ave en posición de acecho, intentando hacer su mejor esfuerzo para impresionar al aprendiz y a su mentor, que de seguro estaba mirándolo. Saltó con fuerza, sabiendo que había calculado el salto perfectamente. Aún estaba en el aire cuando el maullido de victoria de Zarpa de Nube asustó al petirrojo, que salió volando sin darle tiempo de llegar al suelo primero.

– ¡Cerebro de ratón! ¡Iba a ser una captura perfecta! – Siseó frustrado.

El aprendiz retrocedió con la cola erizada. Su alegre expresión rápidamente cambió a una mirada de susto al mismo tiempo que Fauces Blancas y Garra de Abeja se interponían entre los dos aprendices. El mentor de Zarpa de Nube fue el que habló primero.

– ¡Zarpa de Luz! Tú sabes que debes respetar a tus compañeros de clan.– Gruñó el gato gris.

– No puedes ir gritándole a cualquier gato de esa manera. ¡Zarpa de Nube ni siquiera lleva media luna entrenando! – Agregó Garra de Abeja, cuya voz sonaba tan molesta como la de Fauces Blancas.

El mentor de Zarpa de Nube desapareció con su aprendiz hacia las sombras, mientras Garra de Abeja se sentaba junto a él, aunque sin dejar de verse molesta.

– Sé que te ha sido duro fallar tu prueba, pero no por eso puedes hacerle daño a los gatos que serán tus compañeros toda tu vida.– Maulló la guerrera amarilla.

¿Eso era todo? Garra de Abeja decía que lo entendía y apoyaba, pero cuando nada de lo que decía le ayudaba en realidad, solo le hacía la vida más complicada de lo que ya era. Además, sólo estaba esforzándose para ayudarle a Zarpa de Nube con su entrenamiento.

– Hablaré con Estrella Hueca para que realices tu prueba y todo esto termine luego, ¿Está bien? – Murmuró su mentora, lamíendole la oreja.

Zarpa de Luz asintió, sin ánimo de seguir cazando. Garra de Abeja se levantó y se fue por el mismo camino que Fauces Blancas, despidiéndose del aprendiz blanco con un ronroneo. El joven desenterró con cuidado el gorrión que había cazado y se dirigió hacia el campamento con la presa entre sus fauces.

No se fijó realmente en nada a su alrededor hasta casi chocar con Zarpa de Serbal en la entrada del campamento. El aprendiz de curandero lo saludó con un movimiento de cola rápido antes de alejarse corriendo.

Dejó la pieza de presa junto a las demás de la pila de presas rápido para ir a dormir. No había comido nada desde el amanecer y el estómago le rugia, así que aprovechó el momento para tomar una gran ardilla y llevarla a la guarida de los aprendices.

Zarpa de Pino estaba acostado en su lecho, que estaba casi al lado del suyo. El aprendiz de pelaje marrón oscuro lo saludó con un maullido que sonaba amable, pero Zarpa de Luz estaba seguro de que era forzado.

– Zarpa de Nube me ha contado como lo has regañado.– Gruñó el gato oscuro, lamiendo sus patas.

– Él solo ha arruinado mi caza. Ya sé que no debí gritarle.– Explicó Zarpa de Luz, masticando la ardilla.

– ¡Debiste disculparte al menos! – Siseó Zarpa de Pino. – Que no pasaras tu prueba no es problema de Zarpa de Nube o mío.–

– ¡¡Otra vez con lo de mi evaluación!! – Gritó el gato blanco, erizando el pelaje y levantándose de golpe. – ¡¿Porqué todos deben recordármelo?! –

– Quizás es porque eres un cerebro de ratón.– Maulló Zarpa de Pino – ¡Y si no puedes dejar de enojarte con todos, probablemente tampoco podrás pasar tu prueba! –

A Zarpa de Luz le dieron ganas de darle un zarpaso al gatito marrón oscuro, pero no quería meterse en más problemas. Ya estaba seguro de que la mayoría del clan sabía lo de Zarpa de Nube, sin embargo, pelear contra su compañero de clan no le haría ninguna gracia a Estrella Hueca tampoco.

Salió de la guarida de los aprendices tan rápido como pudo, evitando acercarse a otros gatos. No quería salir, pues ya empezaba a hacerse tarde, pero tampoco quería quedarse en el campamento. Luego de pensarlo unos segundos, decidió que en la guarida de su hermana estaría mejor que en cualquier otra parte.

Se acercó a la cueva, sintiendo rápidamente el aroma fuerte de las hierbas que almacenaba Pluma de Paloma para curar a los gatos. Estaba a un ratón de distancia de la entrada cuando se topó de frente con Salto Marrón, que le bloqueó la entrada más rápido de lo que esperaba.

El lugarteniente se veía molesto, al igual que agotado, sin embargo, Zarpa de Luz no tenía ni idea de porqué estaba como estaba.

Intentando entrar a la guarida de Pluma de Paloma, sintió el fuerte pero dulce olor de la curandera y su aprendiz. Podía ver al joven con un puñado de semillas en la cola. Frente a ellos, acostado en uno de los lechos de musgo, estaba Zarpa de Nube.

– Estrella Hueca quiere verte.– Gruñó el lugarteniente.

Los Gatos Guerreros #1 - La Tensión de los Clanes: Zarpas SalvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora