Capítulo 22

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Los murmullos que habían al inicio se fueron apagando cada vez más, siendo reemplazados por fuertes gruñidos y maullidos de molestia, que eran cada vez más fuertes, pues los felinos salvajes que estaban en el claro llamaron a los demás, hasta que decenas de gatos clavaron sus miradas en la pequeña gata sin pelo y con aroma a gato hogareño.

Lila, ante el fuerte ruido, se mantuvo detrás de Tormenta Brumosa, observando uno a uno a los gatos del Clan del Trueno. La guerrera azulada trataba de mantener la calma, pero incluso si alzaba la voz, no era posible escuchar lo que decia claramente, o al menos nadie quiso escucharla.

– ¿Qué está pasando? – Preguntó el gato anaranjado que estaba en la roca grande sin gritar, ya que apenas se levantó todos se quedaron en silencio con una expresión de profundo respeto.

– Fuego Ardiente.– Murmuró Tormenta Brumosa, bajando la cabeza al igual que los tres aprendices.

– ¿Esa es una minina doméstica? – Interrogó Fuego Ardiente con las orejas hacia atrás, aunque no parecía tan molesto como el resto del clan.

– Si, pero no es un peligro para nuestro clan.– Dijo Tormenta Brumosa, sentándose frente al gato anaranjado.

– Supongo que ha perdido su collar en el camino.– Comentó el felino anaranjado entrecerrando sus brillantes ojos amarillos, aunque aún parecía molesto.

Lila se sentó al lado de la guerrera azulada, fijándose en el gato anaranjado: Él y Tormenta Brumosa debían de ser de edades parecidas, aunque la expresión seria y una pequeña cicatriz en el omóplato del macho lo hacían parecer de más edad. Fuego Ardiente se acercó a la minina, examinándola detenidamente por un par de segundos, parecía cada vez menos molesto y de hecho estaba a punto de decir algo importante cuando el rugido del gato gris en la roca lo interrumpió, viéndose obligado a sentarse en una roca un poco más baja ubicada al lado de la roca grande.

– ¡Gatos del Clan del Trueno! – Exclamó el macho que debía de ser Estrella Gris. – Tormenta Brumosa ha traído a una minina doméstica al campamento, escuchemos lo que tenga que decir.–

– Estaba cerca cuando sentí el olor de la gata, que estaba hablando con Zarpa Dorada, Zarpa de Hielo y Zarpa Azul.– Explicó la guerrera, con la voz un poco temblorosa.

– ¿Y pensaste que traerla al campamento era buena idea? – Interrogó Estrella Gris, con un tono de agresividad en su ronca voz.

– Mejor que dejarla sola y que su olor atrajera alguna visita indeseada.– Exclamó Tormenta Brumosa, claramente conteniendo un gruñido.

– ¿Y qué haremos con ella? – Consultó Fuego Ardiente al líder de ojos amarillos.

– Llévenla a la guarida de Corazón de Trébol.– Ordenó Estrella Gris, señalando a Zarpa Azul y Zarpa de Hielo con la punta de su cola delgada. – Necesitamos hablar a solas.–

Había en el tono de voz del gato gris que le dió un escalofrío, pero no tuvo tiempo de seguir observando aquella escena, porque Zarpa Azul interrumpió con un golpecito de su cola, indicándole a la minina que la siguiera.

– Corazón de Trébol es nuestra curandera.– Explicó Zarpa de Hielo detrás suyo mientras iban caminando hacia un agujero en la pared rocosa.

– ¡Corazón de Trébol! – Llamó Zarpa Azul cuando se encontraban en la entrada. – ¿Estás ahí? –

Pasaron unos segundos en los que no hubo respuesta, pero justo cuando pensaba que no había nadie en aquella guarida, Lila pudo ver asomarse a una gata atigrada gris de ojos ámbar. En su boca tenía agarrado un par de hojas verdes oscuras, pero se apresuró a dejarlas en el suelo cuando vió a la gatita sin pelo junto a los dos aprendices.

Los Gatos Guerreros #1 - La Tensión de los Clanes: Zarpas SalvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora