Capítulo 24

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Con las mirada baja, Manto de Luz continuó avanzando detrás de Salto Marrón. El guerrero blanco solo supo que habían llegado al campamento cuando sintió los olores de los otros guerreros y entró al túnel de zarzas que, para su molestia, desordenaron su pelaje. El joven gato gruñó por lo bajo al terminar de pasar el túnel y terminar todo desordenado.

Se le retorcía el estómago al pensar que en unos momentos sería regañado por Estrella Hueca y Salto Marrón por algo que ni siquiera era su culpa, pero no le dió tanta importancia cuando sintió el aroma de Garra de Abeja detrás de él.

– ¡¿Porqué hiciste eso?! – Gritó, encarando a la guerrera amarilla mientras sacaba sus garras.

– Solo hice lo que Salto Marrón me ordenó.– Maulló Garra de Abeja.– Y tú has estado actuando muy mal desde que fallaste tu prueba.–

– ¡Cuantas veces me lo van a recordar! – Gruñó Manto de Luz, erizando los pelos de su cuello mientras sacudía su cola violentamente. – Ya sé que soy un horrible guerrero por eso.–

– No eres un mal guerrero.– Respondió la gata amarilla y blanca.

– ¡Pero tú si! ¡Me traicionaste! – Siseó de vuelta el gato blanco, sin contenerse más.

Varias cabezas curiosas voltearon a ver la escena, pero ni siquiera Salto Marrón hizo algo al respecto. De todos los gatos que estaban en el claro, solo Nube Nocturna se levantó y se acercó a Garra de Abeja, aún dudando de si era necesario intervenir o no.

– ¡No te traicioné! – Gruñó Garra de Abeja.– ¡El problema eres tú! –

– ¡¿Cómo puedes decir eso?! ¡Nunca me has apoyado realmente! – Bufó Manto de Luz, acercándose un par de pasos a la gata que alguna vez fue su mentora.

Aquello pareció ser demasiado para Garra de Abeja: la guerrera parecía a punto de estallar en lágrimas y sus patas estaban temblorosas. Manto de Luz intentó acercarse para disculparse con ella, pero Nube Nocturna se lanzó como un rayo y bloqueó su paso bruscamente, haciendo que cayera en el suelo.

– Garra de Abeja es quien más te ha apoyado de todos aqui.– Maulló la gata negra.– Si no pudiste ver eso, entonces nunca mereciste a una mentora como ella.–

Salto Marrón, quien se había quedado observando la escena, pareció de pronto recordar lo que tenía que hacer. El lugarteniente lo llamó con un corto y fuerte maullido, señalando la guarida de Estrella Hueca con su cola antes de internarse en ella. Manto de Luz suspiró con fuerza antes de seguir al gato marrón y blanco con un nudo en la garganta, sin poder dejar de arrepentirse por haberle gritado a Garra de Abeja.

– Manto de Luz.– Saludó educadamente Estrella Hueca, casi sonando contento de verlo. – Necesitamos hablar sobre algo importante.–

El gato blanco vió de reojo a Salto Marrón sentándose en la entrada de la guarida, probablemente para que no intentara escapar o nadie entrara. Consciente de que no podía hacer nada más, se sentó frente al líder mientras este lamía su pelaje blanco y negro.

– Supe que estuviste varios amaneceres sin hacer nada, porque Pluma de Paloma dijo que todavía estabas herido.– Maulló Estrella Hueca, azotando su cola contra el suelo.

– No era mi intención, ella me obligó a quedarme allí.– Explicó el gato blanco, sin elevar la voz como la había hecho con Garra de Abeja.

– ¡Deja de culpar a los demás! – Siseó el líder, con las orejas hacia atrás. – Oí lo que le dijiste a Garra de Abeja.–

– Siempre tratas de culpar a los demás de tus problemas y solo empeora.– Afirmó Salto Marrón, relajando sus músculos un poco.

– No solo mentiste con respecto a tus heridas, también has estado tratando mal a tus propios compañeros de clan.– Regañó Estrella Hueca.

Los Gatos Guerreros #1 - La Tensión de los Clanes: Zarpas SalvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora