Una escritora.

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Mi despertador sonó y lo maldije más de cinco veces, siempre lo dejaba lejos de mi alcance para no poder apagarlo y evitar que se me hiciera tarde.

Estiré mis brazos y abrí los ojos, me topé con un techo blanco pintado a la perfección y con acabados elegantes, entonces recordé en donde estaba. Con quien estaba. Por qué estaba ahí. Se me hizo un nudo en el estómago y me levanté de la cama. Revisé la pequeña agenda que Maxwell me había dado, mi trabajo oficialmente empezaría a las doce del día, Liam tenía una entrevista con una estación de radio.

Cerré la puerta del baño detrás de mí y comencé a deshacerme de cada prenda que me cubría. Entré a la tina y dejé que el agua caliente se encargará de evaporar los nervios que sentía. Cerré los ojos al contacto de mis manos temblorosas con la porcelana fría y me dejé llevar. ¿Cuántas veces se supone que se puede romper un corazón? Estaba demasiado preocupada por eso. Tenía miedo de volver a caer por él, de cambiar todo lo que pensaba y reemplazarlo con la idea de que en algún momento de la existencia él podría saber lo que yo sentía. Me hundí en el agua pretendiendo que todos mis pensamientos salían de mi cabeza a flote en cuanto mi rostro quedaba totalmente emergido en el agua.

***

Escuché dos toques en mi puerta. Abrí y me encontré con Sophia.

- Hola- me sonrió.

- Hola, buenos días.

- ¿Estas lista?

- Claro.

- Bueno, a Liam y a mí se nos ocurrió que tal vez podríamos desayunar juntos para conocernos mejor. Si tu quieres, obviamente- corrigió y mordió su labio inferior, parecía estar nerviosa pero no entendía por qué.

- Si, esta muy bien- le regale una sonrisa reconfortante.

- Entonces, ¿vamos?- abrió la palma de su mano en dirección al pasillo.

- Oh si. Vamos- cerré la puerta de mi habitación con la tarjeta y la seguí.

- Espero no perderla- guardé la llave en mi bolsillo asegurándola. Ella se empezó a reír.

- A cualquiera le pasa.

- Bueno, de verdad espero que esta vez ese "cualquiera" no sea yo. Tú ya debes estar acostumbrada- volteé a verla.

- La verdad es que si, un poco. Es como cosas que registras siempre. Sería una verdadera lástima si se nos perdiera. Aunque igual nadie podría entrar a la habitación- le restó importancia al asunto.

- Buen punto- asentí.

- Bueno, solo la señora de la limpieza- se encogió de hombros y entré en pánico.

Y entonces me quedé pensando a que hora entraría y si entraba, que había dejado yo a la vista que fuera demasiado tentador. No quería exagerar pero no podía evitarlo, justo ahora la memoria empezaba a fallarme.

- ¿Sucede algo?- frunció el ceño en dirección a mí.m

- ¿Eh? No.

- Bien. Ahí esta.

Llegamos a lo que parecía un balcón pequeño pero no lo era, era como una especie de comedor en jardín, era muy bonito. Caminé rápido rodeando la mesa para quedar frente a Liam y saludé.

- Hola Liam, buenos días.

- Buenos días- me sonrió confortante. Sonreí y me senté a la mesa.

En el momento me percaté de que sólo había tres sillas y la intriga picó al fondo de mi cabeza.

- ¿Y Mark?- mi ceño frunció.

Impredecible. (Niall Horan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora