Epílogo.

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Nota: Esta parte esta un poquito subida de tono, así que si no les gustan las cosas así no la lean, si si, pues disfrútenla mucho que yo me he esmerado para ustedes. 😊

Abrí la puerta principal y me apresuré a ayudarle a Niall a bajar las maletas del coche. Me había decidido a regresar a Inglaterra y ahora viviría con él, me había convencido después de varias insistencias y uno que otro beso corto en los labios.

Entramos y la calidez de su casa inundó mi cuerpo.

- ¿Tienes hambre?- Negué con la cabeza- ¿Estás cansada?

- No.

- Bien, entonces llevaré tus maletas a la habitación, puedes explorar este piso si quieres o sólo sentarte en uno de los sillones, sabes que oficialmente estás en tu casa.- Sonreí y lo abracé.

- Muchas gracias.

- No me agradezca señorita. -Hizo una de esas voces extrañas que sólo él puede hacer y largué una carcajada.

En la última semana Niall había sido totalmente cariñoso y atento conmigo. Había declarado frente a la prensa nuestra relación y todo marchaba bien, obviamente el odio se hizo presente pero a pesar de que no les quería hacer daño a sus fans, trataba de mantenerme fuerte más porque yo era una de ellas.

Suspiré y me quité la chamarra, la puse en una de las sillas frente al comedor y entonces sentí como alguien llegaba y me abrazaba por detrás.
No podía ser nadie más que Niall así que no me alarmé en lo absoluto.

Él hundió su cabeza en mi cuello y dejó varios besos esparcidos en trayecto hacia arriba. Mi corazón empezó a latir demasiado fuerte y traté de controlar mi respiración pero era casi imposible. Llegó a mi oreja y la mordió levemente. Su aliento chocaba contra mi mejilla y yo estaba apunto de enloquecer. Cerré los ojos. Se sentía increíblemente bien.

- Niall...- Más que una forma de detenerlo se escuchó como una súplica para que no cesaran sus caricias. Pude sentir como sonreía.- Detente.

Abrí los ojos de golpe y volteé a verlo.

Sus ojos... ¡por Dios! Sus ojos no denotaban más que dulzura combinada con deseo. ¡Me deseaba! ¡Él me deseaba! ¡Está de más decir que yo también lo hacía! Lo deseaba tanto que a veces no podía contenerme y pintaba escenarios perfectos en mi cabeza, donde me entregaba a él por completo.

- ¿Por qué?- Tragué saliva escandalosamente, de verdad estaba enloqueciéndome.

- Porque si no paramos esto ahora...

- ¿Qué sucede?- Colocó sus dos manos en mi cintura, su voz de repente se había vuelto ronca, demasiado sexy y eso de alguna manera me hacía querer continuar. Mordí mi labio inferior y una oleada de deseo se hizo presente conduciendo cínicamente mi mirada hacia su boca.

Tomé aire, los nervios me invadieron y suspiré.

- No podremos contenernos.

- ¿Y quién quiere contenerse?- Sonrió pícaramente y un ligero rubor adornó mis mejillas.

- Es que...

- ¿Tienes miedo de que te haga daño?- Clavé mis ojos en los suyos, ya no había rastros de deseo, sólo ternura pura.

-Algo así.- Admití.

- Bueno, jamás haría algo que tú no quieras que haga.- Sonrió dulcemente y depositó un beso en mi mejilla.

- No...- Mi voz apenas era audible- ... sí quiero- Abrió los ojos como platos y si mis mejillas ya estaban rosadas, ahora se habían pintado de un rojo intenso.- Pero es que nunca he estado con un hombre. Sonrió de nuevo y algo pareció darle un brillo especial a sus ojos.- Sé que tú nunca me fallarás y que quiero entregártelo todo.- Clavé mis ojos en los suyos, otra vez.- Quiero entregarme a ti.

Impredecible. (Niall Horan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora