¿Resguardada?

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Arrastré sin ganas la maleta fuera de la sala para encontrarme con Maxwell. Sonreí en cuanto sus ojos chocaron con los míos y agité una mano en el aire en forma de saludo.

- Thompson- el entusiasmo irradiaba de su sonrisa.

- Maxwell- asentí.

- ¿Y bien? ¿Qué tal estuvo?- volteó con Liam.

- Muy bien, nos divertimos mucho y Jane hizo un trabajo estupendo. Sin duda volvería a salir bajo su resguardo.

Le regalé una sonrisa y sentí una fuerte necesidad de abrazarlo. De repente toda mi incomodidad se esfumó y quería que fuera todo al revés, que en vez de llegar estuviéramos a punto de partir.

- Muchas gracias Liam, yo también me divertí mucho con ustedes, me encantó hacerles compañía- le regalé una sonrisa cálida.

Empecé a despedirme en cuanto los flashes se dignaron a llenar la sala. Estreché mi mano con la de Mark y lo abracé, me di cuenta de que no lo esperaba pero es que cabía la posibilidad de que fuera la última vez que pudiera hacerlo. Luego abracé a Sophia y le di las gracias. Por último estaba Liam, lo abracé muy fuerte, como si tuviera miedo de soltarlo, la verdad es que así era, también le di las gracias y sentí como mis ojos empezaban a acumular agua dentro de ellos.

No quería irme, no quería despedirme sin decirle algo, sin hacerle saber que se había convertido en un amigo a pesar de haber estado solo unos días con él pero me soltó, dejó de posar sus brazos alrededor de mí y me sonrió.

- Hey volveremos a vernos Jane, no llores- tomó mi barbilla entre su dedo índice y el medio, obligándome a verlo.

- Oh lo siento, es que, tú sabes, me gana la emoción- me sequé las lágrimas traviesas que se habían escapado y suspiré- tengo que irme.

Maxwell asintió y me abrazó.

- Muchas gracias por esta gran oportunidad- susurré en su oído.

- Oh no Jane, gracias a ti- nos separamos y guardó sus manos en los bolsillos.

Sonreí forzando mis pies para dar media vuelta y caminé hasta la salida.
Qué trágica despedida para un viaje como ese.

Me subí al coche y le di marcha antes de que mis impulsos ganaran, antes de salir corriendo en dirección a ellos y abrazar de nuevo a Liam.

***

Llegué a la casa, estacioné el auto y me rompí sobre el volante, empecé a llorar con ganas, quería regresar, quería decirle todo, quería quedarme para siempre con él porque a pesar de ser yo la que los resguardaba, también me sentía a salvo con ellos, como si ese fuera mi lugar. Por mucho tiempo estuve a la interperie pensando que no encajaba en ningún lado, que mi casa estaba más lejos de lo que alguna vez había llegado a creer y que ya no había nada más que un vacío que no se podría llenar jamás, pero llegó Liam con su sonrisa reconfortante y me hizo pensarlo de nuevo.

No quería arruinarlo esta vez, no quería ser negativa y decir que nada funcionaría porque no era así, porque había recuperado el ritmo de mis latidos y no estaba dispuesta a volver a perderlo. Empezaba a sentir de nuevo esa sensación abrumadora de que alguien se iba, de que alguien me abandonaba.

Después de algo parecido a una eternidad, que en teoría fueron diez minutos, me bajé del coche y entré a la casa. No, aquí era el lugar al que pertenecía, aquí debía estar para siempre. Me encerré en el cuarto y me acosté. No podía borrar de mi cabeza todos los recuerdos de los dos últimos días. Era todo lo que había querido alguna vez. Era como todas las historias que leía antes de dormir.

Impredecible. (Niall Horan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora