Lo mejor de mí.

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Suspiré por séptima vez volteando a ver a mi mejor amiga.

- Es una locura.- Su mirada lo decía todo no estaba de acuerdo. Sacudía la cabeza de derecha a izquierda repetidas veces; parecía que su cerebro no terminaba de procesar la idea.

- Ya lo sé. Pero está funcionando.

- Si pero...- volteó al suelo.- ¿Sabes cómo lo veo yo?- Sus ojos se posaron en los míos otra vez. Le sostuve la mirada sin decir nada.- Lo veo como si estuvieras encaprichada a cumplir los deseos de una chica de dieciséis años que fue herida hace algún tiempo.

De repente fue como si mi garganta no pudiera soltar ningún sonido. Tragué saliva escandalosamente y parpadeé más rápido de lo normal; tal vez tenía razón pero aceptarlo de alguna manera me hacía sentir un ligero pinchazo al lado del corazón. Una canica se quedó botando de un lado a otro en mi cabeza y no podía organizar bien mis ideas.

Me sentía totalmente ajena a mi propia persona, era incapaz de articular palabras inteligentes o de darle explicaciones; sabía que no había por qué hacerlo pero es que necesitaba dejarle en claro que yo no era ninguna egoísta. Necesitaba hacerlo, más no podía porque en el fondo estaba totalmente segura de que ella estaba diciendo la verdad.

- ¿Qué es lo que realmente quieres?- Su pregunta me dejó pensando. Aún no podía procesar todo lo que me había dicho ¿y ella quería que le respondiera eso?- ¿Aún lo quieres?

- No lo sé.- Abrió mas los ojos.

- ¿Cómo que no lo sabes?

- Tal vez tengas razón.- Me perdí entre el sonido apenas audible de mi voz. No podía apartar la mirada del piso, sentía mucha vergüenza de que alguien más hubiera descubierto lo que desde antes yo había planeado ocultar.- Tal vez sólo estoy tratando de cumplir los deseos caprichosos de una chica que hace tiempo quedó atrás.

- Oye yo no dije eso.

- Lo hiciste.- Volteé a verla. Sus ojos parecían desprender un sentimiento de culpa. Sabía perfectamente que pensaba retractarse de lo que había dicho anteriormente pero no le permitiría hacerlo. La habitación se quedó en silencio y sólo se escuchaban las manecillas del reloj.- Tengo que irme.

Dejé de recargar la espalda en el respaldo de la silla frente al comedor. Ella asintió.

- Te acompaño a la puerta.- Sonreí débilmente.

Si algo me dolía era que mi propia mejor amiga pusiera en duda lo que sentía. Sabía muy bien que ella nunca lo había entendido, ni siquiera tenía la remota idea de por qué me esforzaba tanto en hacerle frente al problema.

Me despedí desganada y caminé hasta mi auto, encendí el motor y lo puse en marcha. Pude ver por el espejo retrovisor que ella me veía y de un momento a otro pude captar como le daba un puntapié a la escalera que conducía a la entrada principal. Si, sabía lo que me había clavado.

...

Cubrí mi cabeza con las cobijas. Tenía problemas de insomnio y no podía dejar de pensar en lo que me había dicho ella. ¿Qué si en realidad yo sólo me había acostumbrado a él y en realidad no sentía nada en absoluto? No quería lastimarlo, no de esa manera. Si él había logrado matar las pocas ilusiones que yo tenía hace años, yo no quería ser la persona que le hiciera lo mismo.

Hace tiempo me había enamorado de la persona mas maravillosa del mundo. Estaba loca por él. Podría cruzar incluso el Mediterráneo sólo para verlo... en ese entonces. Si, tenía dieciséis años aunque para ser honesta, mis sentimientos florecieron cuando era dos años menor.

Me había enamorado completa y estúpidamente de una persona que no conocía, de todas sus virtudes, estaba totalmente en el abismo y aún así, con todo aquello, quería enamorarme de sus peores defectos. Quería amarlo. Era sólo una adolescente inexperta llena de muchas cosas. De ganas de querer.

Después mis sueños se vieron realizados cuando le entregué la carta que había escrito para él un par de meses antes del concierto. Pero después de algunas semanas esperando respuesta, llegué a la conclusión de que él nunca llegaría. Eso me desbarató por completo. Me hizo construir barreras muy altas que otros chicos jamás podrían llegar a saltar... pero él, Niall, sólo con mirarme las desmoronaba.

Pasó el tiempo y me había resignado a seguir mi camino sola, no tenía miedo de estar conmigo misma por el resto de mi vida si eso era lo que significaba quererlo, y me gustaba así, pero luego llegó de nuevo, metiéndose en mi vida como si fuera uno de esos salones en lo que la puerta siempre estaba abierta y la verdad es que probablemente así era.

Mi vida era un libro con la mitad de las páginas en blanco, sellado por un candado que sólo se abría con su sonrisa. No, no era un capricho lo que yo estaba cumpliendo.

Me levanté rápido de la cama, agarré el teléfono de mi escritorio y marqué el número de ella.
Un tono, dos, tres, cuatro...

- ¿Jane?

- ¿Sabes algo? No, no soy una chica caprichosa, no quiero cumplir los deseos de alguien que probablemente ya no existe. Sólo quiero entregarle todo lo que tengo, absolutamente todo. Lo amo. Te juro que lo amo y daría cualquier cosa porque a él no le faltara nada. Pero esta no es la mejor versión de mí...- Mis ojos empezaron a empañarse y obligué a mi garganta a guardarse ese nudo gigante que se acababa de formar.- Quiero que él conozca a esa chica llena de ilusiones con un corazón sano, lleno, acelerado y que latía muy fuerte cuando lo veía. No a esta chica rota, que ya no se puede reparar con nada porque guardó una de sus piezas para completar la suya. Me rompí y ¿sabes qué? No me importa. Ya no, porque prefiero que él esté completo aunque yo no lo esté. ¿Eso cambia tu opinión? Tampoco importa ya. Sé lo que quiero. Sé lo que tengo y entiendo que trates de protegerme pero ya no tienes que hacerlo. En serio.

Podía escuchar algunos sollozos que dejaba escapar al otro lado de la línea. Esperé unos segundos, incapaz de colgar; mi corazón latía demasiado rápido, y en esa fracción de segundo comprendí que eso era lo que sucedía, no era egoísta, solamente quería volver el tiempo hacia atrás.

- Jane...- Cerré los ojos, apretándolos con fuerza.

- No me llames así...- Colgué con las pocas fuerzas que me quedaban.

Respiré hondo. Capturé mi reflejo en el cristal enmarcado que se situaba frente al escritorio.
Tenía los ojos rojos. Mis manos temblaban y sentía algo presionarme en la garganta.
Traté de regular mi respiración. Con la necesidad de soltar ese nudo gigante que me había tragado.

"Hazlo. Rómpete de nuevo, al fin y al cabo siempre estaré aquí para recoger las piezas"

Cerré los ojos y pequeñas gotas saladas empaparon mis mejillas.

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Bueno espero que les haya gustado mucho el capítulo. Quería contarles que ya solo queda un capítulo más y el siguiente es el final, también tendrá epílogo 😊 espero que les guste mucho mucho y que les deje algo. Mil gracias por leerme.❤️

Impredecible. (Niall Horan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora