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Zona de combate

Tres días.

No la he visto en tres días.

Fui a buscarla pero creo que el sector está protegido por algo mágico y no pude dar con ella. Así que llamo a mi hermano Jake.

— ¿Ahora que quieres? — sonrío sin gracia

— Sí, yo también te extraño — ironizo — Quería saber cuál es la ubicación exacta del sector de cazadores y como se puede entrar.

Escucho un suspiro.

— Te enviaré las coordenadas exactas por whatsapp y la forma para entrar... Di que vas de mi parte

— ¿Para qué? — no entiendo porque dice eso.

— Hace unos días me llamaron para actualizar un tratado de Paz. Están imbéciles. Dije que iba a enviar a alguien... Puedes ir tú. Iba a enviar a Aaron pero puedes aprovechar al ir. Sólo que ve precavido ¿okey? No te confíes. — parece que veo la luz en el túnel oscuro.

— Vale gracias — sonrío contra el teléfono

— Si sí ya ahora llamo y les digo que irá mi hermano — entonces me cuelga y no paro de sonreír. Podré ver dónde está mi mate.

Levanto la mirada y veo que ya está anocheciendo. Pido una pizza y en lo que espero busco la ropa que me pondré para ir a ver a mi mate mañana.

Pongo una camisa negra y unos pantalones beige sobre el sofá y busco unos zapatos para... Tocan el timbre y sé que es el repartidor. Olor a humano. Lo saludo, me entrega la pizza, la pago y se va. Le doy una mordida en camino a mi habitación y veo todo organizado para mañana. Okey... Espero y todo vaya bien

A la mañana siguiente...

Voy al trabajo y distingo su olor entre todos. La busco con la mirada pero no veo su cabellera castaña. Aprieto los labios. En mi venas corre la necesidad de verla y no puedo hacerlo. Trato de concentrarme en mi trabajo para evitar esta necesidad de tenerla cerca.

Cuando todos salen a almorzar yo soy el último en salir ya que siento demasiado tenso mi cuerpo como para tener apetito.

— Hola Patrick — Estaba quitando el papel tapiz cuando escucho su angelical voz. Me volteo a ella con el corazón a punto de explotar. Y ahí la veo con su cabello suelto y unos mechones cubriendo su bello rostro. Me bajo de la escalera y sonrío sin poder contenerme.

— Hola Megan — Le doy una sonrisa y ella sonríe. Quiero abrazarla pero estoy sucio y no quiero... Sus brazos me rodean y mi nariz se inunda con su olor embriagador. Aspiro sutilmente el olor de su cabello y el de su cuerpo.

— No debiste meterte — frunzo el ceño y ya sé a que se refiere — ¿Estás bien? — sus ojos preocupados me escanean en busca de algún cambio. Entonces caigo en cuenta de que la herida sanó y ella comenzará a sospechar de que no soy humano.

— Si estoy bien — le sonrío para que no se preocupe.

— La herida puede abrirse si no tienes reposo — me regaña y sonrío.

— Estoy bien — le doy un abrazo y ella no trata de tocarme mucho porque supongo que pensará que sigo herido. — No te preocupes.

Ella entre cierra los ojos y veo que su labio está roto. La tomo delicadamente por la quijada y veo que tiene unos rasguños. Ella al percatarse de eso quita mi mano del contacto de su piel.

— ¿Qué te pasó? — no quería sonar molesto pero lo hice inconscientemente. Ella baja la mirada al suelo.

— El tipo que te disparó... Nos golpeamos — relame su labio que está sanando. — Ya le pusieron un castigo... Ya no me volverá a tocar.

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