20

53 8 0
                                    

20
Bebito


— ¿Y bien? — rompo el hielo al ver que quiere dejarlo con mucho suspenso.

— Mamá siente desconfianza ante ti por que cree que puedes hacerle daño — llega directamente al punto y trago saliva. — Sé que son mates pero...

— Yo jamás le haría daño a Patrick  — Interrumpo y su mirada de hielo me indica que no debí hacerlo. Ya habrá otros momentos para arrepentirme.

— Eso quiero creer pero — De un segundo a otro lo tengo frente a mí y me toma del cuello para nada suave. — Si veo señales — sus ojos cambian a rojo y el pánico me inunda — No dudaré en proteger a mi hermano — Aprieta el agarre y retiro su mano de mi cuello, tomándolo desprevenido.

— Odio que desconfíen de mi — confieso con la ira recorriendo mis venas — Quédense tranquilos que yo no lastimaré a Patrick — subo las escaleras apretando los puños. Entonces me encuentro con Isabella. Viste una pijama y una blusa floja. Frunce el ceño al verme enojada. — Buenos días — forzo una sonrisa y paso por su lado borrandola cuando ya la he dejado atrás.

— Desde aquí siento tu furia, Meg — Es lo primero que dice él en cuanto abro la puerta. Suspiro. — ¿Qué pasó?

— ¿Acaso los lobos no tienen los oídos agudizados? — respondo a la defensiva y frunce el ceño.

— Yo soy un omega y al serlo solo puedo a cierta distancia — explica y me mantengo frente a la puerta que yace cerrada — Los alphas son los únicos que pueden escuchar todo lo que se les antoje.

— Pensé que podías — me siento cerca de sus pies. — Eres hijo de un alpha

— Lo soy pero esas habilidades las tiene solo el alpha. Y yo no soy un alpha — palmea un sitio más cerca de él. Al ver que no me muevo suspira — ¿Qué pasó?

— Nada — miento y alza una ceja. Suspiro pesadamente — Tú hermano me amenazó en cierta forma — el asombro ilumina sus facciones — Creen que voy a matarte en cualquier momento — susurro y lo detengo cuando trata de levantarse — Debes tener reposo — cuando me doy cuenta que estoy tocando sus hombros desnudos me ruborizo pero no le doy mucha importancia. — Estás herido.

— Isabella vino cuando te fuiste — Trata de levantarse pero nuevamente lo detengo — Usó su magia en mi — señala — Ya estoy bien

— No seas terco — nuestras miradas se entrelazan — Debes reposar — pone los ojos en blanco.

— No eres mi madre — trata de levantarse y lo pongo en su lugar.

— Tienes razón no lo soy — puntualizo — Pero soy tu mate y me preocupo por ti — Eso parece encantarle porque sonríe mostrando su perfectos dientes. Un brillo ilumina sus ojos.

— Repitelo — Se arrastra hacia mi y evito poner los ojos en blanco.

— Que soy tu mate

— Otra vez — pide con ojos de cachorrito y suspiro.

— Soy tu mate — esta vez sonríe y se acuesta sobre el colchón, su espalda contra el mismo.

— Así si hago lo que quieras — sonríe como niño pequeño y pongo los ojos en blanco.

— Tengo que ver dónde se quedó Eddie — su mirada que posaba antes en el techo reposa ahora en mi con intensidad.

— ¿Es tu hermano? — pregunta arrugando el entrecejo.

— Es mi mejor amigo, Patrick — señalo y hace un puchero.

— Debes buscar a Jake y...

— ¡Hola tortolitos! — Eddie abre la puerta de un momento a otro con una bandeja en sus manos — La chica rubia guapa me dijo que podía traerles el desayuno y que aquí estaban — responde con entusiasmo. — Había contado mal las puertas y me arriesgue en esta. — Pone la bandeja llena cerca de las piernas de Patrick. Él se roba una galleta del platito. — ¿Cómo estás mate de mi mejor amiga? — pregunta rápido y frunzo el ceño. Al parecer no soy la única confundida aquí, también lo está Patrick.

— Estoy mejor — Le regala una pequeña sonrisa a mi mejor amigo que sonríe a boca cerrada — De hecho veré que tal va. — y sin dejarme evitarlo. Él se retira las vendas y vemos que no tiene ya ninguna herida abierta solo está la cicatriz. — Tal vez desaparezca con el tiempo — Le resta importancia. Me giro hacia Eddie y está igual de sorprendido que yo.

— ¿Pero cómo? — pregunta incrédulo y Patrick suelta una pequeña risa.

— Mi cuñada tiene poderes de curación y los utilizó conmigo y además no quitemos el hecho de que soy licántropo — lo último suena obvio y Eddie sigue confuso.

— ¿Qué cuñada?

— La chica rubia guapa — su cabeza parece brillar ante la respuesta.

— ¡Ah! Ya sé quién — sonríe y su cara parece como si algo pasara por su cabeza — ¿Verdad que es algo del grandulon perfecto? — arrugo mi entrecejo.

— Es mate del alpha — responde Patrick poniéndose de pie con cuidado de no tirar el desayuno. Toma una tostada con jalea en el camino. — Y justamente tengo que hablar con él — mis ojos se retiran del apetitoso desayuno y se fijan en él.

— Patrick por favor — imploro y este niega.

— No tuvo porque hacer eso — Va al clóset saca una camiseta y se la pone cubriendo su torso desnudo. — Ahora vuelvo — y se va de la habitación. La mirada de Eddie parece comerse todo a su paso

— Pero que bueno está — murmura y toma una tostada y yo tomo las galletitas.

— ¿Debería preocuparme? — bromeo y sonríe negando con la cabeza.

— Se ve muy rudo con esas cicatrices — Gruñe y río — Pero tranquila — lleva una mano a su pecho dramáticamente — Sé que es tuyo — parpadea rápido y sonrío incrédula.

— No es mío — río nerviosa

— Pero lo será — murmura con la boca llena. Hago una mueca. — Cuando te marque — me sobresalto con las mejillas ardiendo.

— No hablemos de eso — él suelta una carcajada al ver mi cara.

— Quien lo diría la gran Megan... Una de las mejores cazadoras del sector intimidada con lo obvio — suelta una carcajada y me cruzo de brazos mirándolo fijamente. — No es una cosa del otro mundo, Meg. — dice cuando termina de reír — Oh ya — sonríe apenado al darse cuenta de mi situación y me pongo de pie suspirando — Lo había olvidado — cuando lo miro realmente parece arrepentido de su burla — Perdón — me tiende una galleta como disculpas y la tomo suspirando.

— Ya se lo conté — admito — En cierta forma — me encojo de hombros y él me observa sorprendido.

— Si que va en serio la cosa — traga otra tostada. Entonces se escucha un estruendo. Mi mirada se entrelaza con la Eddie. Nos adelantamos a la puerta y mi corazón se detiene al ver que el pequeño bebé va hacia las escaleras. Sin pensarlo mucho corro hacia él que sigue gateando hacia el inicio de la escalera. Mi pulso se acelera y mi pecho se llena de alivio al ver que llegué just a tiempo. Lo tomo entre mis manos y tres pares de ojos me observan cuando veo abajo. Patrick, Isabella y Jake me observan pálidos y después recuperan el color poco a poco al ver al pequeño bebé en mis manos.

— ¿Ves? — Patrick rompe el silencio estupefacto — Es inofensiva — parece ofendido y yo más cuando capto que habla de mi.

— ¡Hay cazadores aquí! — la casa de un segundo a otro es blindada con puertas de metal selladas. La luz del exterior que entraba al hogar se ve apagada por la repentina presencia de las medidas de seguridad. La mamá de Patrick entra pálida a la casa seguida de Vinnie que parece no importarle en lo absoluto. Sus ojos se posan en mi y después en el bebé que sigue en mis manos.

— ¿Qué pasa? — Eddie pregunta a mis espaldas.

— Los malditos cazadores de tu sector han invadido la manada — Espeta bruscamente la mamá de Patrick y frunzo el ceño. — Apuesto que tienes que ver.

— Yo no tengo nada que ver señora — eso parece cabrearle más porque sus ojos se oscurecen.

— ¿A no? ¿Y porque hay de los tuyos aquí? — pone sus brazos en jarras y bajo los escalones con el bebito conmigo.

— No lo sé pero.. — mi mirada busca a la de Patrick. — Pensaban cazar a Patrick — el aire se vuelve pesado de un momento a otro y no sé si solo sea yo — Si viene quien creo que es... — mi mirada se pasea por cada persona presente — No creo que se detenga hasta tenerlo en sus manos.

Más vale que no sea Matthew

BUSCÁNDOTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora