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Sentir

Mis nervios comienzan a enloquecer cuando el alpha se va con Patrick diciendo que si él no se apresura tal vez sea muy tarde. Así que Eddie y yo vamos hacia su manada caminando ya que pues él al ser lobo lo hace más rápido.

— ¿Crees que ya lo estén atendiendo? — rompe el silencio Ed y repiqueteo los dedos en mi pierna derecha.

— Espero que si — Ya tenía como diez minutos que nos dejó solos. Y suponiendo la distancia nos a de faltar como diez minutos para llegar a los límites de su manada.

— Yo solo espero que no nos ataquen — derrepente escucho crujidos y ambos sacamos nuestras dagas. Un lobo gris y otro café nos enfrentan. Sus miradas no demuestran que nos vayan a hacer daño pero algo me dice que no nos harán nada. Ellos mueven sus cabezas como ademán de que los sigamos — Nos llevarán a la manada más rápido — uno de ellos asiente y se agachan un poco para que nos subamos arriba de ellos. Después de una mirada Eddie y yo nos subimos cada quien en el lomo de un lobo. — Que suave — acaricia el pelaje del lobo y el que está debajo de mi gruñe hacia la su dirección.

— Déjalo — él lo suelta enseguida y eso parece calmar al lobo en el que me subí. Me tomo de fuerte de su pelaje para no lastimarlo pero Eddie se va por lo fácil: rodea su cuello y cierra los ojos — Que valiente — murmuro y comienzan a trotar para después correr. Los árboles pasan ante mis ojos de una forma borrosa y mi estómago comienza a revolverse. No sé en que momento cerré los ojos pero cuando los abrí ya estábamos frente una mansión lujosa.

Eddie da un silbido al ver la mansión espectacular y nos bajamos con cuidado de los lobos. Estábamos tan consumidos por la vista de la mansión que nos volvemos hacia los lobos que ahora tomaron su forma humana. Vaya. Es un hombre y una mujer. La chica que es algo más pequeña que yo va rabiosa hacia Eddie y lo toma de la camisa

— ¡¡La próxima vez que toques a mi esposo...!! — Eddie había levantado las manos en señal de rendición y pedía a gritos ayuda. El hombre que es un atractivo hombre rubio la separa con un sonrisa divertida, como si ya estuviera acostumbrado. La rodea suavemente por los brazos y la atrae hacia su pecho. Los ojos castaños grandes y bonitos que miran furiosos al pobre de Eddie se decoran con un ceño fruncido y mirada rencorosa.

— Creo que ya entendió cariño — le habla tiernamente el Rubió a lo que ella se aleja lentamente de Eddie aún rodeada de su esposo — Disculpenla por favor — nos regala una sonrisa amable.

— Así que tú eres la mate de mi primo — afirma ella ahora observandome. Yo que estaba absorta observando la situación de Eddie. Me fijo en ella

— ¿Quién es tú...?

— Ya era hora — Una chica rubia abre la gran puerta moderna de madera y nos deja ver el interior — Tienes que ir con él ya — me toma de la muñeca en un segundo y me detengo a lo que ella también se detiene con una pregunta estampada en su rostro

— ¿Quién eres? ¿Y porqué me hablas así? — Parece que está a punto de poner los ojos en blanco pero se contiene. Me suelta suavemente a comparación de como tomó mi muñeca. La recuerdo pero no recuerdo su nombre

— Patrick perdió mucha sangre su pulso se está debilitando si su mate está cerca de él, o sea tú, estará estable y no estará en peligro de que su corazón se detenga — sonríe con una sonrisa forzada a causa de la preocupación— Tienes que subir y estar con él — doy un paso y ella comienza a guiarme por la lujosa casa. Aunque sea grande y majestuosa con su mármol se siente muy cálido y vibras de una familia unida. Subimos la escalera rápidamente y atravesamos el pasillo decorado por candelabros pequeños elegantes y cuadros de arte que nunca había visto antes. En uno de esos veo una pequeña familia enmarcado en el final del pasillo. Parece que lo dibujo un niño. Es un hombre alto, una chica rubia y un bebito que parece una pequeña bolita. Todos dan a entender que fueron dibujados por un niño de cinco años aproximadamente. Ella se detiene en una puerta a la derecha y la abre sin tocar. Un doctor y un hombre alto castaño nos esperan en la habitación con luces tenues y colores claros.

Mi pecho se aprieta al ver el cuerpo de Patrick tendido en esa cama. Si no hubiera ido...

— Ella es — la voz ronca y profunda logra hacer que ponga mis ojos en él. ¡Es el mismo tipo que venía con Patrick!. Sus ojos observan fríos y calculadores cada movimiento del doctor sobre el cuerpo de Patrick.

— Lamento la situación que está pasando — El doctor que no es tan mayor se dirige a mí. Me dedica una sonrisa amable y reconfortante. — Pero ahora el joven Patrick necesita de su compañia para su recuperación.

— ¿Qué tengo que hacer? — me acerco un poco más al cuerpo pálido de Patrick. Respira por la boca entre abierta con sus labios partidos.

— Fácil. Sólo quédese con él y hable con él para que sienta que está con él — me fijo en el doctor.

— Aunque no lo sepas los mates tienen un lazo — habla el otro tipo que me saca una cabeza o más de altura — Si uno de los dos está en peligro tener cerca al otro lo mantendrá estable y conforme vaya recuperándose... Hay más probabilidad de que despierte pronto — explica todo como un profesor que expone historia. — Te daremos techo, comida y ropa si es lo que te preocupa — aunque trate de parecer amable su rostro helado no quita lo frío que es.

— Lo que quiere decir mi esposo — interviene la rubia — Es que puedes quedarte aquí y te daremos lo que necesites — sonríe de lado — Soy Isabella porque creo que no recuerdas mi nombre...cuñada de Patrick y esposa de este pedazo de hielo — se acerca a mi tendiendo su mano con un anillo reluciente en el dedo anular. Señala con su otra mano libre al tipo alto y asiento desviando la mirada.

— Me llamo Megan — sonrío un poco.

— Jake estará al tanto— señala a su esposo — Cualquier cosa búscanos en el piso de abajo — sonríe una última vez y su rostro se vuelve aún más hermoso con esos hoyuelos.

— Entendido — asiento y toma de la mano al tipo. Entonces soy consciente de como al verla sus ojos brillan a pesar de tener el rostro sin ningún tipo de emoción. Sus facciones se suavizan conforme se van.

— Cualquier cosa señorita no dude en llamarme — el doctor me tiende una tarjetita con su nombre y su número — Hasta luego — me dedica una última sonrisa y desaparece.

— ¿Y ahora que haré contigo? — su cuerpo entero parece cubierto por vendas. Arrastro un silla a la orilla de la cama y me siento a su lado. Mis dedos cosquillean al tener a mi alcance su mano. Acaricio sus dedos y estos se mueven un poco. — Creo que tienes que explicarme muchas cosas, Patrick — sus largas pestañas me hacen sentir envidia. Son hermosas. Sus nariz perfilada y sus labios gruesos y ese arco de cupido sin duda baja mi autoestima.

El maldito es muy guapo

— Creo que eso deberías decirlo en voz alta — yo que estaba pérdida observando nuestros dedos doy un brinco en mi lugar.

Levanto la mirada y una débil sonrisa me espera pacientemente.

— Pensaba que tardarías más en despertar — Trato de levantarme pero toma mi mano con fuerza pero sin lastimarme.

— ¿Porqué te vas? — sus ojos parecen dolidos y me arrepiento de mis acciones. Mis mejillas se calientan.

— Es que yo no soy así — me cruzo de brazos cuando afloja el agarre. Parece confuso cuando vuelvo a poner mi mirada sobre él.

— ¿Asi cómo?

— Así de sentir algo por alguien

BUSCÁNDOTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora