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Ataque

Bombas estallan a nuestro alrededor pero no explotan la casa debido al metal que la protege. Debe de ser un buen material para que no le pase nada. Le entrego el bebé a su respectiva mamá y pongo atención en el ruido del exterior. Todos lo hacemos.

— Tengo que salir a averiguar qué es lo que pasa — se tensa la mandíbula del alpha. Isabella pega un saltito.

— Estás loco ¿no? — el miedo acompaña sus preciosas iris celestes.

— Soy el alpha, Bella — ella niega con la cabeza abrazando fuerte a su bebé.

— Puedo ayudar — doy un paso al frente y Patrick me mira enseguida con los ojos bien abiertos.

— Ni de broma — niega con la cabeza repetidas veces.

— Yo podría saber quién nos ataca. Apuesto que son cazadores — todos tienen sus miradas sobre mi y solo una es crítica ante mi apoyo.

— Que vaya ella — rompe el tenso silencio la madre de Patrick. La ignoro sintiendo una presión en el pecho.

— ¿Tienen un arco? — Isabella y Jake se miran entre ellos.

[... ]

— Sigo pensando que es una mala idea — Patrick se posa a nuestro lado mientras nosotros nos equipamos. Suspiro y los demás salen del pequeño cuarto que contiene equipamiento.

Al ver que estamos solos decido hablar.

— Patrick — respiro hondo — Es mi momento para que dejen de pensar que soy una amenaza...

— La amenaza está afuera — frunce el ceño.

— Lo sé pero... — suspiro — No quiero que sientan tanta desconfianza hacia mi — Él toma mis manos y mi cuerpo es recorrido por inquietantes escalofríos

— De cualquier forma te amarán — suspiro — Si es lo que quieres hacer — dice después de un silencio — Te acompañaré y no aceptaré un no como respuesta

— Nos cuidaremos la espalda — doy por terminada la conversación y me dirijo afuera.

— Funcionaría que ustedes dos — Jake nos señala a Isabella y a mi — Que son buenas en arco... Estén arriba — frunzo el ceño. — Estarán más a salvo y estaremos más seguros con nuestras espaldas. — Isabella asiente y yo por lo tanto también.

— Debemos subir ya — ordena ella y la sigo. Subimos unas estrechas escaleras y los rayos de sol nos penetran la piel suavemente. La brisa es fresca. — Yo estaré por este lado y tú por aquel — señala. Estará en la zona sur de la casa y yo de la contraria. Y es seguro como dijo Jake. La casa está construida con pequeños muros que nos facilitará lanzar flechas desde arriba sin salir heridas fácilmente. Tiene una estructura que nos permitirá correr a través del techo con facilidad. Cuando asomo mi cabeza lentamente veo el caos. Cuerpo yacen en el suelo rodeados de sangre. Algunos son de cazadores y otros son de los de la manada. Trago saliva. Mis ojos caen sobre el tumulto de personas que rodean uno en especial.

—...¡Que caigan todos! — y entonces su cabeza se voltea hacia mi dirección y bajo la cabeza enseguida. Preparo mi arco y cuelgo las flechas en mi hombro.

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