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Emma

Las siguientes semanas estuve disfrutando del cuerpo de Carlos y Charles. Eran unas máquinas para hacerte ver las estrellas. Al final, Charles se acabó enterando de que Carlos se acostaba conmigo, y bueno... parecía que no le hacía gracia, pero no lo mostraba muy claro. Yo los quería a los dos con todo mi corazón, pero estaba soltera y ambos tenían que entender que era libre de hacer lo que quisiera.

También tenía que decir que las cosas con Charles no eran igual que con Carlos. Charles era más cariñoso, y Carlos más bruto. Pero vamos... yo encantada. Joder, como para no. Ahora acababa de hacerlo con Charles, me encontraba en su pecho, acariciándolo.

-Que guapo eres.

Sonrió.

-Me pones nervioso...

-Qué pena.

-Tu eres una diosa, que me lo digas tú me acelera el pulso.

-Vale, pues... eres horrible.

-A ver, hay extremos y extremos, eh, fea.

-Pues te jodes.

-¿Me das un beso?

-Bésame.

Me besó. Tenía una forma muy bonita de besar. Te agarraba de las mejillas y te besaba con toda la suavidad y el cariño del mundo.

-Algún día quiero ver como me follas duro.

-Para eso ya tienes a Carlos -ya está con los celos...

-Charles.

-Lo sieeeento...

-No pasa nada.

Suspiro y escondió la cara en el hueco de mi cuello. Acaricié su pelo mientras sus labios dejaban besos húmedos que me encendían. Sus manos empezaron a tocarme como a mí me provocaba, lo estaba haciendo a propósito. Yo me relajé en su tacto y cerré los ojos dejándome hacer. Se posicionó entre mis piernas, y me agarró por la cintura. Sus ojos esta vez eran diferentes. Parecían los de un depredador cuando acorrala a su presa. Me quedé hipnotizada en su mirada... Joder, me ponía.

Al entrar en mi no fue lento, fue directo, chillé.

-Joder, Charles.

No dijo nada, simplemente siguió haciendo lo mismo, cada vez más rápido, manteniendo mis piernas abiertas. Rodeé su cadera con mis piernas pegandolo más a mí sintiendo el triple todo. Estaba empezando a temblar. Era increíble. Era otro rollo, pero Charles no era así, sabía que lo estaba haciendo por mí. Y... creo que me gustaba más cuando lo hacía a su manera. Era como mejor me sentía. Al acabar y llegar al orgasmo, cayó rendido a mi pecho, jadeando.

-No hacía falta que lo hicieras.

-Quería ver cómo era.

-¿Y bien?

-Puedo hacerlo todas las veces que quieras, también me gusta, pero sabes que eso no soy yo.

-Entonces déjalo, quiero que seas tú mismo.

Asiente y beso su nariz, a lo que él sonríe.

-Suelo ser de esa manera cuando estoy cabreado.

-Pues para que tu te enfades...

-Tengo que perder.

-Entiendo.

-No pongas esa cara, pareces mala -se ríe-. Parece que quieras que pierda.

-Nooo.

-¿Entonces?

-Nada.

-Pues no pongas esa cara de mala.

𝐬𝐢𝐧 𝐝𝐚𝐫𝐧𝐨𝐬 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora