Emma
Lo ayudé a hacer la comida sin poder quitarme esa condenada imagen de la cabeza. Maldito el momento en el que Charles hizo esa puta broma, ahora no dejaba de imaginarmelo. Sentía que estaba siendo infiel a mi pareja con estas cosas. Y en realidad, solo estaba pensando. No tenía nada que ver, no había hecho nada malo, pero yo me estaba sintiendo tan mal por ello.
–Mañana nos vamos ya –hablé mientras comíamos.
–Lamentablemente... –suspiró–, me ha encantado estar aquí contigo. He sentido que en algún momento volvía a ser el de antes.
–Me hace feliz oír eso. Volveré cuando quieras.
–Podemos volver cuando quieras, la verdad mi madre lo agradecerá, y esta casa ya no estará tan vacía... y sucia –rió.
–Tu madre es un encanto. Y tu casa es preciosa cuando no está sucia.
–Mi madre te quiere más a ti que a nosotros tres –volvió a reír.
–Me tiene mucho cariño, llevo prácticamente toda la vida con vosotros.
–Y ojalá tenerte también en la próxima, te necesitaría tanto como en esta, seguramente –sonrió mirándome a los ojos.
–Jo... que bonito.
Me guiñó un ojo. Volví a preguntarme qué narices hacía con Carlos. Estaba claro que lo amaba, y él a mí. Pero jamás había salido algo tan hermoso de su boca.
–Aprovechemos el tiempo que nos queda aquí, veinticuatro horas.
–¿Como quieres aprovecharlo? Soy todo oídos.
–Pues como lo quieras aprovechar, a mí me da igual.
–... Creo que el yate de la familia está libre –sonríe. Dios, amaba ese yate desde que lo compraron.
–No se diga más.
Preparamos nuestras cosas cuando acabamos de comer para irnos al yate. Era como tener un chalé en el agua, increíblemente grande y con lujos por todos lados. Tras ir con el coche al puerto y aparcar, nos dirigimos hacia el yate, era enorme y precioso. Me ofreció su mano para ayudarme a subir, pero como la torpe que soy, me resbalé. Fue él el que lo evitó rodeándome con su brazo libre mientras se agarraba a la barandilla de la embarcación para no dejarnos caer. Dios bendiga sus reflejos.
–No, no has cambiado nada. Me acuerdo de la primera vez que viniste y te pasó exactamente lo mismo.
–Que torpe soy, joder –lo miré, estábamos realmente cerca el uno del otro.
–No importa, yo también lo fui en Azerbaiyán –me mira también, dejándome apreciar el turquesa de sus ojos como tantas veces lo había hecho.
–Es verdad –sonreí.
–¿Esta vez también has perdido una sandalia y Arthur se tiene que tirar a recogerla o tienes las dos? –vacila sonriendo.
–En este caso tendrías que tirarte tu, pero la llevo –me miré los pies.
–Bien, pues vamos adentro –me arrastró un poco más para asegurarse de que no volvería a caerme y me soltó.
Dejé la maleta en la habitación de abajo y me tumbé en la cama. No me acordaba lo cómoda que era, y mira que he mantenido relaciones sexuales con Arthur varias veces aquí. Me acuerdo de lo mucho que me sorprendían todos esos lujos, a pesar de vivir en Mónaco, yo era de familia humilde. Se habían roto la espalda para ponerme en donde estaba, en una de las mejores academias que había ahí, y fue donde conocí a Arthur y su familia.
ESTÁS LEYENDO
𝐬𝐢𝐧 𝐝𝐚𝐫𝐧𝐨𝐬 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 [FINALIZADA]
ФанфикLos Dos libros aquí. Llevas siete años con el famoso Arthur Leclerc, tenéis una relación preciosa, pero empiezan a haber tentaciones cerca. Charles, su hermano mayor y tu amigo desde que empezaste a salir con Arthur, empieza a actuar de manera dis...