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Emma

1 de julio y estábamos en nuestra casa, había extrañado estar aquí con él. Con nuestras cosas, nuestra esencia, nuestro amor.

–Que raro se me hace estar aquí después de meses –me mira Carlos.

–Un poco, pero es nuestro espacio –sonreí.

–Y solo nuestro.

Lo abracé con todas mis fuerzas. No quería perderlo, y por otra parte también pensé que esto podía ser una prueba para ver si de verdad lo amaba tanto como yo creía y tenía idealizado en mi cabeza. A veces el amor te vuelve demasiado ciego. Hicimos algunos de los planes que dijimos que haríamos cuando volviéramos, como ir al restaurante en el que fueron nuestras primeras citas formales. Fue bonito revivir todo aquello. Me sentía bien, pero recuerdo el sentimiento de otras veces… Me supo a poco lo que sentía ahora.

–Estoy cansada, no hemos parado en todo el día –dije al llegar y quitarme los zapatos.

–Lo sé, pero lo necesitábamos –él solo sonreía–, ¿y si coronamos en la habitación…? –me rodeó con sus brazos por la espalda.

–Estoy cansada…

–... Nunca me has dicho eso –me soltó y me rodeó para mirarme–, en serio, ¿te pasa algo? ¿Te encuentras bien?

–Sí, cariño. Solo estoy cansada.

–Bueno… –pareció bastante decepcionado, pero en realidad, tampoco es que me apeteciera mucho.

Nos quitamos la ropa y nos tumbamos de nuestra cama. Me dio la espalda. ¿Iba en serio? No me podía creer que por UN día que no quisiera sexo me ignorara. Siempre, sin falta, me abrazaba. Y hoy de repente no.

–¿No me abrazas?

–Hmmm… –¿Y encima ya se duerme? Sí, claro. Y yo me chupo el dedo.

–Carlos, hace literalmente CINCO minutos querías follar y ahora de repente tienes sueño.

–Bueno a ti no te apetece esto pues a mí no me apetece abrazarte hoy, buenas noches.

Suspiré y cogí el móvil dándole la espalda. Le mandé un mensaje a Carmen.

–¿En serio acaba de hacer ESO?????

–Sí🙂.

–Vete de ahí y déjalo durmiendo. Que le den por culo. A mí George me hace eso y no tardo nada en irme.

–Soy demasiado buena.

–Lo único que haces es denigrarte como persona y quedarte donde te desprecian. Tú te mereces que te amen sin peros, lárgate de ahí, por dios –ella tenía razón. La tenía, y qué rabia me daba.

–... Me voy a dormir al sofá, tía.

–Por algo se empieza. Háblame cuando lo necesites, hoy me quedo gestionando cosas del trabajo hasta muy tarde así que estaré aquí, ¿vale?

–Gracias, nena.

–De nada 🫶🏻.

De la forma más discreta que pude me fui al salón con la almohada y cogí la manta de tela fina que había sobre el reposabrazos del sofá. Me tumbé a ponerme cómoda y puse una serie en mi portátil hasta que empezase a agarrarme sueño. Venía a intentar mejorar la cosa entre nosotros, y no parecía ir bien. Él no hacía más que dejarme más claro que no era para mí. Era cariñoso cuando se acordaba, y eso me sentaba mal, porque quería decir que no era así. No le salía de dentro, lo hacía por su compromiso conmigo.

𝐬𝐢𝐧 𝐝𝐚𝐫𝐧𝐨𝐬 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora